Morante de la Puebla, rebosante de valor y torería, cuajó una soberbia actuación ante dos toros muy distintos.
Por Jesús Bayort.
Leyendo el titular habrán pensado que ésta es una nueva cuña radiofónica como la que trata de imitar al maestro Sánchez Araujo. Pero esto no va de sucedáneos, sino de realidades: el 2021 es el Año Morante. Y así debemos recordarlo. Hay que peregrinar tras él. Y en la carriola de Morante cabemos todos. Que nos lleve el sábado a Huelva y después a la encerrona portuense. La romería bien podría terminar en su Huerta de San Antonio, postrados ante él.
Ayer, otra vez, la afición se rindió ante el genio de La Puebla del Río. Ya no son esos correligionarios ataviados de indumentaria estrafalaria y patillas rústicas los que jalean al matador. Morante ya rebasó las fronteras pueblerinas que tanto lo encasillaban. El que no se dé cuenta de la dimensión de este torero, tiene un serio problema. Porque estuvo tan valiente como El Espartero y tan genial y artista como el mayor de los Gallo.
Muchos hubiésemos firmado el final tras la antología a la verónica del inicio. Nunca hubo, ni habrá, un capote como el suyo. La capa mucho más caída de lo que últimamente acostumbra y meciéndola con las yemas como sólo él es capaz. Hubo una lapa por el pitón diestro que posiblemente se recuerde como la mejor del año. Y de la década. Se desmayó Morante, se cayó el tendido. Entendió al milímetro al primer ‘juampedro’. Empezó con los trastos retrasados, confiando en que lo mejor estaría por llegar. La música rompía a sonar y la conjunción ya era una realidad. El medio trazo de Morante tiene infinitamente más recorrido que las autopistas que intentan construir algunos «poderosos» del momento. Llegada la ocasión, apostó por la ligazón y aquello reprodujo la más rítmica canción. Se acordó a la hora de matar de la advertencia de Jaime Ostos en la víspera: «la mano nunca para atrás». Y se fue detrás de la franela, con la misma verdad que había toreado. La oreja no sabemos a qué atribuirla: si a la maravillosa verónica que duró una vida, si a su labor capotera, si a la torería en el conjunto o si fue por la majestuosa estocada que rebasó el ansiado hoyo de las agujas.
Pocas esperanzas albergamos tras el recibo al cuarto. Morante estiró las piernas y los brazos para lidiarlo. Su condición no era precisamente agradable. La clase habitual se transformó en genio. El otrora Morante le hubiera quitado las moscas de la cara y dejado medio sartenazo. Pero no, se dispuso a iniciarlo con unos ayudados por alto comprometidos y arriesgados. Los pitones merodeaban por la chorrera de su camisa. Un toro de los que vulgarmente llaman ‘costoso’. Y Morante colocado a la perfección, con un cite exacto y pasándoselo por la faja y las espinillas. Sin medias tintas, sin mentiras. Se reirá en sus pensamientos cuando tildan de valientes a los que hacen ademán de ello. Éste no necesita cambiados por la espalda para demostrar que es el más valiente de los coletudos. Lo iba sometiendo mientras le intercalaba pasajes de pinturería. El toro era brusco, Morante cariñoso. Sonaba Concha Flamenca y Jerez acompañaba por palmas. ‘Heroína’ se llamaba el toro. Droga dura fue la conjunción. A sus pies, matador.
Difícil papeleta tuvo por delante José María Manzanares. Salir con la capa acto seguido de Morante debe ser desconcertante. El alicantino tuvo en suerte el mejor lote de la corrida. ‘Soprano’ en primer turno, el más agudo y entonado de la primera melodía; ‘Vainazas’ en segundo turno, bravo y rebosante de clase, al que le dieron la vuelta al ruedo. No llegó a compactar una faena maciza el matador. Recuperó su versión más tensa y forzada, aunque hubo naturales de trazo exquisito en el epílogo de su labor. La espada volvió a funcionar y cayeron dos orejas. Ni mucho menos comparables a las de Morante.
A Pablo Aguado le sigue acompañando la poca fortuna en los sorteos. Tuvo un pésimo lote del que poco o nada pudo sacar.
Plaza de toros de Jerez de la Frontera. Sábado 24 de julio de 2021. Lleno de ‘no hay billetes’. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, destacando segundo y quinto. A este último se le concedió la vuelta al ruedo.
Morante de la Puebla, de verde esperanza y oro: pinchazo y estocada (oreja); estocada (dos orejas).
José María Manzanares, de sangre de toro y oro: dos pinchazos y media (ovación), estocada (dos orejas).
Pablo Aguado, de catafalco y plata: estocada (palmas); pinchazo y estocada (ovación).
Incidencias: destacaron en banderillas Daniel Duarte, Luis Blázquez, Iván García y Mambrú.
Publicado en ABC Sevilla
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