Capítulo Uno
LA TIERRA POTOSINA
Este libro hasta hace poco fue un sueño. Hoy tienes en tus manos el relato de un proceso. El desarrollo de un proyecto y la evolución en la cría del toro bravo.
Ubiquémonos en tiempo y espacio. Visualicemos el panorama de México cuando Javier Garfias vino al mundo en San Luis Potosí; tierra ganadera, taurina, y cuna de buenos toreros, de hombres y mujeres emprendedores.
Fue en el año de 1929 cuando la economía universal vivía momentos de tensión.Tan tensos e intensos que afectaron y estremecieron los cimientos de los Estados Unidos; trémula en sus fundamentos, la poderosa nación del norte trepidaba por causa de la Gran Depresión.
Socavón de terribles consecuencias para México. Fecha marcada como un punto de inflexión para los migrantes mexicanos en el Unión Americana. Aquello fue la señal para el regreso: la repatriación de los mexicanos residentes en los Estados Unidos. El barranco económico provocó desempleo, hambre y xenofobia. Las deportaciones se desataron. Más de cuatro millones de mexicanos regresaron a México.
San Luis Potosí, el hogar de don Antonio Garfias Peña y de su esposa Irene de los Santos fue la cuna de Javier.
Tierra generosa San Luis que aportó la mano de obra migrante a Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas.
Aquel año,1929, estuvo marcado con el fuego de la incertidumbre y con el hierro de la crisis económica.
Como ocurre ahora, en el siglo XXI, ocurrió en los años 20 del siglo XX. La historia del mundo marca su registro con el acero inoxidable de la pandemia del Coronavirus. Fue el 29 el año de derivaciones de lo cotidiano que desvistieron ramales sobre la vida política. En el escenario de la turbulenta política mexicana están entre otros los corolarios del asesinato del presidente Obregón que perdió el brazo en la batalla de Celaya año 1915, cuando y donde derrotó a Pancho Villa y sus famosos "Dorados".
Luego de la batalla el campo del conflicto quedó regado de cadáveres y entre los muertos se confundía el brazo derecho de Obregón. Extremidad recogida en medio de la carnicería de la batalla para convertirla en reliquia de la religión revolucionaria.
-¿Cómo recuperó usted el brazo perdido en la batalla,
mi general? -se le preguntó a Obregón.
-Muy fácil" contestó el ingenioso y cínico
revolucionario. - Eché una moneda de oro al aire y mi brazo perdido
salió volando a cogerla.
De hecho, hay una fotografía en que dos mancos, Obregón y el famoso dramaturgo poeta y novelista Ramón Valle Inclán aplauden juntos la faena de Rodolfo Gaona. Cada uno con la mano que le quedaba al otro... así mismo surgirían las consecuencias que más tarde marcarán por el gobierno de Plutarco Elías Calles.
La vida continuó. EL país creció y México se defendió con mucha actividad en una nación favorecida con transformaciones académicas.
Germinó un grupo de intelectuales que logró destacarse e incrustarse entre los dirigentes políticos surgidos de los campos de batalla en la Revolución.
Intelectuales y pensadores encumbrados entre los más destacados del continente. Hombres y mujeres que brillaron a escala nacional e internacional. Aquellos fueron días de acoso y de siembra, época de profunda discusión ideológica, atractiva para hombres como el guerrillero nicaragüense Augusto César Sandino que sintiéndose hostigado por la regencia del presidente de Nicaragua José María Moncada Tapia, se refugió en México. Fue Sandino el único general que se opuso a Moncada, por ello recurrió al exilio. Estaba acorralado. Su asilo se prolongó entre el primero de enero de 1929 hasta 1933. Su rival político, Moncada Tapia fue profesor universitario, periodista, militar, aristócrata y político. Hombre lleno de talento, un caso perdido.
