domingo, 24 de abril de 2022

CAMINO DEL CENTENARIO (5) ENTREVISTA CON RUBITO, VÍSPERA DE LA ALTERNATIVA por Joaquín LÓPEZ BARBADILLO 26-2-1922 El Imparcial, Madrid.

  


Juan Salazar que junto a Juan Stuyck integra el tándem del afecto, la admiración y la amistad, fue el gran inspirador del Camino al Centenario. Notas que como azulejos intentamos reunir con el propósito de  reconocer entre aficionados del torero caraqueño Eleazar Sananes “Rubito”. 
Fue Sananes el primer espada venezolano en tomar la alternativa, el primero en torear en Madrid y abrirle el sendero profesional a la tauromaquia venezolana. Antes de Sananes, Venezuela vive en la prehistoria de la tauromaquia. Gracias a Eleazar Sananes que la historia nos toma en cuenta a los venezolanos. La entrevista a Sananes de López Barbadillo (1922) es un hallazgo importante que se lo debemos, como otros muchos bienes referenciales a nuestro admirado amigo Juan Salazar.
Desde Ventaurinos, en Caracas
Abril 2022, a 100 años de la alternativa
de Rubito

 

 

ELEAZAR SANANES, 

PARA SERVIR A USTEDES 

El Imparcial (Madrid. 1867). 26-2-1922 

 

 

 

Joaquín LÓPEZ BARBADILLO

 

 

Era en la noche del domingo pasado. Estábamos en nuestras mesas del Lion d´Or, mentidero mayor taurino de estos reinos, sede social de Bulo, Infundo y Compañía y sala de cotización de toda novedad cornamental que sale a la plaza, ya para iluminar largamente el firmamento como astro coletudo, ya para apagarse en silencio a ocho días vista, como el más triste y pringoso candil. Se hablaba de la fiesta de aquella propia tarde y se hablaba del novillero Llamas, que aunque llamado Llamas, también era un candil acabadito de apagar.

De pronto, al dirigir la vista a otra cercana arena, en que lo mismo que en la nuestra, no faltaban los correspondientes vastales masculinos. (¡ay, metáfora, a lo que obligas!) encantados de mantener el fuego de la afición exclamé sorprendido:

-      Hombre, ahí está el inglés, a quien le brindó un toro.

-      ¡Conque inglés, eh¡- me dijo un contertulio

-      Espere usté un momento, que se lo voy a presentar.

-      Y se levantó y se acercó al grupo taurino.

-       

Todos callaron. Se hizo un silencio respetuoso y solemne. Algo grave pasaba. Sin duda aquella alegre tropa estaba en el secreto, mientras el revistero, el único obligado, se tomaba un café, no en una silla ni ante un velador, sino en todo lo alto, en la más empinada rama, de la higuera. 

Llegó mi amigo al grupo y se dirigió el gentleman. El gentleman, correcto, fino, atildado y solícito, se puso al puto de pie. Era un muchacho delgado, no alto, extraordinariamente rubio, con el pelo hacia atrás. Los interlocutores, sobresaliendo de cintura arriba entre el espeso melonar de cabezas con tufos, de bolas con coletas y de limpias y venerables calvas de viejos abonados del 2, hablaron un instante con la vista vuelta hacia mi.

Luego, diligente y amable, con ágil contoneo de hombre a quien de seguro no le había enseñado a andar la niñera del Liverpool, se encaminó a mi sitio el caballero, guiado por el amigo.

 

-Eleazar Sananes - dijo éste, presentándomelo.

- ¡Camará! -exclamé yo.

-“Camará”, no; “Rubito” – me explicó el contertulio, que no era Muñoz Seca, pero lo debía ser.

 

Esto de “¡Camará!” es una frase que se usa en San Lucar de Barrameda para expresar el grado 23.450 de nuestra admiración. Admirado, no solo en ese grado, sino en unas décimas más, se quejó el que suscribe ante la aparición rara e inesperada.

Pero, ¿ya? ¿Ya? ¿Ya aquel hombre, aquel pollo, aquel inglés que no era inglés, sino venezolano, y no era lord, ni baronet, sino mozo del pueblo, y no turista, sino lidiador, y lidiador nuevo de la vieja tierra de los toros , y que había llegado a Madrid la noche antes, tenía su séquito, su corte, sus satélites, les había brindado por la tarde un novillos y, sin permiso del señor Cambó, ya figuraba como descargador, en un muelle de España, de un barco de arte, otro barco de agallas y otro barco de palmas y laureles sin pagar arancel.

 

Todo el invierno se ha estado hablando en “los llamados círculos taurinos” del descubrimiento, aventuras y proezas de este mozo. El cable (¡guarda, Pablo!) contaba y no acababa de él. Pero, para eso, si había una aduana infranqueable, en esta Casa cuyo santo y seña en materia taurina son y serán “Santo Tomás” y “Ver y creer”. Llegaron luego cartas, periódicos, fotografías; llegaron espadas, que tornaban de allá y que habían alternado con Sananes mismo… Se anunciaba su debut para una fecha próxima casi inmediata… Era ya cosa de decirle al lector, como me dijo a mí, en el Lion mi amigo:

-      Este es Sananes.

-      Aunque el lector, de igual modo que yo, dijese:

-      -¡Camará!

-      La obligada interviú fracasa, sin embargo. 

-      Este muchacho caraqueño… de Sevilla, que habla el andaluz como yo, que solo tiene como delator dejo de su tierra ese gracioso y blando “¿Cómo no?” peculiar de los sudamericanos, que brota en su charlar a cada seis palabras, vacila, se reserva, tartamudea, sonriente, pero siempre terco lo mismo que u chiquillo, cuando el revistero le empieza a interrogar.

