CRÓNICA DE ZABALA DE LA SERNA. elmundo.es
SEVILLA:
Cuerpo a tierra, que vienen
los nuestros
·
Voluntad
sin premio de Escribano y Luque frente a una miurada de morucho comportamiento
en una tarde en la que hubo más de tres cuartos de entrada pese al viento y la
lluvia.
EL MORUCHO DE MIURA |
Quienes esperaban un batacazo
en la Maestranza se sorprendieron con la entrada; quienes anhelaban que
desbarrancase la taquilla se quedaron con las ganas. Tocado pero no hundido el
espíritu de Sevilla. A pesar de los vetadores y pese a Eduardo Canorea, hay
algo más grande, una fuerza titánica, un misterio poderoso, una 'meiga' gitana.
Frente a la Puerta del Príncipe los antiturinos -100 a ojo de mal cubero-
gritaban entre sus consignas: «¡Esta plaza, la vamos a cerrar! ¡Esta plaza, la
vamos a cerrar!» Pónganse a la cola que ya hay pretendientes. Sólo que antes habrán de derribar la pirámide inexplicable bajo la
que sobrevive a todos los puteos. Que ayer hubiera tres cuartos
largos de público en sus tendidos y en sus palcos reconvertidos y en sus gradas
reformadas es un encuentro en la tercera fase: Spielberg congregaba a una
multitud a la espalda de la Montaña del Diablo que había acudido por una serie
de señales que no sabía explicar.
O eso o el reclamo del nombre de Miura, que a
la vera del Guadalquivir encuentra uno de sus feudos históricos. Pamplona es el
otro. Tan cerca y tan lejos de Zahariche. La empresa Pagés probablemente dio en
la tecla con su anuncio. A priori. Porque en
Sevilla por Resurreción lo más bravo fue el pregón de Esperanza Aguirre. Esperanza
'La Brava' debió haber añadido a su elegante vestido un florete para
desenfundarlo en el momento de pronunciar aquello de Dios, Patria y Toros, más
o menos. Y la mirada perdida en los focos del Lope de Vega. O un cañón como
Agustina de Aragón: «Los españoles que quieren dejar de serlo luchan contra la
Fiesta de los toros», afirmación que siendo cierta en la Cataluña abolicionista
o en el abolicionismo de San Sebatián no cuadra en las bárbaras campañas
persecutorias que sufren nuestros hermanos aficionados de Francia. Aquellos
antis, es verdad, tampoco quieren ser españoles. A la encastada presidenta se
le escapó el pequeño matiz de la internacionalidad del movimiento antitaurino,
financiado mayormente desde el extranjero.
La amenaza de los 100 hijos de su remota madre
que se concentraban en la Puerta del Príncipe («¡esta plaza la vamos a
cerrar!») casi la perpetra finalmente la corrida de Miura, que devolvió de un
tirón todos los premios de la pasada Feria de Abril con su morucho
comportamiento y su mentirosa acometida a los caballos; sus testas por encima
de los palillos de las muletas; su peligro sordo de la falta de fijeza. Siempre sin ser ni el miura bueno ni el miura malo, malo.
Contra 'Zamarrito', 'Macareno', 'Lesnero', 'Osito' -tiene huevos el nombre-
'Ladino' y 'Bravío' se estrellaron las ilusiones de Manuel Escribano y Daniel
Luque. A Escribano y a Luque los recibieron con una ovación de aliento, una
palmada en la espalda, un venga muchachos a por ellos, valientes.
Manuel Escribano se lo creyó. Y se fue en sus tres miuras a
portagayola, una suerte que plantea sobre la pizarra del albero
muy lejana a la puerta de toriles. De purita potra se salvó cuando el inmenso y
cárdeno tercero le saltó por encima como un tigre de Bengala. Cuerpo a tierra
(eso digo yo a veces cuando vienen los nuestros, y los nuestros, o los de
Sevilla, ayer eran los miuras). Increíblemente, el toro con ese tonelaje de 609
kilos en su amplísimo esqueleto se
revolvió como un santacoloma. Escribano perdió pie, soltó el
capote, trató de rodar... Pero los pitones lo alcanzaron para empujarlo cinco
metros de un topetazo. Nueve capotes se presentaron raudos al quite. Diría que
todas las cuadrillas comandadas por Luque. Un puntazo en el azul oscuro de la
taleguilla pero nada más.
Igual que marchó a paso de legionario a la
boca del miedo en sus tres miuras, en los tres agarró los palos con desigual
fortuna, mucha exposición cuando no lanzaba los garapullos en cuarteos de poca
fe. A los quiebros por dentro o al violín todo el mérito para Manuel Escribano. La única opción con la que
contó en la muleta sería la del más encastado primero, a pesar
de que derrotaba por arriba. Mas, una vez que le cogió el aire por el derecho
-por el izquierdo no había caso ni causa-, evitó el derrote con la muleta por
debajo de la pala. Erró al prolongar la faena y querer hacerlo además por el
pitón malo. De sus otros miureños, nada que extraer: el tercero se metía por
dentro y se defendió como el quinto. La contundente estocada a este último
sería la única de su actuación.
