sábado, 28 de enero de 2023

TRIUNFALISTA REENCUENTRO ENTRE ROCA REY Y COLOMBO a pesar de un lote de astados no del todo apto para ello… por RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

 




RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ

@rubenvillafraz

Fotos: Federico Montes

SAN CRISTÓBAL (Enviado Especial).- Era la tarde esperada por todos. El ambiente estaba dado para esas corridas que se marcan con un asterisco en el recuerdo de los aficionados. Pero una cosa propone el hombre y otra lo descompone el toro. 

Como en realidad al final ocurrió. Se cortarían seis orejas, en un reparto abultado para lo que en realidad se vio en la arena. Esa es la verdad.

El encierro de Los Aránguez ha sido un lote muy disparejo e irregular en cuanto a comportamiento se refiere, siendo el más potable del envío el corrido en tercer lugar, bravucón, de geniuda embestidas que no del todo fue entendida por su lidiador. Los demás, sacaron escaso recorrido, nulo celo a las telas y en especial a menos en los engaños, lo que condicionó que los espadas actuantes se limitaran a lucirle más de lo que en verdad otras manos hubiesen sido visto.

Pocas opciones tuvo el extremeño José Garrido ante el que abrió plaza, donde los momentos de mayor trascendencia vino en el alegre saludo por verónicas así como en momentos puntuales en la muleta, en especial por la mano diestra, y poco más, dado el escaso eco de emoción de la embestida del toro de cara al tendido. Los tres cuartos de razón toricida, tendidos y desprendidos, y un golpe con el descabello, para ser silenciado.

Otro matiz fue su labor con el cuarto de la función, desde el saludo a pies juntos en las verónicas de recibo, rematando con media en la boca de riego del irregular ruedo sancristobalence. Luego vendría el recital de toreo parsimonioso y relajado de Garrido, gustándose en el manejo de las telas, especialmente por naturales donde comenzó y cimentó trasteo muleteril, preñado de variedad y repertorio para levantar las ovaciones unánimes de los presentes. El pinchazo en lo alto, así como el espadazo tendido requerido para mandar a las mulillas, dieron pie a la concesión justa de una oreja.




La expectación por ver a Roca Rey era total, demostrado en la ovación atronadora con la que el público recibió al diestro peruano ipso facto se asomó en el paseíllo. Esa entrega no tendría contrapunto con el segundo, animal de desangelada y famélica condición para seguir los engaños de un Roca Rey que luciría por encima a las opciones que ofrecía el pupilo caroreño. Abrevió de pinchazo, y tres cuartos en buen sitio, para ser silenciado.

Otra disposición se le vio ante el quinto, a tambor batiente se mostraría el limeño con el animal desde el sabroso saludo por verónicas, de tablas a los medios, rematando con media acaderada en su ejecución. Tras una minúscula sangría en el caballo, en la muleta


Roca Rey no escatimó en hacer lucir con temple y aguante las dudosas y pastueñas embestidas del burel, en tandas de “cinco y el de pecho”, tanto por la derecha como por la zocata, especialmente por esta última donde se recreó llevar largo y detrás de la cadera los viajes del astado. Le aprovecharía hasta donde quiso y pudo el toro, para rematarle de tres cuartos de ración de acero en buen sitio, para de esta manera la plaza unánimemente solicitar las dos orejas, que se concederían no sin antes un poco de recelo a tenor de lo que había sucedido en el criterio del palco hasta ese momento.



Lo de Jesús Enrique Colombo la tarde de ayer, para no entrar en conjeturas y malos 
entendidos lo resumiría así: en su primero del lote, el más serio y precioso del envío, recibiría de capa con variedad por delantales a pies juntos, clavaria banderillas más con voluntad que lucimiento y eficacia; toreó de muleta con premura y nulo reposo, ante una embestida que se le vino arriba ante el limitado castigo en varas, a tal punto de por momentos lucir desbordado por el animal en distintos terrenos del ruedo, para despachar de estocada trasera y desprendida, y ser premiado con las dos orejas… ¿?