-      - Y quisiera escribir algo de usted… Dígame, cuénteme.

-      - ¿Cómo no? Pero, ¿y que le cuento, señor?

-      - Cosas de usted, del toreo, de su vida. Lo que a usted se le ocurra.

-      A mi lo que se me ocurre es que estoy encantadísimo de estar ya aquí

Y de esto no sale. Ese “ya” es toda una historia. El viaje a España, la esperanza lograda; y ahora, la duda, la impaciencia, el temor, la confianza. La perspectiva y el miedo supremo de vestirse de luces en Madrid…

-      ¿Qué dad tiene?

-      - Tengo veintidós años, andando en veintitrés.

-      - ¿Tiene familia, padres?

-      -El padre lo perdí de niño… 

-      ¿Y madre?

-      ¿Cómo no? Madre, y una hermana, y un hermano. Allá esperando, la “viejita”; esperando, esperando…

-      Y de la mano de la “viejesilla”, asiéndose para tomar el tema del sueño con España, de la obsesión perenne, este Eleazar Sananes, que tiene un nombre hebreo y un primer apellido de fruta tropical (como si estuviera viendo un árbol de sananes, lleno de cacatúas) me cuenta que su madre se llama Echeverría, y viene de vascos. Nada de hablar del toro ni hablar del toreo. Con tirabuzón se le sacan los comienzos, su aprendizaje con reses sin putas, en lidia allá corriente, y que equivale a las capeas en España; su peregrinación por Panamá y Colombia, hasta llegar a la plaza de Lima donde para salir a torear se pasó un día dando de purpurina a las lentejuelas prehistóricas del traje, y donde se ganó la tarde del debut vente libras peruanas, para cobrar a la cuarta corrida dos mil soles, que son seis mil quinientas pesetas.

-      Hace dos años, en Panamá, señor tenía cien duros españoles y quise venirme pa acá.

-      “Acá” es la pesadilla. El Rubito me dice en voz más leve, como en un soliloquio, bajando la mirada, como si no me hablara a mi:  

-      - Esta tarde he ido a los novillos, no pa ver la corrida, ni los toreros, ni como embisten los toros en España. He ido pa ver cómo sonaban las palmas en Madrid.

-      -¿Pues no le gustan las de allá? ¿No viene ya harto?

-      - ¿Cómo no? Buenas son todas. Pero esto es otra cosa. ¡Esto es …toito, señor¡

-      Y nada más, nada de su arte ni de su estilo ni su manera ni su vida me contó el lidiador. Únicamente, y por casualidad, en no sé qué paréntesis del diálogo adquirí otra noticia: y es que el mozo de espadas, desde la niñez compañero de sus gestas, hermano en el azar de los quebrantos y del triunfo se apoda…¿Cómo se apoda?

-      “Matamoros”

-      Se llama “Matamoros”, como cualquier soldado de los que iban con Pizarro o Alvarado; como cualquier hombre que fue a pasear por las Indias el mote que ganara el padre ante Granada. Y lleva tres espadas: dos más de Hernán Cortés.

Esta fue la conversación. Lo que será el torero… sus ojos de usted lo verán, lector amigo. En estas cosas, ya usted sabe la máxima: “Ver y creer”. Dicen que si esto, que si lo otro y que si lo de más allá… En Caracas hay pasodoble Sananes, hay cigarros Sananes… En Lima ha toreado con todos los espadas españoles, y han ido arrancando a los morrillos de los toros la fama, los aplausos, el automóvil, la casa, la hacienda equivalente al cortijo de aquí. Como democráticas tierras que no se andan con mucho protocolo, no es menester, allí nada de alternativas para que un nuevo diestro toree al lado de un consagrado lidiador. Quisieron dársela a Sananes, y él no quiso. Escuetamente respondió que esas cosas las daba el público de España nada más.

 

Y ahora, lector, después de esta presentación, permita Dios que cuando él se presente, no haya llegado, ni esté al llegar, ni haya de llegar nunca ningún barco de América a cuyo bordo venga de pasajero nuestro viejo amigo el tío Paco con la rebaja concebida. Quisiera Dios que te asombras al uso de Sanlucar de Barrameda como si fueras vecino de Córdoba; 

-¡Camará!

 

Joaquín LÓPEZ BARBADILLO  (1875-1922) destacado periodista  del diario madrileño El Imparcial.

 Asiduo a las charlas de café en el Lio D´Or, nació en Sanlucar de Barrameda, provincia de Cádiz,  fue un periodista, escritor, crítico taurino y traductor español  de la literatura francesa. Colaborador de publicaciones periódicas de Madrid y Barcelona como Madrid Cómico, Vida Galante, ABC,  (1903) y El Imparcial. entre otras. 

López Barbadillo, tradujo txtos eróticos  franceses, también se dedicó a la crítica taurina.

 Murió en noviembre de 1922, a los ocho meses de entrevista con Eleazar Sananes “Rubito” realizada en noche de tertulia en el célebre Lios D´Or en  Madrid,. Su deceso ocurrió el 6 de noviembre de 1922 y velatorio en el Sanatorio Villa Luz de Madrid, fue enterrado en la sacramental de San Lorenzo  Poco antes de 1920,.López Barbadillo puso a la venta una parte de la magnífica colección que poseía de "libros raros y curiosos referentes a materias eróticas", compuesta por más de 300 ejemplares, franceses la mayoría de ellos. Tras su muerte en Madrid, a los 47 años, el 6 de noviembre de 1922, su viuda vendió el resto de aquella biblioteca picaresca, una de las mejores que existían en España.


 

 

 

 

 



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