A Daniel Luque apenas le concedió opciones un
sardo que humilló como ninguno (en Miura siempre es dentro de un orden), aun en
sus pocas fuerzas y su escasito fondo noble. Luque con el capote lo bregó y,
sobre todo, le dibujó unos lances templadísimos a la verónica en un quite. Los
dos toreros de Gerena no se perdonaron ni uno. Por chicuelinas, faroles invertidos, delantales... Un motón.
Hasta que se rajó, Luque lo toreó compuesto por la mano derecha. Después el
cuarto resultó infumable de cabrón (sin poder) y el último tampoco pasaba.
Anduvo resolutivo con la espada.
La frase de los antis
quedó como un eco en la tarde: «¡esta plaza la vamos a cerrar!». Ellos no son
los nuestros, pero me dan menos miedo.
Domingo, 20 de
abril de 2014. Tres cuartos largos de entrada. Toros de Eduardo Miura, de
diferentes hechuras y remates y desiguales seriedades en su morfología
característica; un 1º largo y lustroso que pese al derrote final tuvo sus
opciones por el derecho; sin fuerza ni fondo el noble y rajado 2º; un tío el
cárdeno y enorme 3º que se metía por dentro y se defendía; infumable y
complicado el dañado 4º; a la defensiva el cardenito 5º; sin pasar el pesado
6º.
· Manuel Escribano, de azul
marino y oro. Media estocada
trasera y tendida y seis descabellos. Aviso (saludos). En el tercero, dos
pinchazos y media estocada tendida (silencio). En el quinto, gran espadazo
(saludos).
· Daniel Luque, de blanco y oro. Estocada pasada (silencio). En el cuarto, estocada corta fulminante
(silencio). En el sexto, media estocada atravesada (silencio).
MADRID:
Vuelta al ruedo 'in
extremis' para Antonio Nazaré
La procesión del
silencio celebrada el domingo en Las Ventas la rescató en el último instante
Antonio Nazaré con la mano izquierda. El sevillano salvó los muebles propios y
ajenos tras aprovechar las virtudes del sexto ejemplar de Gavira, el mejor de
un conjunto serio y bien armado pero carente de raza y fondo. Mucha nobleza en
los toros pero escasa entrega. Sí la tuvo el que cerró plaza, que tuvo
recorrido por el lado izquierdo por donde Nazaré dibujó tres series
ligadas, de muleta rastrera y compacto estilo. Plástico y
templado, Nazaré logró meter al público en una faena que, sin ser redonda, tuvo
momentos buenos. Se le pidió la oreja de forma
tímida. Dio una vuelta al ruedo, como consuelo triunfal a los
cinco silencios previos.
Con
algo menos de un tercio de entrada se jugaron seis toros de Gavira, sustitutos de los
inicialmente anunciados de Los Bayones, que fueron rechazados en el
reconocimiento previo. Curro Díaz, silencio tras aviso y silencio; Morenito de
Aranda, silencio tras aviso y silencio; Antonio Nazaré silencio y vuelta tras
petición.
MÁLAGA:
Sin toros no
hay Fiesta
La lluvia pertinaz de
la mañana y primeras horas de la tarde dejó el ruedo en mal estado. El retraso
del comienzo estaba justificado. Por encima de otras circunstancias, la gente
que casi llenó la plaza, -en las taquillas ponía que se habían agotado las entradas-,
tenía ganas de toros. Y estaba del lado de los toreros en una ovación cariñosa
tras el paseíllo. Tenían ganas de toros, que fue lo que faltó en La Malagueta.
Los diestros no pueden quejarse. Habían elegido los suyos y el fallo hay que
ponerlo en su balanza. El toro no salió a la plaza,
bien porque algunos no llegaron a tener el trapío que debe exigirse en una
plaza de primera, bien porque fomaron un lote de inválidos y
descastados que lograron desesperar a los lidiadores y al público.
La Malagueta. Domingo 20 de abril de 2014. Se colgó el «no hay billetes»
aunque no se llenó la plaza. Toros, por orden de salida de Victoriano del Río
(sobrero), muy flojo; Garcigrande, noble y descastado; Juan Pedro Domecq
inválido; Victoriano del Río, rajado y difícil; Jandilla, noblón pero soso y
descastado; y Domingo Hernández, noble y rajado.
· Morante de la Puebla, nazareno y oro. Pinchazo y media. Aviso (saludos). En el tercero, media
estocada (silencio). En el quinto, pinchazo y descabello (saludos).
· El Juli, de verde hoja y oro.
Estocada defectuosa y descabello (saludos). En el cuarto, dos pinchazos y
estocada caída (silencio). En el sexto, pinchazo, estocada contraria y
descabello. Aviso (saludos).
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