por: AFICIONPERU.COM/Mónica Alaejos
Ver
hoy torear a Perera ha sido estar al borde del abismo, ha sido apretar los
dientes para dejar que las mariposas de la barriga tuviesen hueco donde moverse
al pelear unas con otras por encontrar un hueco donde respirar. Ver hoy torear
a Perera ha sido mucho más que reseñar numéricamente el resultado de algo
intangible, porque a la postre los sentimientos no se cuentan por orejas. Ver
hoy torear a Perera ha sido el culmen de la expresión y del disfrute de una
obra maestra efímera que nadie podrá contar ni plasmar en un cuadro eterno
porque la inspiración no se cuenta ni se mide, no se suma ni se resta pero la
inspiración de una obra maestra nunca se olvida.
El
quite a su primero cargado de plasticidad fue reminiscencia del toreo mexicano
de siglos, chicuelinas y gaoneras se quitaban la palabra mientras el toro
pasaba por un sitio imposible y la plaza de Acho rugía en pie. Tras un inicio
de faena estoico, con un control asombroso de los tiempos, cambiándole la
muleta en la cara llegó la profundidad que tiene todo lo bello y los argumentos
de peso que nos dejaron con la miel en los labios porque el toro no quiso más,
se fue apagando ante la pasmosa seguridad de unas manos que acariciaban cada
embestida.
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En
el quinto llegó la cadencia a la verónica con el compás abierto y el temple a
pies juntos en los medios con los pies clavados en una arena de más de
doscientos años y que ha sido testigo mudo esta tarde del dominio del escenario
y de la esencia del toreo en la bamba de la muleta, el que se hace a compás y el
que va construyendo y dando solidez a una faena que parecía no tener fin.
Bendita
locura la de la inspiración de Miguel Ángel manejando los momentos, sin
compasión de quienes mirábamos como el tiempo se paraba en las muñecas de algo
irrepetible porque el toreo nunca será ciencia pura. Bendita locura la que da
la raza, la rabia, el abismo al que se asoma la técnica del extremeño a la que
esta tarde terminó volviendo loca.
Bendita
locura la de la magia de poder haberlo vivido y haberlo visto y suerte la nuestra,
la de todos los que estábamos en Acho y que no nos vamos a quedar con la reseña
en la retina.
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