Introducción al Libro:
Garfias, el toro de México,
por
Carlos Castañeda Gómez del Campo, ganadero mexicano
Buenos días, buenas tardes a todos.
Víctor José López, nuestro querido Vito, nos regala un libro que era de imperiosa realización. Escrito desde un profundo conocimiento histórico y taurino enmarcado en nuestra hispanidad y en de la universalidad del toreo, GARFIAS, EL TORO DE MEXICO, entra caminando sobre alfombra roja, al acervo histórico de la literatura taurina mundial.
Adornado con plumas privilegiadas cuyas generosas tintas lograron plasmar en estas páginas la atemporalidad del toro mexicano, de la cual la ganadería Garfias es sin duda uno de los barcos bandera, el libro nos lleva a un paseo por la historia del México taurino del siglo XX.
Se compone de cuatro bloques: el histórico, en el cual podemos disfrutar el hacer de los toreros, el nacer de las ganaderías, el génesis de una fiesta mexicana que en su momento fue parte central de la vida social en nuestro país, el cual el autor ha vivido como suyo. Recurro a la trillada cita de Chavela Vargas: “¡los mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana ¡”, el Vito nació en Venezuela.
El segundo grupo de un amplio capitulado, son 37 apartados los que integran esta obra, está compuesto por la historia familiar, personal, profesional y ganadera don Javier Garfias de los Santos.
Le sigue una tercera parte en la cual encontramos el devenir ganadero de don Javier en las muletas y recuerdos de los toreros de su casa, de sus toros, adicionado con sucintas biografías de ellos mismos, para rematar con un muy interesante recuento y relatoría de diversas casas ganaderas mexicanas.
A mi me encantó el toque sutil del sabor a Venezuela que se lee y se siente entre líneas. Lo palpo y lo envidio. No fueron mis años. Los años maravillosos del toreo en América. La serie mundial de los toros. Pero los libros son una máquina del tiempo. Y en GARFIAS , EL TORO DE MEXICO, se vive, se viaja, se disfruta y se aprecia.
Vale la pena en esta presentación, escudriñar frases que me parece definen plantean y retan el concepto que el capitulado rematará. De la introducción del libro, denominada El Paseíllo, extraje algunas citas que comentaré a continuación:
Escribe Luis Pérez Oramas: “…la tauromaquia, como todas las cosas verdaderamente significativas de la invención cultural, se alimenta de una temporalidad que no es simplemente cronológica. La corrida arrastra una anterioridad que nos precede, y haciéndola presente en la encarnación que representa el toro bravo, y en su muerte por espada humana, nos retorna a la potencia, a la posibilidad de ser desde el origen, soberanos de nuestra experiencia individual y colectiva”. “No puede existir, en mi humilde entender, una creación cultural más sofisticada que la de un ganadero como Javier Garfias, pues significa criar (es decir, crear) sobre el fondo primal de lo que fuimos”. Fin de la cita.
Quienes hemos dedicado nuestro esfuerzo y vivido nuestra ilusión, sabemos que el toro se busca para el futuro, se encuentra en el pasado y se vive en el presente, es por lo tanto atemporal.
México ganaderamente ha vivido seis etapas. La primera es la que termina a la llegada de Mazzantini en 1887. Es con él cuando el espectáculo en las plazas de toros “a la mexicana”, cambia al orden de lidia de la fiesta española. 6 toros, 3 toreros, 3 tercios. Y la ganadería también. Llegan los primeros sementales españoles a Tepeyahualco y Piedras Negras a Tlaxcala y a Atenco, San Diego del Padres y Santín al estado de México. Esta segunda etapa termina con la llegada de las vacas de Saltillo a Zacatecas y Tlaxcala, con la cual inicia la tercera. Génesis de nuestro toro. La cuarta inicia con el cierre de la importación por la fiebre aftosa y el rompimiento de los toreros con la expulsión de Armillita: se gesta la independencia taurina mexicana. Ahora los ganaderos nacionales tomarían las riendas. Es al final de esta etapa cuando Garfias nace y poco a poco va tomando el peso de ley que llegó a tener. De 1972 a 1997 es la gran consolidación con mayor diversidad de criadores y la sexta es con la llegada de nueva sangre de España.
Garfias, como está de forma amplia descrito en este libro, es parte central del desarrollo ganadero nacional en la segunda mitad del siglo XX.
Garfias, es para mí, el puente al futuro. Me cito a mí mismo:
“Javier Garfias, don Javier siempre para mí, es quizá la bisagra central de la puerta que abren Antonio Llaguno y sus primos. Amigo desde joven de don Julián Llaguno ganadero de Torrecilla, “el patrón” le decía el, vivió y absorbió el concepto de crianza y cruza original. Por algunos años estuvo al frente de San Mateo. Y ahí entendió y obtuvo el conocimiento necesario para poder ser después el ganadero más influyente en la genética del toro Llaguno de 1970 en adelante. Es el primer no descendiente de las casas fundacionales, acompañadas por los Madrazo desde los años 20´s, que se vuelve ganadero de ganaderos. Ganadero para ganaderos”. Fin de la cita.
