Foto El Mundo Madrid.
Ocurrió el 8 de julio de 1915, y fue en Pamplona ante una corrida de Concha y Sierra en uno de los festejos de San Fermín cuando se reunieron en la Monumental de Pamplona Gallito, el torero vasco“Torquito” y el mexicano Gaona quien “aperreado”por la presión que ejercía Joselito en su contra entraba por la puerta de atrás.
El genio de Gelves no admitía que los indios pudieran ser toreros.
El primer toro del mexicano llevó por nombre“Cigarrito”, primero de su lote y que sería inmortalizado por el lente del fotógrafo Aurelio Rodero Reca. La foto existe, y también la anécdota la que con mucha gracia relataba el periodista Adiel Bolio, padre de nuestro corresponsal en la Ciudad de México.
Foto y modelo le serviría al gran escultor Humberto Peraza para su obra magnífica “El par de Pamplona”, escultura que adornó por años una de las puertas del Coso de El Toreo de Cuatro Caminos.
La lucha ente Gaona y Gallito creció a raíz de aquella tarde del par de banderillas a Cigarrito de Concha y Sierra. Fueron el sevillano y el leonés, dos obsesionados enemigos en la plaza, en la vida real y hasta más allá de la muerte marcando un camino en la historia del toreo. Rivalidad que trillaría en competencia grandiosos toreros americanos, toreros de México, Perú, Colombia y Venezuela provocando ruptura de relaciones entre naciones hispanas, que fueron mucho más allá de las barreras en las arenas de la competencia.
Desaparecido Joselito y retirado Gaona, creció la grandeza de Fermín Espinosa “Armillita” que, sin que le sangre llegara al río, compitió con Juan Belmonte, reconociéndole el trianero su grandeza al maestro de Saltillo.
En el vacío ocupó el sitio la pareja de Garza y El Soldado, hasta que Marcial y Ortega sembraran el boicot del miedo.
Surgió luego la era Manolete, extendiéndose el imperio del cordobés más allá de las fronteras de Madrid, imperando en México y gobernando en Sevilla, Pamplona y Barcelona apoyándose el cordobés con la muralla que resultó ser el gran Carlos Arruza.
Arruza, además de competir, se extendió más allá llegando al Caribe invistiendo de matador de toros al gran César Girón en Barcelona.
Girón, desde el primer día ejerció de vengador metiéndose en el conflicto entre Arruza y Luis Miguel Dominguín y, por extensión, ageregñandose al maestro Antonio Ordóñez.
Fie Ordóñez + auténtico torero de Pamplona que junto a Diego Puerta acaparon cifras y marcascifras y como si fuera poco en aquella competencia + les acompañó Curro Girón que igual fue torero de Madrid, de Bilbao y de Pamplona, como lo han recordado en estos días de exaltación d recuerdos y triunfos.
Surgiría, más tarde ofro César americano, el César de Colombia, el gran César Rincón que como denunció un día Pepe Dominguín, toreaba como si hablara con Dios.
Hoy surge un nuevo americano, torero que crece a pesar de las oposiciones de recios competidores en la era de José Tomás, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante. Murallas infranqueables del Arte de la Tauromaquia, si no existiera Andrés Roca Rey, un torero peruano tan deslumbrante capaz de brillar en medio de los recuerdos sembrados por Paco Ojeda y Manuel Benítez “El Cordobés”. Se trata de Roca Rey, torero que se agiganta en medio de la grandeza de Paco Camino y de El Niño de la Capea.
Hoy Roca Rey domina la Fiesta.
Como lo hizo hoy, 13 de julio de 2022 a 107 años de aquella tarde, cuando con Cigarrito de Concha y Sierra Rodolfo Gaona introdujo la sangre americana en la élite del toreo universal molestando a unos, fanatizando otros, llenando plazas de toros, abriendo Puerta Grandes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario