Entusiasmo descriptible
El diestro Miguel Ángel Perera es cogido por su primer toro durante la corrida de este miércoles / E
ANDRÉS AMORÓS
Dando la vuelta a un tópico manido, Eugenio d'Ors imaginó una frase ingeniosa que resume bien mis sensaciones esta tarde (y muchas como ésta): «entusiasmo descriptible». Y solía remachar: «perfectamente descriptible».
Han llegado dos de las figuras. Los toros de Cuvillo, predilectos de ellas, han sido muy toreables: en general, justos de fuerzas, nobles; lo que antes se calificaba de «bombones». El público se ha divertido: una oreja y otra pedida...
El único lunar, la mala suerte de Curro Díaz, herido de pronóstico reservado en la mano al intentar descabellar al cuarto de lidia ordinaria (a ese orden me referiré, para evitar confusiones).
Al margen de esto, ¿se puede pedir algo más? ¡Desde luego! Por ejemplo, vivir momentos de auténtica emoción lidiadora y estética. ¿Recordaremos mañana muchas cosas de esta corrida? Me temo que no; yo, por lo menos.
Si «la pérfida Albión» amara la Tauromaquia, los ingleses dirían que el cartel de este miércoles es «peculiar» (lo que dicen los ingleses cuando algo no se entiende). Está bien colocar una figura del rejoneo por delante en un festejo especial: siempre se hacía así. No es el caso de hoy.
No puedo entender que Manzanares —o su apoderado— se niegue a abrir cartel en Madrid, en un momento de plenitud. Para hacer posible su presencia, se incluyó a un rejoneador. Ahora, Manzanares está operado y no comparece: la presencia del rejoneador queda aquí artificial.
No implica eso juzgar mal a Moura hijo. El toro de Terrón es poco codicioso y tarda en encelarlo. Logra los momentos más lucidos con un precioso tordo de crines y cola blanca, que galopa de lado y le deja llegar muy cerca. Pasa en falso más de una vez y tarda en matar. Tiene buena monta y preciosos caballos pero no entusiasma.
«También la gente del pueblo / tiene su corazoncito», cantan en esa joya que es «La verbena de la Paloma». El público de Madrid siente debilidad por Curro Díaz. Se lo ha ganado con personalidad y buen gusto, en tiempo de diestros rutinarios y pegapases.
No es hoy tarde feliz para él. El primero tiene embestidas desiguales y él tampoco logra continuidad en la faena. Lo mejor, algunos muletazos sueltos, con su característico desmayo, y una estocada estupenda —pero a la segunda—.
En el cuarto, aplaudimos todos a José Manuel Montoliu en un magnífico par, andando, como lo hacía su inolvidable padre. El toro saca geniecito y se queda corto. El torero desiste pronto y tiene la mala suerte ya comentada al descabellar.
Magnífico toro
Perera no estuvo fino en el mano a mano de Sevilla y esta vez tiene que remontar. Lo consigue... dentro de un orden. Su primero es un toro magnífico para el matador. Lo recibe con el pase cambiado, en el centro del ruedo, y cinco más, sin moverse. Está quieto, mandón, pero el toro se va apagando. Se lo echa a los lomos y eso aumenta la emoción: logra cortar la oreja.
El quinto es muy flojo, se cae varias veces pero el presidente no lo devuelve. Embiste claudicando: así, no se puede demostrar poder. Alarga la faena en medio de una fuerte división.
A Talavante le cae en suerte otro estupendo toro, el tercero. Con su peculiar estilo, corre bien la mano en algunos naturales pero en otros le engancha y el cierre de faena es embarullado. La petición de oreja no es suficiente.
El sexto también se deja. Da muchos naturales sin que prenda la chispa y acaba resolviendo con muletazos por bajo. Ha mejorado este año en los naturales y hoy, también, en la decisión al entrar a matar.
Perera ha estado firme y valiente pero creo que le falta ahora frescura y calidad. Salva la papeleta pero no está al nivel que llegó a alcanzar.
La afición comenta el toro clonado cerca de la maravilla románica de Frómista, del que ha informado ampliamente ABC, y que plantea tan serios interrogantes. Un vecino me pregunta si no estarán también clonando el toreo, sin anunciarlo: las gaoneras, los pases cambiados, la «pata p'atrás», las manoletinas, matar sin cruzar...
¿Modas actuales o toreo clonado? «¿Chi lo sá?» Quizá, por eso, nuestro entusiasmo, muchas tardes, es descriptible.
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