Revistero, cronista o periodista, ¿dónde encaja el crítico taurino?
La Corrida de Toros, sin proponérselo nació como ejercicio militar. Formó la reseña una parte muy importante en sus inicios, como revista a los acontecimientos ocurridos durante los ejercicios militares. Una especie de observación oficial, para saber y comprender con qué contaba la caballería.
Así fue cómo la Revista dio los primeros pasos de lo que más tarde sería la Relación y la Crónica en el terreno de la Información.
Gracias a las relaciones y a las descripciones que del ejercicio se hacía en el seno del estamento militar, la Corrida de Toros Caballeresca creció en las plazas de ciudades y pueblos. Crece gracias al estímulo de la competencia, entre los participantes. Con este ejercicio, caballeros en competencia, surge el relato del suceso taurómaco narrado con una técnica literaria.
José María de Cossío rechaza que lo anotado por los relatores tuvieran intención informativa, aunque reconoce que la intención informativa sí impulsó a los escritores para describir la corrida y para lucirse literariamente.
Es decir, la intención literaria está presente desde los orígenes de la crónica taurina, y pervive en el presente, convertida en género periodístico e informativo.
La crónica taurina es un relato urgente y espontáneo de lo acontecido en una corrida.
La historia del desarrollo de la crónica taurina es amplia, sus orígenes los desvela Góngora en unos versos, cuando don Miguel de Cervantes residía en Valladolid. Góngora en su relato hace referencia a los toros a correrse con motivo de las fiestas en la feria, y, en sus versos, invita a Cervantes que aquellos días estaba encargado de la revista taurina. Le pide Góngora al de Lepanto involucrar en estas hazañas “…a Don Quijote, Sancho y su Jumento”.
La Revista debe informar con precisión los hechos. Es decir, el número exacto de puyazos, lances, pases y estocadas, sin valoración crítica en sus ejecutorias. Simplemente un registro notarial de lo sucedido.
La primera revista tiene fecha de 20 de junio de 1793, por “Un Curioso”. A partir de 1800, la reseña taurina se limita a la publicidad de cuándo y dónde se realizarán los eventos taurinos. Será en la revista El Correo Literario y Mercantil, que opina, critica, aplaude y censura el espectáculo donde aparezca la primera crónica, o revista, con la firma “Un suscriptor aficionado” … que el 28 de julio de 1828 recibe una réplica a una de sus críticas… “como una lección doctrinaria”.
El nacimiento de la revista y su evolución, es decir el nacimiento del periodismo taurino estricto, corre paralelo a la transformación del toreo y a la transición de la corrida caballeresca de a pie, como más o menos la conocemos hoy, a la reglamentación del arte de torear y a la aparición de conjuntos de normas y consejos para la lidia llamados Tauromaquia.
Nace el periodismo taurino. Parcializado y competitivo con los diarios El Imparcial, monárquico que apoya a Alfonso XII en 1867 y El Liberal, republicano en 1879. Dos diarios muy importantes, por influyentes. Dos medios que le ponen mucha atención, conocimiento y pasión a la fiesta de los toros. Lo que en ella ocurre, quienes participan. A qué se dedican. Surge la crónica taurina, y los toros ocupan espacios informativos como lo ocupa el Teatro y la Cultura. Es cuando surgen las firmas de Peña y Goñi, Rodríguez Chávez, Achares, Mariano de la Cavia Sobaquillo y Eduardo Muñoz, director y editor de El Enano, el periódico taurino más longevo de la época y que abrió senderos importantes en las comunicaciones a los periodistas taurinos.
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