Javier Cortés no termina de aprovechar el mejor toro de la corrida de Pedraza de Yeltes Foto ANTONIO HEREDIA
Ferragosto en mayo. Un calor de verano, y no sólo. El cartel, la gayumbada. Un toro no tan alto como suele, pero sí con las manos largas, de Pedraza de Yeltes, abrió la corrida. No es que se acabase pronto, es que no empezó. Careció de celo alguno, desentendido de capotes. Todo el veterano oficio de López Chaves volcado en encelarlo. También con la muleta con ese principio de faena a favor de obra. No quiso seguir los engaños, bien echados. Pacífico más que noble. La paz de la bienaventuranzas. Impecable Chaves en todo.
Otro estilo, otro fondo y otra morfología traía el siguiente. Más montado, ensillado, larguísimo, sin exceso de aparato también. Brigadier embistió con vida y empleo, fijeza y obediencia. Buen toro. Javier Cortés, que sustituía a Diego Carretero, lo entendió a veces, nunca del todo, por abajo y encajado. Como epicentro, dos series de naturales (pese a un desarme). Perdió la distancia y atropelló el toro sobre la mano derecha, anunciando la hora. Decreciente pero extendido final; la embestida a menos ya hacía un ratín. Volvió a la zurda como para remontar. No hubo caso. Los aceros no ayudaron. Brigadier se arrastró entero.
El único de Pedraza con los cinco años cumplidos era el tercero, de imponente tren delantero. Mucho movimiento, no menos potencia, un no parar sin descolgar nunca. Muy visual, muy de público, espectacular. Jesús E. Colombo hizo de todo. Desde el vistoso saludo, el quite por cordobinas, las banderillas con son de El Fandi, en la muleta también. Generoso en la distancia. El toro pasaba con las inercias; cuando la distancia se acortó, arrollaba. Sin humillar -ni por tanto entregarse- nunca. En las arrojadas bernadinas de despedida, un pitón atravesó la chaquetilla por la espalda. División en el público. Ya venía de antes. Colombo volvió a ponerse. Agarró un espadazo desprendido. Y el morlaco se fue a morir a la otra punta de la plaza, en la querencia. Aun así lo aplaudieron. Al venezolano también. El movimiento no es bravura.
La mala suerte se redondeó para Domingo López Chaves con un cuarto hondísimo, negro como un pozo de petróleo, con otro molde al resto de la corrida. Sin maldad ni motor, a media altura. Un cosa mortecina. El oficio de 24 años otra vez. La espada se fue a los blandos de nuevo.
Javier Cortés leyó con inteligencia las rendijas que le ofreció un quinto grandón por el pitón derecho, de mayor continuidad. Perdió pasos con fue necesario y otras veces lo exigió por abajo. Pesaba su nobletón ser, la falta de ritmo, el bochorno ambiental. Desconectó la plaza.
El gigantesco sexto llevaba escaso fondo en su amplia bodega. Se lo dejó en banderillas, cuando apretó tanto hacia los adentros. Desigual Colombo con los palos y las oleadas. En la muleta abandonó el toraco cualquier intención de embestir. Muy traicionero en un desarme. Cuando iba a ser descabellado, volteó al venezolano. Sin consecuencias, afortunadamente. Huyó de najas el buey.
Ficha
Monumental de las Ventas. Miércoles, 18 de mayo de 2022. Undécima de feria. Media entrada. Toros de Pedraza; muy grandes; destacó el 2º sin final; de público el potente 3º; conjunto con movimiento, sin clase ni bravura.
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