ANDRÉS AMORÓS
Muchas tardes, los toreros caen en la arena y el toro no llega a herirlos: suerte, fortuna, providencia... cada uno lo llamará como prefiera. No la ha tenido Julio Aparicio, aunque la tragedia pudo ser mayor.
Queda clarísima la ignorancia de los que se apiadan del «pobre torito», como un animal doméstico. Recuerdo a Ignacio Sánchez Mejías: «Es necesario que sepa todo el mundo que el toro es una fiera. Cuando descubran ese pequeño detalle, se hablará en otro tono de nuestras corridas de toros».
Por eso el torero es un héroe. Porque se mueve permanentemente -lo dice Gerardo Diego- entre «la suerte o la muerte»
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