En lo personal lo disfruté mucho. Numerosas horas de plática y risas. Varias tardes de sol y wiski guardo con cariño y respeto en mi memoria.
Dice Juan Antonio de Labra:
“A lo largo de su intenso trabajo como ganadero, y gracias a la venta de un elevado número de sementales, tantos como unos 300, por unas dos mil vacas de vientre, Garfias regó su sangre en muchas otras ganaderías”. Fin de la cita.
Meditemos la importancia basal de este gran criador. Y todavía hablamos de Saltillo.
José Carlos Arévalo, otro mexicano, pero nacido en España, escribe:
“¿Cómo fue aquel toro de Garfias? Por fuera cumplía los requisitos exigidos por el trapío: su presencia imponía. Su mirada era profunda y tenía cara de “hombre”. No era grande ni chico, estaba rematado, pero no acochinado. De cuello descolgado, fuerte culata, con suave morrillo, astifino y armónico de defensas, era fibroso y fino de cabos. Por dentro, lo que yo llamo trapío interior, fue más imponente. Nunca se movió con indolencia, siempre embistió. Lo hizo con la agresividad ofensiva del bravo. Con seriedad y fijeza –nobleza-, con la prontitud del valiente y la fiereza del fuerte. Mas para esta agresiva condición está hecho el toreo. Pues solo al toro que embiste se le puede templar.
No sé si ha pasado a la historia de la bravura de ese gran coso. Me temo que no. A los chilangos les priva más el toreo que la bravura. Para mí fue el perfecto equilibrio entre trapío y bravura, casta y nobleza, fiereza y nobleza. Fue el toro con el que los toreros no quieren encontrarse todas las tardes, pero sí en sus citas decisivas. Fue el toro que los ganaderos sueñan y que don Javier tuvo la satisfacción de lidiar”. Fin de la cita
El toro de Garfias, el toro mexicano descrito a la perfección.
Paco Aguado, toma otra senda:
“El toreo, el bueno se entiende, antes que hacerse se sueña. Hablemos, entonces, del toro mexicano, de ese Saltillo importado de España hace ya más de un siglo que Llaguno y los “godos” de Tlaxcala moldearon a su propio ritmo, el de ranchos y nopaleras, el de los lazos vaqueros, el de los charros salmantinos emigrados al México bravo en tiempos bizarros.
Se engañan quienes desprecian el comportamiento del toro mexicano, tan peculiar, tan apaciguado, tan lento y demorado en su emoción como sus grandes toreros, como Gaona, como Silverio… Se equivocan, sí, porque aquí el problema no está en poder y en esquivar al enemigo brioso con rapidez de reflejos, sino en aguantar, en saber esperar, en no dudar hasta el ultimísimo momento del embroque ante esa embestida lenta, al paso, casi descreída, que pone a prueba tanto el valor como la paciencia”. Fin de la cita
La sangre de Garfias, regada con generosidad, está en esas letras.
Carlos Ruiz Villasuso escribe:
“El toro mexicano embiste de la forma en la que encontré a México cuando fui por vez primera: dormido. Siendo dormir la lentitud más lenta y siendo el toreo la búsqueda inalcanzable de lo despacioso, afirmo sin temor a al quebranto de acusaciones contrarias, que embestir dormido es la mejor de las embestidas para el mejor toreo posible.
No hay nada más igual a México que su toro bravo
Como todo el desafecto o descrédito injusto respecto a “lo mexicano” en el toro, resulta que en España tenemos una frase que pretende calificar la excelsa profundidad de una inmejorable embestida: “emitió como un toro mexicano”. Coño. ¿Pues en qué “quedamos si resulta que el toro mexicano es nada y al final resulta que es paradigma de una embestida profunda y lenta? “Espacio en la cita.
De nuevo ahí se respira el toro de Garfias.
Sigo con Ruiz Villasuso. “El toro mexicano descubre al torero efectista, al de escaso temple en la sangre. Esa lentitud dormida tiene su cara y su cruz. Como México. O se le coge el paso y el compás con el alma rota, o te parten el alma en mil pedazos.” Fin de la cita.
Quizá por eso, hoy en México estamos casi vacíos.