Los comunistas mexicanos que apoyaban a Moncada inculparon a Sandino de un hecho de corrupción, hecho denunciado más no comprobado de haber sido favorecido con 60 mil dólares por el presidente de México Emilio Portes Gil que durante el intirenato sustituyó al presidente electo Álvaro Obregón que sería asesinado por el cristero José de León Toral el 17 de julio en el restaurante "La Bombilla en la Ciudad de México.
Así era como se mecía el turbulento México. Así era el mundo en San Luis Potosí cuando llegó Javier Garfias al hogar de don Antonio Garfias Peña y de Irene de los Santos en 1929. Familia ganadera ajustada a las normas sociales y al proyecto económico trazado por Teodomiro Garfias el padre de don Antonio Garfias, abuelo de Javier y de indudable influencia en la formación de quien sería el ganadero más importante de la América Taurina. Aquel año, aquel día, se inició un andar que convertiría un simple sendero en un camino exitoso y ejemplar.
Capítulo dos
LAS VACAS
DEL MARQUÉS
Además del honor del ganadero en estos toros de Zacatecas y de Tlaxcala se reflejaba la tensa situación provocada por la rivalidad entre los hermanos Antonio y José Julián Llaguno, ganaderos de Fresnillo, Zacatecas y de José María, Lubín y Viliulfo González, de Apizaco Tlaxcala.
Fue tan acerba la competencia entre los ganaderos mexicanos, tanta la rivalidad, que trasladaron la selección de sus reses a distintos métodos de cría, los que seleccionaron bajo su propio concepto sus encastes a pesar que todos los vacunos que importaron de España procedían de Saltillo.
Los toros mexicanos adquiridos por los hermanos Botto, para su temporada de Lima eran producto de las cruzas del ganado criollo con vacas y toros de la ganadería de don Antonio Rueda y Quintanilla , Quinto Marqués de Saltillo, que en 1854 formó su hato a partir de las compras de reses al militar sevillano José Picavea de Lesaca. Vacada del encaste de la desaparecida ganadería del Conde de Vistahermosa, hato que fue adquirido por Salvador Varea Moreno, que vendió a Pedro José Picavea de Lesaca y de los Olivos.
En 1828 Salvador Varea realizó unas ventas de toros a Manuel Suárez Cordero. Venta que dividió en dos partes, una para su hija Manuela Suárez Jiménez que pasó a formar la ganadería que ya tenía en propiedad su esposo Anastasio Martín, y que en la actualidad es la ganadería de Hijos de Dolores Rufino; y la otra para su hijo Manuel Suárez Jiménez.
A Manolo le duró poco la ganadería ya que la vendió a Dolores Monge Roldán para formar la ganadería de Murube.
Picavea de Lesaca falleció en 1830 y fue sucedido por su esposa Isabel Montemayor Priego, quien al morir le sucede su hijo José Picavea de Lesaca Montemayor que venderá la ganadería a Antonio Rueda y Quintanilla, VII Marqués de Saltillo, dando lugar muy conocida y recurrida ganadería de Saltillo
Capítulo Tres
JOSELITO EN LIMA
Diez años antes que naciera Javier Garfias Joselito el Gallo visitó América. Lo hizo invitado a Lima para la temporada de 1919, la que organizaron los Hermanos Botto en la Plaza de Toros de Acho.
Lima está a 4 mil 650 kilómetros de San Luis Potosí y, por causa del luto que vivía por la muerte de su muy querida madre, no fue a México que tanto le atraía y del que tanto escuchó. Los mexicanos se habían enterado de la grandeza de Joselito El Gallo, sabían de Juan Belmonte y por supuesto estaban más que enterados de quien era Rodolfo Gaona .
Del hijo de la “Señá” Gabiela eran las mejores referencias por el eco de sus triunfos en España.
Joselito en su única visita a America se presentó en la plaza de Acho y lidió toros mexicanos de San Mateo, Zotoluca y de Piedras Negras. Contratado por una suma de dinero astronómica para la época actuó diez tardes en Acho La única plaza de toros donde Joselito toreó en América.
