martes, 13 de julio de 2010

PAMPLONA Triunfo y sangre de El Juli



El Juli, que ha tenido el gesto de ser la única figura que se anuncia dos tardes, triunfa claramente, corta una oreja en cada toro y no puede salir en hombros por la puerta grande porque es herido en el último


ANDRÉS AMORÓS / PAMPLONA


Debutan en San Fermín los toros de Victoriano del Río, una de las mejores ganaderías actuales: hacen un encierro rapidísimo y muestran una gran nobleza. Algunos muestran tendencia a chiqueros y andan justos de fuerzas, pero, en conjunto, una corrida excelente. Con estas reses, El Juli, que ha tenido el gesto de ser la única figura que se anuncia dos tardes, triunfa claramente, corta una oreja en cada toro y no puede salir en hombros por la puerta grande porque es herido en el último.
La tauromaquia no se limita a las dos horas de la corrida, aunque éstas supongan su culminación. En muy pocos sitios puede verse esto tan claro como en la Feria del Toro pamplonica. Cualquiera de estos días, el aficionado ha podido vivir una jornada taurina completa: a las 8 de la mañana, el encierro. Media hora después, las vaquillas. A las 11, en la Plaza de Toros, una becerrada gratuita, con familias completas, o un concurso de recortadores. A las 12, acto en el Club Taurino. A la una, el apartado de los toros. A las cinco y media, el desfile de las mulillas. Una hora después, la corrida. Al anochecer, el maravilloso encierrillo, del que hablaré otro día. A las 10 de la noche, el toro de fuego. ¿Es suficiente? Ésta sí que es —más que la película de Sofía Loren y Marcello Mastroianni— «una jornada particular», pero taurina.
El primero de Victoriano del Río, muy proporcionado, embiste con nobleza. Curro Díaz se luce con verónicas solemnes. Cumple bien Montoliu en banderillas. Lo muletea muy tranquilo, con mucho gusto, aunque a veces le engancha en los remates por codillear. De todos modos, es una faena muy estética, pero después de la estocada el puntillero lo levanta y el matador da un mitin con el descabello.
El cuarto, bien puesto de pitones, embiste con menos celo al comienzo pero resulta también muy manejable en la muleta. Curro Díaz corre la mano con suavidad en estupendos derechazos. Otra vez, algunos remates quedan sucios. Más que una faena completa, es una labor con preciosos detalles, pero vuelve a dar el mitin con el descabello.
El primero de El Juli, muy abierto de pitones, también embiste con nobleza pero con tendencia a chiqueros. La faena es impecable desde el punto de vista técnico y completa: verónicas suaves rematadas con media, chicuelinas, estatuarios, derechazos y naturales. El mérito mayor es sujetar a un toro que quería irse y realizar toda la faena en un palmo de terreno. Un espadazo contundente, con el salto habitual, pone en sus manos la primera oreja.
El quinto es un torazo colorado que hace una salida espectacular rematando en tablas, pero luego flojea o cojea. El Juli lo lidia bien desde el comienzo, lo lleva al centro del ruedo y lo va sobando con total seguridad: manda y, a la vez, sujeta al toro, que se ha venido un poco abajo. Para calentar al público, se mete entre los pitones. Inesperadamente, el toro embiste y se lleva una voltereta aparatosa, además de resultar herido en el escroto Pero se mantiene en el ruedo para matarlo con una gran estocada y un descabello. Consigue así su segunda oreja de la tarde.
Nobilísimo burraco
También es nobilísimo el burraco tercero. Como flojea un poco, lo cuidan en varas. Talavante ejecuta unas gaoneras al estilo moderno, cambiando el viaje al toro. A la muleta llega suave y paradito, con mucha tendencia a tablas, que el matador no logra dominar. La faena es desigual, alternando buenos naturales con muletazos enganchados y bernadinas embarulladas. El mal manejo de los aceros acaba de enfriarlo todo.
El sexto es el más deslucido de toda la tarde, se queda corto y toma las dos varas en chiqueros. Talavante se echa enseguida la muleta a la izquierda, pero el toro embiste con la cara alta y se producen varios enganchones. Se muestra voluntarioso, pero sin brillo y mata muy mal.
Talavante no ha mostrado hoy los avances que todos esperamos y ha vuelto a matar mal.
Curro Díaz ha dejado destellos —«momenticos», dicen aquí— de su buen arte pero ha debido cortar orejas. En contra de lo habitual, quizá sus faenas hubieran sido más apreciadas en Las Ventas. Pero ha de cuidar más el remate de los muletazos. Y, por supuesto, no ponerse nervioso con el descabello.
Una tarde que estaba siendo redonda y —hasta cierto punto— cómoda para El Juli acaba con sangre: así es esta Fiesta. De todos modos, da otra muestra apabullante de su capacidad para poder a los toros. Se ha dicho siempre: el que manda al toro manda en la Fiesta. Esperemos que pueda torear aquí de nuevo mañana. Su talla de figura la ha rubricado con sangre.

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