Ni los cambios ocurridos en la Guerra de la Sucesión Española, cuando los borbones fueron desplazados por los Austria, o cuando el Concilio de Trento acordó prohibir los toros, nunca antes había sido tan castigada la Tauromaquia como lo ha sido ahora con la pandemia provocada por el Coronavirus.
Penosamente recluidos, y testigos de tan infame capítulo en la historia de la humanidad, apencados en las tablas de nuestros recuerdos, nutridos por viejos apuntes, revisamos breves páginas de nuestra extensa historia, la historia de los venezolanos y los toros, que están llena de recuerdos, ejemplos y lecciones.
Releyendo y escogiéndolas al azar, como recomendaba Pepe Alameda, admirado Maestro, nos llenamos de vigor y de optimismo al viajar en el tiempo, como si cabalgáramos “obstinados con su polvo de siglos”, como lo hicimos en el poema dedicado, como “…lentamente cabalgan raros supervivientes de la Historia de España”.
Así, “al paso, los alguaciles marchan al frente de la tropa barroca y ordenada” arrancó la temporada de 1960, a 60 años de distancia cuando sin material objetivo y vestidos de infantiles sueños, los venezolanos dimos y vivimos pasos importantes de la fiesta de los toros en apenas dos ciudades. Un par de teatros sobre cuyas arenas se formaron y forjaron los mejores y más importantes toreros de nuestra historia: Caracas y Maracay. El Nuevo Circo en San Agustín y la Maestranza en el Calicanto.
Y fue en homenaje a los Estudiantes de la Universidad Central de Venezuela que se organizó la Feria Universitaria, en el Nuevo Circo de Caracas, con cuatro corridas de toros mexicanos en el abono pertenecientes a diversas divisas aztecas: Pastejé, El Rocío, Santo Domingo, Las Huertas, Ayala y Santín.
Los toreros venezolanos encabezados por Diamante Negro, Curro Girón y Rafael Girón recibieron a los líderes del escalafón español como eran hace 60 años Gregorio Sánchez, Dámaso Gómez y Juan Antonio Romero, en competencia con los mexicanos Alfredo Leal, Eliseo Gómez “El Charro” y Humberto Moro.
La tarde del 14 de febrero, lleno en la plaza y salida a hombros de Alfredo Leal, Curro Girón y del toledano Gregorio Sánchez. Torero de 10 tardes Puerta Grande en Las Ventas de Madrid.
Caliente el ambiente, con el resultado de los festejos de la Semana del Estudiante y la Feria Universitaria, se anunciaron importantes corridas para Maracay, también con toros mexicanos como la del mano a mano del 6 de marzo con Luis Miguel Dominguín y Curro Girón con toros de San Miguel de Mimiahuapam.
Insistimos que, animados por el éxito de Caracas con los festejos universitarios, Alejandro Arratia Oses apoyado por Manolo Chopera organizó cuatro tardes en la Maestranza del Calicanto, las que por su resultado artístico y económico escribirían en molde de mayúscula la historia de aquella temporada en un país que tenía una ganadería en proceso de extinción, tampoco presumía de plazas de toros monumentales y su temporada era con reses cuneras, mezcla de criollos con cebúes. Eso sí, siempre había podido contar con buenos matadores de toros. En esta oportunidad el brillo de los hermanos Girón iluminaba el sendero de nuestra fiesta, un el Diamante Negro en el ocaso de su apasionante vida junto a Joselito Torres, Eduardo Antich, Sergio Flores, Evelio Yepes y el sorprendente Carlos Saldaña.
Entenderán con breve exposición el porqué Saldaña fue un torero “sorprendente”. Aquellos quienes hurguen en su biografía y conozcan los entretelones de su apasionante paso por México, descubrirán que fue ídolo en Tijuana, Baja California, llegando a unir su nombre junto al de la célebre Amalia Mendoza, La Tariacuri.
Los triunfos en el Norte de México, de Carlos Saldaña, promovidos por una importante prensa taurina convertida en eco de sus éxitos en los ruedos, que por años y temporadas diversas han podido contar ganaderos y toreros mexicanos ya que el periodismo de México ha sabido apoyar al torero nacional que condujeron al novillero venezolano a la puerta de la Plaza de Toros Monumental en la temporada de novilladas de 1955, llegando a ser rival y compañero de cartel de la figura cumbe de la novillería azteca, Fernando de los Reyes “El Callao”.
