Tres poemas taurinos, para Don VICTOR JOSE LOPEZ EL VITO, el día de su cumpleaños, año 2020, de su amigo y admirador Luis Pérez Oramas.
La Gacela de Juan Belmonte (ca. 1997) imagina, en moderno verso encabalgadado, la venida de Juan Belmonte a Maracay durante su reaparición en los ruedos, a inicios de los años 20, que mi abuela decía recordar, en esa misma plaza donde Arruza y Manolete bordaron su mano a mano, y que decía mi padre haber visto. Corridas imaginarias, quizás, como los toros ideales.
La Gacela de César Girón (ca. 2003) es una breve elegía a César Girón, escrita al pasar, una tarde de Enero, por el lugar en la carretera de esos valles de Aragua donde el toro de la muerte se llevó en sus cuernos invisibles al torero.
El Romance de Nazarí y el Sueño (2015), celebra los caballos toreros de Diego Ventura, en especial Nazarí, ese dios equino, Pegaso colorado.
Para Victor José López el Vito, espada en cuya pluma la palabra templa y manda.
Gacela de Juan Belmonte
Turbio país
de cuando en cuando la luz desciende
el aire de siglo en siglo
se aclara el valle.
Maracay, altos calores
bajas sombras de zagüanes, patios de agua.
Hortensia se prepara
Selmira, Bonifacio, las mantillas.
Mañana Belmonte
viene la luz
de cuando en cuando
todos los Cristos de Triana sobre el valle.
Caracas, ca. 1997
Gacela de César Girón
Haremos la cruz
donde los valles arden
y otras cenizas suben al cielo.
Haremos la cruz
del oficio
en la plana caricia
de los valles de Aragua
en la sangre
del Guadalquivir como un espejo
de lo que no fuimos.
Haremos la cruz
cuando los cielos sean leves
y dulce la esperanza entre las nubes.
César yacía bajo los incendios
y en la madrugada acechaban
el sueño de los toros
cachorros y vírgenes lejanas.
Maracay, ca. 1997
Romance de Nazarí y el Sueño
No olvidaré
que el lomo del planeta
lleva lazo verde y blanco
y es cumbre en el galope de costado.
No olvidaré
Nazarí sin flores
la mañana acariciante y andaluza
de Luis Miguel bordando a Sueño
en la cresta del sueño que vendría.
Nazarí mi larga torva, Remate
pardo en lanzas de oro
no olvidaré el agua que corría
por la pata blanca, milagrosa
de Milagro
yegua angelical cuando cantaba
su potencia de dragones contra el toro.
Nazarí silencio y trueno
cárdeno abismo donde nace
un himno de temple, una canción
de trote alado:
el hilo de Pegaso que nos lleva
a caer de cielo en cielo
a morir de paso en paso
a vencer de vida en vida
la vida oscura que nos hila
de sueño en sueño hasta el prodigio
de ser sólo en tu espuma
sólo tu sombra Nazarí en la arena
sólo tu huella, tu estela
sólo para ver el día llegado
con la risa fugaz del último respiro
el ojo abierto y blanco de la muerte.
Lloraré por cántaros, por alhelíes
lloraré por un caballo.
Madrid-Venecia, 2015.
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