La crítica y llos entendidos aficinados del Perú tuvieron la oportunidad de presenciarde y admirar a Rodolfo Gaona y a Juan Belmonte. Los dos toreros que, junto a Joselito, integraron el máximo cartel de la Edad de Oro en la historia de la Tauromaquia. Gaona y Belmonte lo hicieron conquistando a sus exigentes aficionados. Tanto Rodolfo como Juan dejaron sembradas apasionadas peñas, admiradores y amigos que no le hicieron fácil la estada a Gallito en el Perú. Repito que la temporada de Joselito en Lima fue contratada para diez corridas de toros y su visita se prolongaría por dos meses.
Arribó Gallito a El Callao luego de una travesía de cinco semanas desde La Hab cruzando el Caribe hasta llegar a Panamá, cruzar el Canal de Panamá para abordar un paquebote en el Pacífico en una nave que le llevaría al puerto de Lima, El Callao, para su presentación. Los hermanos Botto en los prolegómenos de la temporada limeña habían viajado a México para contratar toros de cuatro ganaderías. Todas de sangre Saltillo cruzados con criollo mexicano, que era lo que estaba de moda: seis toros de San Mateo, tres de Zotoluca y seis de Piedras Negras, seis de La Laguna… Todos de procedencia de la cruza de las vacas criollas con toros padres de Antonio Rueda y Quintanilla, VII Marqués de Saltillo.
De los toros mexicanos que llegaron a Lima, los de San Mateo fueron protestados incluso antes que los viera la afición o las autoridades. Simplemente por la encordia sembrada por una prensa enemiga de Joselito, por el solo hecho de su idolatría por Belmonte o por Gaona. Protestas capitaneadas por líderes de los grupos de reventadores, sembrados por Gaona y Belomonte.
No fueron grupos capitaneados por los toreros, sino adulantes que creían ganar puntos en el afecto de los famosos espadas. Protestas, antes de ver los toros, por la escasa presencia y breve encornadura de los toros de San Mateo haciéndose eco de campañas de prensa sembradas en el propio México por sectores enemigos de los Llaguno. Rechazo que se manifestó con broncas en los tendidos al momento de hacer el paseillo Joselito. Acontecimientos violentos en contra de Gallito y la empresa. Hubo una notable y gran diferencia entre el toro peruano, criollo y basto, con edad, que sostenía la exigente temporada en Acho con los toros de la primera cruza con vacas criollas de los saltillos mexicanos.
Aunque no ocurrió así con los toros de Piedras Negras, tampoco con los de La Laguna y menos con los de Zotoluca que más bien fueron ovacionados desde que llegaron a los corrales de la plaza de Acho, hasta el momento que fueron lidiados.
El detalle histórico de lo ocurrido en Lima con la visita de Joselito es muy importante. Antes que llegaran Gallito y Juan Belmonte a Lima, lo hizo el mexicano Rodolfo Gaona, en 1916. Juan Belmonte lo hizo en 1917. El de Triana desde que llegó al Perú mantuvo una relación de reciproca admiración departiendo con la afición limeña y hasta novia tenía.
En tiempo del arribo del menor de los hermanos Gómez Ortega escribió Leonidas Rivera, Don Máximo:
- Joselito se estrenó en Lima en las condiciones más desfavorables pues tuvo en contra un factor poderoso: La sombra de Juan Belmonte, que había dejado un recuerdo imborrable.
Los partidarios Joselito, protagonista de la “Época de Oro del Toreo” junto a Rodolfo Gaona y Joselito El Gallo, consideraban irreverente que alguien se atreviera intetar opacar la estela de su ídolo.
Continua don Máximo y escribe que:
- …de hecho, este período esplendoroso de la fiesta, se inicia con la alternativa de Juan Belmonte el 16 de octubre de 1913 y concluye con la trágica desaparición de José Gómez Ortega Gallito el 16 de mayo de 1920.
Apasionamientos propios de la fiesta de los toros, tal como sucedía en la cuna del toreo, Lima no era menos y el día del debut de Joselito se hizo ostensible en los tendidos. Como cierto es que fueron algunos españoles seguidores del Pasmo de Triana encargados en crear el ambiente adverso al torero de Gelves entre los aficionados limeños, por medio de misivas con todo tipo de denuestos en su contra.
