Un nuevo invento de Simón Casas: la corrida de «las seis naciones», con un diestro de cada una. No escasean las banderas nacionales, en los tendidos. Son seis toreros en distinta situación profesional: los tres primeros, Juan Bautista, Bolívar y Álamo, ya veteranos, sobre todo, los dos primeros; los otros tres, Galdós, Luis David y Colombo, recién llegados al escalafón de matadores. Recuerdo los versos de Cervantes: «Dicen que la variedad/ hace a la naturaleza;/ colma de gusto y belleza…» Desde hace 37 años no se celebra una corrida con seis toreros, en Las Ventas. Por desgracia, las reses de El Pilar-Moisés Fraile dan mal juego; además, varios diestros pinchan, escuchamos cinco avisos. Sólo Luis David y Colombo rozan el triunfo: se quedan en petición y vuelta.
El francés Juan Bautista ha pasado ya sin relieve dos tardes por la Feria. El primero hace pobre pelea en varas, aprieta a tablas, es muy deslucido. El diestro resuelve el problema con profesionalidad, sin brillo, y mata mal, yéndose.
El colombiano Luis Bolívar, ya veterano, dejó buena impresión en la Feria de Abril. Lidia bien y se luce en verónicas en el segundo, que galopa alegre hacia el caballo pero se cierne. Luis brinda a su país. En la primera serie, lo empala por la pierna y sufre una paliza, le arranca el corbatín. Sin amilanarse, logra naturales templados y derechazos con emoción pero el toro va a peor y mata caído.
El salmantino Juan del Álamo no ha repetido, en sus dos corridas, el éxito del año anterior. Al tercero, incierto, lo mete bien en la muleta, logra algunos derechazos lucidos pero el toro va a menos y la faena no cuaja.
El peruano Joaquín Galdós, que viene de triunfar en Granada, intenta acercarse al puesto de privilegio que ocupa su compatriota Roca Rey y que tan bueno ha sido para la Fiesta, en su país. El cuarto cumple mejor en varas. Galdós tiene una estética personal atractiva pero no logra imponer su mando, en un trasteo intermitente.
El mexicano Luis David cortó una oreja y dejó gran impresión con los toros de Juan Pedro. En el quinto, veleto, está muy firme y entregado, logra buenos muletazos mientras duran las embestidas, que es poco. Se vuelca en la estocada: petición.
Pitonazo en la cara
Colombo salió algo tocado de su confirmación de alternativa, la tarde anterior. Recibe al sexto con dos largas de rodillas; quita por chicuelinas de compás abierto (la absurda moda que trajo José Tomás). Banderillea espectacular, con facultades; cierra al quiebro, caído, y pone un cuarto par. El toro pega arreones, le da un pitonazo en la cara, como el gancho de un boxeador, Se sobrepone, y se entrega, con la espada: petición. Ha de madurar pero logra remontar, con mucha casta torera.
Un vecino, aragonés, me pasa esta nota:
«Los toros del Pilar dicen
que no quieren ser franceses,
que ellos no son colombianos,
ni siquiera salmantinos;
no son toros peruanos; sólo, en parte, mexicanos
y algo, venezolanos.
¿Cuál es la nación taurina
que eligen esos astados?
No llegarán, yo me temo,
a la de los toros bravos».
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