domingo, 25 de julio de 2021

¿QUÉ HUBIERA SIDO DE LA TEMPOADA SIN MORANTE? por Zabala de la Serna

 

Morante vive su plenitud: ¿imaginas qué hubiera sido de la temporada sin él?

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Morante vive su plenitud: ¿imaginas qué hubiera sido de la temporada sin él?

¿Imaginas qué hubiera sido del 2021 sin Morante? ¿Sospechas, acaso, qué habría sido de ti? ¿Qué tristeza abonaría ahora las arenas huérfanas de hondas verónicas, de su capote batiendo campanas, del toreo dibujado por su pecho? ¿Qué silencio sería ahora Jerez? ¿Y Santander? ¿Y Alicante? ¿Y Vistalegre? ¿Y...?

La temporada agitada al clamor de su nombre, por donde pisa, por donde pasa, se arrebujó este sábado de gloria en la tierra del Paula. Venía Morante de expandir su momento por tierra cántabras con una tarde de valor acongojante, cimas inauditas de aguante en un torero de su palo. ¿Cuál es su palo? Su palo son muchas ramas más allá del árbol del arte. Un incendio de tauromaquias, de fusiones gallistas -tanto José como Rafael-, bronces abelmontados, dejes de Chicuelo, ramalazos barrocos trianeros -de Cagancho a Curro Puya- y vestigios de naturalidad -Antonio Bienvenida y Pepe Luis-.

Morante y un manojo de toreros hicieron en Vistalegre la pequeña gran revolución del clasicismo, esa llama que lleva años Diego Urdiales manteniendo encendida. Y ahora viene Juan Ortega, que tan bien y también hace y dice el toreo, a sumarse al camino de la regeneración que en la Sevilla del 19 emprendió Pablo Aguado.

De repente, o no tanto, en Carabanchel se cambiaron los referentes, los espejos donde mirarse, las fuentes donde beber. Una generación de toreros en forja, neonatos del arte, prematuros la incubadora de la tauromaquia, miran ya fijamente hacia otro lado, hacia el axioma imperecedero: "El toreo es como fue, es y será". Morante vive desencadenado la plenitud de su carrera, a los 41 años y 24 de alternativa. Lo llamamos siempre genio, y ya va siendo hora de llamarlo maestro.

Leo a Paco Aguado, a Álvaro Acevedo, a Bayort lo de Jerez y muero de envidia. Me quedan Huelva con los torrestrella, y El Puerto con los veraguas de Prieto de la Cal [el gesto del año, la apuesta por un espectáculo diferente y la diversidad], y Málaga con los juampedros -podremos seguir echándolo a la hoguera pero al final siempre sale el hierro de Juan Pedro en las cumbres de la historia-, como consuelo.

Al fondo espera Sevilla con un ruido presentido y el miedo de los miuras. Estaré en todas con la fe recrecida y las mismas preguntas: ¿Imaginas qué hubiera sido del 2021 sin Morante, sin sus declaraciones y su desparpajo, su torería y su garbo, su responsabilidad y su compromiso? ¿Sospechas, acaso, qué habría sido de ti?

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