Continúa la nota de don Máximo :
- -… Los detractores locales se organizaron tras una porra de energúmenos que procuró hostilizar al diestro debutante, desde el mismo inicio del paseíllo. Sin duda, nada justificaba dicho accionar de ese sector de aficionados limeños, que no sea atribuible a un fanatismo exacerbado.
- -Gallito, el prodigio del toreo en ciernes, inmutable cruzó el ruedo y ni la bulla de pitos, matracas y cencerros le pudieron hacer cambiar de semblante.
- -No faltó un impertinente que le gritara en plena faena de una de la decena de actuaciones que cumplió en suelo limeño:
-“¡ Usa la izquierda…!” Entonces el diestro cambió de mano y templó con la muleta a un toro cinqueño y albahío de Asín, para instrumentarle cinco pases naturales portentoso, como si les dijera ahí les va, uno por año.
- Tras ello, todos los instrumentos del que se valían esos patanes cayeron a los pies del torero y las injurias dieron lugar a la aclamación unánime y delirante.
El benjamín de los Gallo, fiel a su personalidad y torero que abarcaba los tres tercios lo dominaba todo, al toro, a la plaza y a los públicos. Que Lima estaba viendo al que la historia iba a llamar por siempre por el título que le diera el periodista Paco Aguado, su gran biógrafo: - ¡Rey de los toreros !
En especial, por motivos y razones provocadas por los toros de San Mateo, aquel día surgieron posiciones adelantadas referidas a lo que, en el tiempo, se convertiría en una rivalidad profunda y sostenida entre los ganaderos de Zacatecas y los de Tlaxcala, rivalidad en la que años más adelante participará Javier Garfias que involucrado por razones de filiación llamaremos la veganza de La Sangre de Llaguno. La poca presencia de los toros de San Mateo, o la conspiración de los hinchas de Belmonte, barras bravas o reventadores,, usted dirá amable lector, fue lo que provocó la suspensión de la primera corrida de la temporada de Joselito El Gallo en Lima. Cuando comenzaba a desarrollarse el espectáculo, los espetadores presionaron a la autoridad taurina del Rimac. Presión que pudo haber respondido a posiciones externas o razonamiento bien fundamentado, que evitaría la alteración del orden público.
Las protestas por parte del público asistente a la plaza de Acho, la tarde del debut del fernómeno Gallito, fueron airadas y obligaron la intervención y suspensión de la corrida.
La autoridad con el propósito de evitar desórdenes por parte de la alterada concurrencia que reclamaba haber sido estafada, agregó al cartel cuatro toros criollos y completó la corrida con dos toros de San Mateo. Dos toros que sobraron de la aciaga tarde. No se vendieron entradas y la corrida se realizó a puerta cerrada para el público general y solo en presencia de invitados muy especiales. Asistió la prensa, factor importante en los reclamos y un grupo de los mejores aficionados del Perú, taurinos distinguidos por sus conocimientos y culta expresión entre aficionados prácticos, ganaderos, periodistas y escritores. Joselito, como director de lidia y en funciones de maestro lidió un toro de San Mateo, que fue un toro bravísimo que indultó la autoridad para destinarlo como semental para la formación de una ganadería peruana.
Con este gran toro de Llaguno, un Joselito, lleno de paciencia y de vergüenza profesional, tuvo el detalle de explicar sus conceptos de la lidia a viva voz.
El otro toro de San Mateo, lidiado y estoqueado por el Cuco Ortega fue de bandera.
Gallito en Acho
- Carteles y fechas de 1919 -
1.- 14 de diciembre, con Isidoro Martí Flores Ferrando Flores y Francisco Martín Curro Vásquez (padre de la saga de los famosos Vásquez) ante toros de La Rinconada de Mala.
2.- 21 de diciembre, junto a Curro Vásquez y Ángel Fernández Pedraza Angelete, en corrida de La Rinconada de Mala.