Remato con lo escrito por mi amigo Javier Borrego Estrada, ganadero de Santa Bárbara: “La importancia de Javier Garfias en este legado histórico es que, a través de los años, don Javier convirtió su obra personal en un legado particular para nosotros los ganaderos que formamos nuestros hierros junto a él y bajo su tutela”. Fin de la cita
Respuesta y Agradecimiento
y Motivos del libro
GARFIAS EL TORO DE MÉXICO
por Víctor José López EL VITO
Muchas gracias apreciado y admirado Carlos Castañeda, ganadero, amigo y persona muy cercana a Javier Garfias.
Castañeda ha sido de ayuda para sortear la vida de don Javier en medio de la tempestad política que significa la cría del toro de lidia en el mundo de la tauromaquia.
Muy buen día queridos amigos, feliz en compartir esta reunión de Ventaurinos con los maestros Paco Camino, Eloy Cavazos, Pedro Gutiérrez Moya y con ellos la memoria y el respeto que guardamos por el maestro Antonio Ordóñez.
Presentaremos un libro, que nació en el seno de Ventaurinos los días que el profesor Joaquín López del Ramo abriendo el candado de la curiosidad en charla precisa y oportuna los orígenes de los encastes sobre los que se sostiene la historia del toro de lidia en América.
López del Ramo animó en aquellas reuniones, tres en total, a Javier Garfias López, nieto de don Javier y actual criador en Los Cues, manifestar que se haría justicia si se escribiera la biografía de su abuelo.
Consultado el tema, con nuestro fraternal amigo José Antonio, Pepe Garfias, procedimos dar los primeros pasos en la vida de un hombre que soñó reunir los secretos que guarda la intimidad del toro bravo.
Secretos que develaría en beneficio de la estética del arte de la tauromaquia como un valor cultural de la humanidad.
Esta es la vida de Javier Garfias de los Santos, desde que se inició siendo niño en la misión que le encomendara el destino.
Javier Garfias lo expresó cuando todo nació. Cuando soñaba columpiándose entre la ilusión y la realidad.
Cuando las culturas se revuelven, uniendo expresión con sentimiento, fue cuando los toros de Javier Garfias se transformaron en protagonistas en la historia de la América taurina.
Este libro es un intento por descubrir un pedazo de esta historia interpretando la narración de los hechos con las palabras de Antonio Ordóñez, cuando una tarde en Ronda, reunido entre amigos como fueron Pepe Dominguín, Victoriano Valencia, Julio Robles, Curro Vázquez, el maestro reveló lo que ocurrió la tarde de su reaparición en Lima, Perú, durante su faena al toro Carnavalero de Javier Garfias en la plaza de Acho declarando a manera de confesión que este toro de Garfias fue el toro que más a gusto lidió en su prolija vida de torero
Historia similar la de Paco Camino cuando nos referimos a aquella tarde en Querétaro, cuando acarició la perfección con su faena a Navideño.
El maestro Camino habla de invención del toreo. Pues Paco Camino lo hizo, inventó el toreo en sentido aristotélico, como una entelequia en su apólogo de fuerza.
Ejemplo de la realidad.
Conversaciones diversas que se convierten en capítulos dispersos de la Historia, las de Pedro Gutiérrez Moya, Niño de la Capea. Historia con diversos capítulos como los de Corvas Dulces, Piropo y Manchadito en el escenario la plaza Monumental que provocaron que México le adoptara, con autorización de la Porra de Sol y el padrinazgo del Negro Aguirre, en medio de las impenetrables calles del barrio de Tepito. Barrio bravo y apasionado, que se le entregó a Capea ante la inmensidad de sus triunfos con los toros de Javier Garfias.
Ramillete de esfuerzos, coronación de expresión rematada por el Maestro las tardes de su enfrentamiento con José María Manzanares aquella tarde en la Plaza de Pueblo Nuevo para precisar y también con los toros potosinos, protagonistas en la competencia más caliente en 50 años de la plaza grande de San Cristóbal.
Desafío convertido en indeleble tatuaje para quien fue capaz de imprimir su proeza ante el toro Gocho de Garfias, imagen de toda una vida de los dos colosos del toreo contemporáneo: El Capea y Manzanares, discusión dirimida sobre la bravura y la nobleza de los toros de Javier Garfias.
México sostuvo sus más emotivos e importantes momentos de su tauromaquia con la rivalidad de los maestros regiomontanos Manolo Martínez y Eloy Cavazos.
Sobre el acero de Monterrey se escribieron capítulos importantes, sólidos para la construcción de la historia grande de la tauromaquia mexicana.
El maestro Camino ha de recordar las respuestas de Martínez a su reto, en especial aquella réplica a la faena perfecta de Navideño en Querétaro, con su faena a Aviador, que el torero azteca vistió de temple y cadencia, en los momentos cumbres de su respuesta.