En el que cerró plaza, una labor más desordenada e inconexa, ante un toro de menos condiciones para el lucimiento por lo parado de su recorrido, voluntarioso en el capote, en meritorio saludo por verónicas rodillas en tierra; ración de banderillas nuevamente poco ortodoxas y una inexistente faena de muleta por ambos pitones, pues no hubo de donde sacar provecho al lucimiento permitido por el morlaco, enviando al destazadero de fulminante espadazo en lo alto, ligeramente desprendido, para ante la incredulidad de gran parte de los presentes en la plaza ser premiado con una oreja, de la más vulgares que se hayan concedido por palco presidencial alguno en esta arena en muchos años…

Razones veredes diría Sancho, a este raro viraje de este criterio presidencial, como el sol a la luna, de una corrida a otra, vaya a saber bajo que intereses o bajo que presión.

Suponemos.Culminaba así una corrida que no del todo fue lo que esperábamos. Penoso que se rebajecategoría y seriedad a lo hecho en el ruedo, cuando de por medio esta la ilusión y pureza de un espectáculo que merece más respeto por parte de autoridades y propios protagonistas. Es caerse a mentiras señores, y esto no es así. He dicho, y con mi verdad no ofendo ni falto el respeto a nadie…


Punto de Vista de VITICO RAMÍREZ

Roca Rey y Colombo abren la puerta grande

Víctor Ramírez "Vitico"

Una tarde de emociones se vivió en el segundo festejo de la feria de San Sebastián donde se pasearon varias orejas de distinto peso y mérito.
La corrida de Los Aranguez, terciadita sacó complicaciones que fueron resueltas de distinta manera por los espadas.
José Garrido intentó acoplarse al complicado primero, astado al que toreó con verdadero gusto con el capote. Tras un alado quite por chicuelinas, el extremeño buscó la manera de encontrar las teclas que tocar para cuajar al toro que bronco y áspero no le dejó pasar de los esbozos. Sería con el cuarto con el que Garrido dejó su sello indeleble de artista, primero en unos primorosos lances a pies juntos y luego en una labor llena de cadencia, gusto y clase. Bellos y largos muletazos con ambas manos, aderezados con garbosos adornos, aprovechando al máximo la nobleza de "Farruquito". Alargó el trasteo buscando un indulto y pinchó, aún así cortó una oreja de peso.
Andrés Roca Rey era sin duda la máxima atracción del cartel y el peruano se dio por entero. Con el parado, tardo y soso primero de su lote, estuvo bien con el capote y no pudo hacer nada ante un toro agarrado al piso. Con el quinto, al que toreó bien de capa, le abrió faena con pases por algo muy quieto, toreando con ceñimiento y mano baja. Roca se colocó perfecto, tocó con precisión y llevo muy largo al toro, que sacó nobleza. El peruano también se dio a complacer al público con molinetes de rodillas y dosantinas. Tras una estocada algo tendida cortó dos orejas pedidas por unanimidad.
Entregado, valiente y algo acelerado, Jesús Enrique Colombo salió a por todas, con el hermoso berrendo en cárdeno que abrió su lote al que recibió con larga cambiada  estando embarullado con el capote,  banderilleando con voluntad, destacando el par al violín. El toro, áspero y violentito por los tornillazos que pegaba fue una prueba para Colombo que le toreó con valor, animoso y entregado, sin poder asentar los pies.  La estocada, cobrada con impresionante rectitud puso en sus manos dos orejas,  la segunda, generosa. El que cerró plaza fue un astado muy parado, al que recibió con valor en varias verónicas de rodillas. Tras banderillear, tuvo que resignarse a abreviar ante las nulas condiciones del toro, parado, soso y tardo. Impresionante la estocada al encuentro para recibir una oreja, cortada exclusivamente por la espada, como era antes.

Ficha de la corrida

San Cristóbal
Plaza de toros Hugo Domingo Molina
Viernes 27 de enero de 2023
Segunda corrida de la feria de San Sebastián
Más de tres cuartos de entrada en tarde fresca.
Toros de Los Aranguez, desiguales de presentación y juego. Complicado el primero, parado y soso el segundo, encastado y áspero el tercero, nobles cuarto y quinto, descastado y soso el sexto.
Pesos: 430, 435, 450, 440, 430 y 445 kilos.
José Garrido, de verde hoja y oro: Palmas y oreja tras aviso.
Andrés Roca Rey, de gris perla y oro: Palmas y dos orejas.
Jesús Enrique Colombo, de verde botella y oro: Dos orejas y oreja.
Las cuadrillas cumplieron con pulcritud.

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