Y Fue con El Callao el debut y el triunfo grande de Carlos Saldaña en la Plaza México. Toros de Mimiahuapam. Romerita, el tercero en discordia. El Callao resultó herido aquella tarde. El venezolano Carlos Saldaña abrió la Puerta Grande. La que se conoce como “la del Encierro” tal y como testifica la foto que acompaña esta reseña de la historia del admirado torero.
Carlos repitió el dos de octubre con toros de Cerralvo, con Navarrito – herido – y El Callao en el cartel. Los toros de Saldaña llevaron por nombre Artillero y Mercader. El 16 de octubre volvió en la eliminatoria del Estoque de Plata, con El Callao, Heriberto García, Juan Antonio Silveti, hijo del Tigre de Guanajuato, Oscar Rivera, Raúl Bassó, Ramón Tirado y Arturo Tamez con toros de Zacatepec.
Saldaña calificó para la del Estoque de Plata, el 6 de noviembre, trofeo que conquistaría Raúl Márquez, dos orejas y cornada. También actuaron Rodolfo Palafox, Romerita y Ramón Tirado ante reses de Zotoluca. El toro de Saldaña fue distinguido con el nombre de Leñador.
Regresando en el tiempo a Maracay y después del fracaso del mano a mano de Luis Miguel y de Curro Girón, 13 de marzo se anunció un muy atractivo cartel que penosamente tuvo poco poder de convocatoria: Toros de Xajay y de El Rocío para Joselito Huerta (saludos y 2 orejas), Rafael Girón (silencio y silencio) , Carlos Saldaña (2 orejas y 2 orejas y rabo) y el debut en Venezuela de Diego Puerta (2 vueltas al ruedo y 1 oreja) Huerta, Saldaña y Puerta salieron a hombros de los entusiastas aficionados de Aragua.
Recordamos la promoción radiofónica de don Alejandro Arratia Oses, quien anunciaba el debut en Venezuela de Paco Camino con el atractivo lema de “No hay Puerta sin Camino, ni Camino sin Puerta”, presentando de esa forma la corrida del 11 de diciembre de 1960, con el que marcaba el debut del sabio torero de Camas, Paco Camino, en compañía de dos ídolos: Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro” ( vuelta y 2 orejas) y Luis Procuna “El Berrendito” (silencio y silencio). Se lidiaron toros de Pastejé, el primero de Camino llevó por nombre Caraqueño, Camino y El Diamante salieron a hombros.
Al domingo siguiente, repitió Camino en Maracay que había aprovechado la semana de estada para visitar Caracas. En la capital el sevillano sembró amistades, como Manolo de la Rosa que perduraron por años. Se hizo ídolo y amo de la afición. En la Maestranza en su segundo festejo actuó en compañía de Alfredo Leal con toros de Pastejé, y Sergio Flores quien pechó con el único guayabitero del cartel. Fue lesionado en el quinto. Antes de este histórico, la presentación de Camino, el 2 de diciembre toros de Guayabita en una corrida de toros traída por los pelos queriendo aprovechar la ola de entusiasmo provocada por los anteriores festejos. El cartel fue el del victoriano Eduardo Antich, Joselito Torres “El tesoro de Charallave” y el mirandino Evelio Yepes que tomó la alternativa el 18 de diciembre de 1960, cuando apenas dos plazas sembraban con las novilladas criollas los toreros del futuro: Maracay, con su inagotable cantera con Joselito López, Argenis López y Carlos Martínez como una fuerte apuesta al futuro; y en Valencia Samuel Franco, Juan Flores, Ramón Martínez y Rebujina aprovechaban lo que quedaba de Mazaferro en Arenas de Valencia para distraerse con la ilusión de ser lo que no pudieron ser.
Fue un hito, un adoquín encajado en un muro de recuerdos que provocaría al poco tiempo surgiera una ola muy taurina, la que sembraría plaza de toros Monumentales como son las de San Cristóbal, Valencia, Maracaibo y Mérida, ganaderías pioneras como Los Aránguez, Tarapío, Bella Vista, Tierra Blanca, Rancho Grande, El Prado, Laguna Blanca … Escuelas taurinas, desaparecidas algunas, en San Cristóbal, Valencia, Mérida, Maracay, Barquisimeto, Caracas, Los Teques, Valle de La Pascua, Tovar… Y temporadas de novilladas muy importantes con reses nacionales, ganado de casta y competencia entre los taurinos.
Son 60 años de una lección, sueño visto en la distancia se volver a ser lo que fuimos en los toros los venezolanos
es una posesión, porque
el olvido
es una de las formas de la memoria,
su vago sótano,
la otra cara secreta de la moneda
JORGE LUIS BORGES
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