El pasado domingo despachando un toro de Campo Pequeño
RUBÉN DARÍO VILLAFRAZ
@rubenvillafraz
El hecho que la pandemia por el COVID-19 nos haya tocado en la fibra más profunda como taurinos, tras ver como el año se nos ha ido entre cuarentena y distanciamiento físico, social e incluso económico, todo ello no hace más que acentuar esas ansias para que esta situación atípica culmine y todo vuelva rodar a su “vieja” normalidad. Y el lio del toro también, con sus polémicas, informaciones y sorpresas que día a día nos depara.
El pasado 23 de febrero el matador de toros emeritense Alexander Guillén caía herido en el ruedo de la Plaza de Toros de Mérida, tras el fuerte varetazo que el brazo izquierdo recibiría de su primero pupilo de la tarde, de la ganadería el cual muy bien conoce, como es Los Aránguez. Se venían al pozo de la desolación los esfuerzos, sueños y ansias por trascender en la magna cita taurina, paulatinamente devaluada en categoría y todo lo demás en los últimos años, pero con el anhelo que más pronto que tarde vuelva a reverdecer.
La fractura fragmentada del humero izquierdo activó en Guillén una meta muy importante: Recuperar primero al hombre para luego venir por el torero. Y así fue, el proceso de consolidación de la misma resultaría tan satisfactorio como el hecho que desde el primer momento nunca dejó en hacer Guillén su fisioterapia para no perder tono y fuerza muscular, ni sobre todo el fino tacto del temple en la muleta. A finales de marzo ya le veíamos hacer toreo de salón, siempre bajo la atenta y permanente atención medica del personal de plaza, quien nunca le ha perdido el rastro a su evolución. El hecho es que ya el torero esta en los ruedos, tras poco más de 161 días de aquel percance.
Este domingo Alexander Guillén ha vuelto al toro, lo ha hecho en la Placita de Tienta Don “Augusto Rodríguez Jáuregui”, de Lusitano´s, en velada donde la invitación fue realizada por el rejoneador merideño José Luis Rodríguez Agostini, quien quería despachar un toro viejo suyo del hierro de Campo Pequeño, que se había quedado de las camadas de hace varios años allá en los potreros de El Morichal. Su edad imponía respeto, pero no menos cierto es que Alexander necesitaba esa prueba que solo los toreros son capaces de asimilar como es el de los retos y responsabilidad consigo mismo.
Y para ello qué mejor marco el coqueto ruedo de Lusitano´s, a puerta cerrada por las medidas estrictas de la cuarentena en la ciudad, para ver las bravas embestidas del pupilo vigíense, tanto en capote y muleta, auxiliado Guillén por las oportunas intervenciones de los novilleros merideños Carlos Sulbarán y David Torres, siempre ante la atenta mirada así mismo del anfitrión y sus caballerizos, a tenor de entender que estaba volviendo a la cara del toro, tras un parón largo y en especial, una fractura, de los percances más temidos de los toreros por su larga recuperación.
Bravo y noble el animal dejó ver las cualidades de un torero parco en su forma de torear, ese que bebería de los consejos de su maestro en Sevilla, José Antonio Campuzano, coincidiendo su estadía cuando Sebastián Castella era el “as de la manga” del maestro de Gerena, hablamos de mediados de la década pasada. Un torero de gran expresión y seriedad que tuvieron la ocasión de observar los escasos pero afortunados que este domingo vieron el resurgir de Alexander Guillén delante del toro.
Queda un largo trecho, cada vez más corto, para de nuevo poner a punto el tacto y sensibilidad de las formas y maneras de Guillén, a poco que una vez que salgamos de esta situación anómala en la que se encuentra el planeta en general y en específico el taurino, ofrezca la ocasión para verle en el ruedo, vestido de luces. ¡¡¡Allí estaremos!!!
DIEZ AÑOS DE UNA ALTERNATIVA
No se escapó la ocasión para el anfitrión de Lusitano´s, el rejoneador José Luis Rodríguez Agostini, echara mano de su vena artística, como es el arte del toreo a caballo, el cual no hacía desde aquella noche festiva del Domingo de Carnaval, cuando en este mismo escenario saldrían al ruedo tol Domingo de Carnaval, cuando en este mismo escenario saldrían al ruedo toda la vena taurina de esta familia.
Una vaquilla del mismo hierro del toro lidiado, es decir de su ganadería, serviría para de la misma forma, sortear de frente, de costado, a pitón contrario, sus embestidas, montando caballos que suponen una generación nueva de equinos, en formación pudiéramos decir, tras la jubilación de muchos que dieron nombre propio a su carrera.
Así mismo, no está menos recordar que por estos días, hace diez años, específicamente el venidero miércoles 19 de agosto, en la Catedral del Rejoneo, como es la lisboeta Plaza de Toros de Campo Pequeño tomaría su doctorado de lujo, ante la ceremonia y padrinazgo de la amazona Sonia Matías, con el toro «Madrilista», N° 44 de 562 kg de la ganadería de Manuel Coímbra junto a los cavaleiros lusitanos Antonio Brito Paes, Paulo Jorge Santos, Ribeiro Telles Bastos, Duarte Pinto, además del Grupo de Forcados Amadores de Mazatlán (México) y los Amadores de Alter do Chao y Beja.
Con todo esto, viene estas circunstancias netamente taurinas, ser un bálsamo a tanta noticia triste que nos ha acompañado, con de la misma manera escasa, para el conglomerado taurino emeritense.
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