Esta fue una actuación notable de Joselito conforme relata el crítico Tío Cencerro: “Joselito hizo dos grandes faenas, en las que cortó orejas y un rabo; actuación llena de detalles artísticos de la que salieron los más exigentes de la plaza con una satisfacción y alegría que pocas veces han experimentado”.
3.- 28 de diciembre, repite con Flores y Angelete, con toros de Asín.
- Carteles y fechas de 1920 -
4.- 1° de enero, novillada en la que Joselito participa acompañando a su cuadrilla para las que se daba el festejo en beneficio, nada menos que como banderillero. Los novillos eran de Vilcahuaura, propiedad de don Augusto Leguía.
5.- 4 de enero, agotados los billetes del viejo coso limeño de Acho, corrida de El Olivar propiedad de don Celso Vásquez, conformada por los hijos de El Sereno un semental de Veragua. Alternó con Isidoro Flores y Curro Vásquez.
Sobre esta corrida, el crítico taurino del diario decano “El Comercio”, Carlos Solari Don Quijote (padre de Zeñó Manué, destacado crítico y periodista limeño), escribió:
-La afición limeña tiene ya para rato. La de ayer fue una corrida de ovaciones delirantes y la labor primorosa que desarrollara Gallito, el egregio sevillano bien merece, no digo, ser el ritornello obligado de diálogos y soliloquios, sino que es ecreedora a la obra de arte imposible, que la perpetuase para mayor gloria de Gelves, enseñanza que las futuras generaciones y confusión de taurófobos indocumentados y sin sindéresis…
¡Joselito, Ave César, Imperator ! ¡De todos los tiempos y de todos los magnates de coleta y taleguilla, Ave, Ave !
¡Tres verónicas monumentales y un quite que fue el acabóse!
¡Qué finura, qué temple, qué suavidad¡ !Dominio y arte supremo incomparable!
6.- 11 de enero, mano a mano con Manuel Rodríguez Manolete, padre del Mosntruo de Linares, toros de El Olivar.
7.- 9 de enero, corrida suspendida a mitad debido a la descomual bronca que se produjo en rechazo a los Saltillos mexicanos que adolecieron poco trapío e invalidez. Hicieron el paseíllo, Curro Vásquez y Joselito y como sobresaliente apareció Joaquín Capa Capita.
8.- 25 de enero, mano a mano con Isidoro Flores, ganado de El Olivar.
9.- 1° de febrero, otro mano a mano, esta vez con Curro Martín Vásquez ante una corrida de La Rinconada.
10.- 8 de febrero, corrida de El Olivar donde Joselito, que mató seis toros cortando cinco orejas y un rabo, doctoró al nacional Alberto Fernández Cachucha.
Fue la última presentación de Joselito en una Lima , afición que quedó maravillada y fanatizada con el diestro a decir del mismo cronista del diario La Prensa, El Tío Cencerro, que reseñaba:
- -Joselito toreó nueve corridas y participó en una novillada en Lima.No todas con buenos resultados, por los fallos del ganado en su mayoría y por los factores inesperados que suelen aparecer en el toro desde siempre condicionando a que no fueran aquellas tardes de rotundidad y de triunfo clamoroso.
- -Pero de las buenas y memorables sin duda que bastaron estas para dejar en las retinas de los privilegiados que las presenciaron y que ya no están, como indeleblemente en los registros y textos que hacen perdurar la epopeya y el recuerdo de alguien que como él representa la cumbre misma del toreo universal de todos los tiempos.
- -Algo más de tres meses posteriores a su última actuación en estos pagos al borde del río hablador, moría, hace una centuria, el gran y mítico Joselito, vestido con el traje grana y oro que le confeccionaron aquí, tras ser prendido por un toro de la Viuda de Ortega en Talavera de la Reina, dando origen con ello a su otro y definitivo encumbramiento, aquel que Lima, esa vieja y señera Ciudad de los Reyes, le contemplara como el rey de todos los toreros.
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