lunes, 26 de noviembre de 2012

VOLVER A ACHO Y GOZAR DE LOS TOROS EN LIMA

MIGUEL ÁNGEL PEREDA
















EL VITO
Volver a Acho, y reencontrarse con la Lima taurina es un aliciente espiritual, muy superior a un reencuentro cultural. Esta es la tesis de mi compañero de viaje, Alberto Ramírez Avendaño, mis que  expongo ante los micrófonos de Afición Perú.com que comparto con la estupenda comunicadora salmantina Mónica Alaejos, gracias a mi muy apreciado amigo Manuel González Delgado y del apoyo que con mucha generosidad nos brinda Luis Miguel León.
El volver a sentir el calor del aficionado de Rimac le da la razón a lo que Alberto le dice a los ganaderos Riera, padre e hijo, Ramón y Jesús en esta tarde soleada, plena de luz donde desaparece del cielo "la panza del burro" para que se asome  el sol del Perú sin timidez, a cielo abierto como se abría de capa aquel Alejandro Montani que fue capaz de brillar como artistas en los días de su competencia ciclónica con Carlos Arruza.

Sí señor, amable lector, ver toros en Acho es más un gozo espiritual que un encuentro cultural. Motivo mucho mas sincero, y   profundo, para defender la fiesta de los toros. Como diría más tarde el maestro Rafael Puga, con quien nos reencontramos en la barra del La Cochera para comentar el festejo tercero de la temporada de Acho. 

La tarde en la que no hubo trofeos, pudo haber sido de apoteosis para el extremeño Miguel Ángel Perera. Este valiente, donde los haya, pecó de goloso o de generoso, no sabría decirle con exactitud amable lector, porque de haberse ajustado a la lidia que le exigieron sus dos bravos toros de San Sebastián de Las Palmas,  habría abierto la cancela de la bicentenaria arena. Pereda recurrió al estoicismo, nada que ver con el tancredismo. Torero estatua que ordena y  manda, sobrado con el capote y de templada y mandona muleta hizo de su actuación un bello discurso estético.  La consecuencia de su abuso en los tiempos fue de errar con los aceros, en dos buenos toros a los que toreó con emotividad gracias a su gran exposición.

Todo lo contrario de El Fandi, vestido con un vistoso traje absolutamente negro azabache, de dorados alamares dorados y trazos de hoja de oro por las hombreras. No fue el espectáculo con el que acostumbra arropar sus actuaciones el granadino. Anodino, tal vez acusando el rigor de su extensa campaña española. 

El tercer hombre en Acho fue Alejandro Talavante, sobre quien injustamente cayó la ira del público cuando el soberano descubrió la ilidiable mansedumbre del toro de San Sebastián, tercero de la corrida, como causa de su irritante cobardía.

Con estos  trazos del cuadro torero, el fondo de ese lienzo heterogéneo fue lo  más importante de la tarde. Nos referimos a un público entendido, qué duda cabe, exigente y sobre todo pendiente de lo que sucede en el ruedo. Valores o virtudes, decida usted, pero lo que sea tiene la fuerza para el que Perú sea el rompeolas del tsunami en el que se ha convertido la cruzada de los antitaurinos. Cruzados que no ha entendido esto que sucede en el Perú, en la sierra del Perú andino donde el pueblo ha convertido los toros en el acto más genuino de todos los que conforman su espiritualidad taurina.

Me confieso feliz por tantos descubrimientos 

FICHA DE LA CORRIDA
Plaza de toros de Lima, 25 de noviembre. TOROS de San Sebastián de Las Palmas, divisa verde y oro. Bien presentados, destacados los lidiados en primero, segundo y quinto lugares. Los dos primeros aplaudidos en el arrastre. DAVID FANDILA "EL FANDI", de negro azabache y alamares dorados, silencio en sus toros; MIGUEL ÁNGEL PERERA, verde limón, vueltas al ruedo muy ovacionadas, ALEJANDRO TALAVANTE, Jesús del Gran Poder y oro, silenciada su labor. 


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