miércoles, 13 de julio de 2022

CRÓNICA DE ZABALA DE LA SERNA: OTRA CABALGATA DE REY MAGO EN PAMPLONA

  Perera y Roca Rey, por encima de una dócil corrida de Victoriano del Río, salen a hombros con un palco sin medida que también premia inexplicablemente a un toro con la vuelta al ruedo en el arrastre

 

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Otra cabalgata de Reyes Magos en Pamplona

Sonaban tambores de guerra ante la nueva comparecencia de Roca Rey, que repetía en San Fermín como única figura doblando. Pero no hubo tal batalla con una corrida muy dócil, poco combativa, sin finales, un palco amigo, otra cabagalta de Reyes Magos para los toreros, por encima de los enemigos, que incluyó esta vez al ganadero Victoriano del Río en la presidencia de caño abierto. La historia acabó con RR y Perera a hombros después de más de dos horas y media interminables bajo un sopor ambiental mayúsculo.

Un toro bajo, algo agalgado por detrás, alirado por delante, un toque condeso desde una y otra perspectiva, escurrida la culata y definidísimo el son descorchó la corrida de Victoriano del Río. Desde que colocó la cara en el capote de Miguel Ángel Perera, volcó su carísima embestida, especialmente por el pitón derecho, que era el que cobraba cierta forma de arco de lira, no tanto el otro. Por los dos parecía, más que embestir, deslizarse. Que se dice mucho ahora. Se venía reducido ya a los vuelos, sostenida la sedosa calidad. Perera lo sintió siempre en la mano desde que prologó faena de rodillas, dentro del tercio, donde tanto apretó a un soberbio Juan Sierra con los palos. Los redondos de MAP, tan encajado, metieron a la plaza de cabeza en una obra sin ruido. Demasiada bondad para el poderosísimo trazo. Fueron espléndidos el asiento, el tacto, el lento vaciado. También de los naturales. Exacto del fondo del notable toro, medida el tiempo del torero: la trenza de ochos, la ligazón extrema, tocó el timbre de la conexión mayor. La coda de luquecinas no quedó tan bordada. Una estocada de muerte retardada, una oreja en en filo.

Roca Rey no defraudó. Imponía el cuajo, la musculatura, la badana de Jaceno. La armonia de su cabeza no le restaba seriedad. Negro como la noche de los tiempos. No se entregó desde el principio. Contaba con fijeza y obediencia, no con celo y empuje. Todo eso que faltaba lo puso RR de su cosecha. La entrega absoluta. Desde la apertura clavado como un ciprés de malvas y azabaches, el pase pendular, el lío pronto y en la mano. Como en el epílogo con la gente bramando los circulares, los muletazos con el reverso, un jaleo. Entre el rugido del planteamiento y el desenlace, una faena con la carga emotiva que colocaba el peruano siempre por abajo. En ese primer tramo que tenía la embestida, luego simplemente pasaba, desentendiéndose de su cometido hasta el final. Los estatutarios de despedida calentaron más el ambiente. Un pinchazo no lo enfrió del todo, tampoco la estocada en los bajos... Un bajonazo, o sea. La sorpresa no sólo vino con la oreja, sino con el pañuelo azul para Jaceno. Reclamábamos días atrás el premio de la vuelta al ruedo para toros excepcionales como Rufián [Jandilla] o Pueblerino [La Palmosilla]. Para que no fuese privilegio exclusivo del becerro anual de Pincha. Pero llegó con el paso cambiado.

En la merienda, saltó un toro bajo también -caray, qué lote de buenas hechuras-, recortado, tocado arriba de pitones, concentrado. Venía con una sobredosis de manejabilidad, pero se aburría en la salida del muletazo. Que Miguel Ángel Perera sumó con abundancia. Toro pasador en un ejercicio de oficio curtido. Muy seguro, técnicamente impecable, estructura de ingeniero de caminos, pues hablamos de un muletero superior, que sacó todo del toro en una labor contagiada de su aburrimiento en la embestida. Un final al alza por manoletinas y una estocada arriba -quién no tiene final de faena y espada en Pamplona no tiene nada-, otra oreja y una puerta grande de pura matemática, científica.

A últimas, como guinda de una corrida fundamentalmente dócil, no brava, saltó el paliabierto sexto de lavado porte. Su docilidad degeneró en mansedumbre. Que ya anunciaba soltándose. Y se rajó. Roca Rey lo atacó hasta el final, acorralándolo cuando ya quería tablas. Casi se lo lleva puesto en una de las fugas. Otro pinchazo, otro espadazo caído, un nuevo premio menor que suponía otra cabalgata de Reyes Magos a hombros.

A Paco Ureña se le durmió en los engaños un toro colorado más altito, y zancudo, de cornalona testa. Y ante el apagado quinto -un zapato veleto- los dormidos fuimos el universo entero. O algo nos perdimos en la tesonera e inacabable faena para que, cuando Ureña enterró una estocada desprendida que provocó vomito, cayese una oreja como una colleja de profesor: «¡Niño, atiende!». Lo del palco de Pamplona es una cosita. De talanqueras.

Queda el Pobre de mí y la miurada de Ferrera. O viceversa

Ficha

Monumental de Pamplona. Miércoles, 13 de juliode 2022. novena de feria. Lleno. Toros de Victoriano del Río, todos cinqueños menos el 5º; desiguales de hechuras y remates con su seriedad por delante; el 2º premiado con inexplicable vuelta al ruedo en el arrastre; destacó el 1º por su calidad en un conjunto dócil, manejable, sin finales; el 6º se rajó.

Miguel Ángel Perera, de azafata y oro. Estocada. Aviso (oreja). En el cuarto, estocada (oreja).

Paco Ureña, de grana y oro. Cuatro pinchazos y estocada desprendida. Aviso (silencio). En el quinto, estocada rinconera con vómito (oreja).

Roca Rey, de malva y azabache. Pinchazo y bajonazo (oreja). En el sexto, pinchazo y estocada desprendida (oreja).


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