Cavazos fue el gran centinela para la tauromaquia mexicana. Ha sido Eloy custodio en el mejor sentido defensor de la integridad del toreo de México ante invasores como Paquirri, Manzanares y muy en especial su noble y honesta competencia y rivalidad con Pedro Gutiérrez Moya, El Capea, la que llevaron allende las fronteras, defendiendo el perdido sentido del toreo, iluminándolo con la bravura y nobleza de Vidriero, Curtidor y Mesonero el inmenso escenario de la Plaza México, testigo de su excelencia profesional.
Juntos, Manolo Martínez y Eloy Cavazos , fueron los que mayor número de toros de don Javier han lidiado. Una muestra del porqué el toreo en México vivía el esplendor de la época Garfias sostenida por los colosos de la Ciudad del Acero.
Toros que provocaron alabanzas en las grandes faenas y transportaron los sueños de Javier Garfias del sueño a la realidad que proyectó el siempre recordado don Antonio Llaguno González, alquimista de la genética taurina, el hombre que sembró y pintó la identidad del toro mexicano.
A las afirmaciones de maestros, como fue el caso de Manuel Jiménez “Chicuelo” que reconoció en declaración que le hizo a Filiberto Mira el histórico torero de la Alameda de Hércules, cuando le preguntaron sobre su opinión de los toros de don Antonio Llaguno, el inventor de los toros de San Mateo, respondió Chicuelo: “...como los toros de San Mateo, no los he toreado mejores”.
Javier Garfias de Los Santos falleció a los 76 años, partió en su finca de Los Cues, Querétaro. Ha sido el más importante de los ganaderos en la historia del México moderno, desde que, en 1948 con 25 vacas de Santo Domingo, del doctor Labastida y un semental de Torrecilla de don José Julián Llaguno. fundó su divisa ganadera.
Enderezó el sendero en 1953 y 1965 al comprarle a Toño Llaguno García, hijo del mítico don Antonio Llaguno González, 48 vacas y varios sementales de San Mateo.
Hoy, la cruza de los toros de Garfias, la joya genética del abanico que riega el universo con vacas reproductoras a muchos de los mejores ganaderos de bravo en México: 270 sementales a ganaderías mexicanas, venezolanas, colombianas y peruanas, llevando a los rincones del mundo con el toro de México.
Sin errar se puede decir que en la actual baraja de ganaderías mexicanas un 70% de ellas tienen sangre de lo que se denomina ahora el encaste Garfias, la prolongación de la Sangre Llaguno como con acierto bautizara este encaste Luis Niño de Rivera, torero, historiador y gran investigador del encaste desde su milagroso origen.
Las declaraciones de los maestros del toreo, Antonio Ordóñez, Paco Camino, Eloy Cavazos y El Niño de la Capea, con palabras expresadas ante testigos en momentos diferentes nos obligan y entusiasman reproducirlas en homenaje a Javier Garfias de los Santos, que se atrevió romper las órdenes de don Antonio Llaguno González para alimentar las cotas de excelencia de la cría del toro bravo en América.
La primera fue la de Antonio Ordóñez, en Ronda; vinieron luego Paco Camino, Eloy Cavazos y Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”, en la Tertulia con Ventaurinos en noviembre de 2020.
Maestros del toreo que coincidieron en que sus faenas más completas, las faenas que a ellos les agradó y que miman en sus recuerdos a través de los años, entre los miles de toros que han lidiado en sus extensas carreras, entre los ases del toreo los consentidos de Javier Garfias fueron los ases del toreo azteca, Manolo Martínez con Gladiador y Eloy Cavazos con Curtidor y Mesonero escribió tarde de cuatro orejas y dos rabos en competencia con Manzanares. El alicantino exaltó las cualidades de Gazpachero, redondeando con Cavazos la joya de la tarde perfecta en la Plaza Monumental México.
De esto y de más sobre los toros de Garfias se habla en este libro, un libro que vio la luz gracias al esfuerzo, voluntad y empeño de Leopoldo López Gil, padre de mi primo Leopoldo López Mendoza a quienes brindo su éxito y nuestro esfuerzo.
Venezuela tiene una deuda inmensa con Leopoldo López Gil, ya que fue la creación del proyecto educativo Gran Mariscal de Ayacucho el que colocó a la nación en terrenos de lucha, descubriendo el triunfo gracias a la investigación y competencia con la formación de profesionales aptos, capaces, idóneos y sinceramente patriotas.
Con ellos un muy especial reconocimiento a David Pacheco que se convirtió en editor celoso cubriendo un camino duro y valioso y que reconocerlo no es suficiente agradecimiento, sino manifestarlo con el éxito editorial del libro Garfias el toro de México con el eterno reconocimiento. Así que, con el permiso de la autoridad y si el foro no lo impide, conversemos con Eloy, Camino y Pedro Capea los protagonistas de la historia viva del toro de Garfias.
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