sábado, 30 de abril de 2022

PLAZA MÉXICO_ Pantomima Novilleril por Luis Cuesta DE SOL Y SOMBRA

 

Hubo un novillo de puerta grande que salió en segundo lugar, perteneció al hierro de La Playa y le correspondió a Rodrigo Ortiz, que no salió por la puerta grande, ni cortó oreja, ni obtuvo éxito alguno al igual que sus compañeros.

Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA

Casta. Casta fue precisamente lo que salvó a la novillada de La Playa. casta que propició el interés de la lidia e introdujo en los sucesivos tercios factores de emoción. Y es que los de La Playa no se dejaron pegar pases porque sí. Con una varita de trámite quedaron listos todos -excepto el cuarto, que tomó dos- y, sin embargo, se iban arriba en banderillas, tres de ellos incluso pasaban recrecidos a la muleta y los novilleros no podían perderles la cara en ningún momento.

Los dos primeros sacaron nobleza, mas no por eso dejaron de ser novillos de cuidado. Por ejemplo el segundo de la noche se llamó «Indio» y fue un gozo de embestidas pastueñas; un novillo de casta brava, pronto al cite, humillante al embarcar, largo al embestir, y perseguía codicioso el señuelo del novillero Rodrigo Ortiz. En el ruedo había un novillo importante, pero en el tendido no estaba la afición. Lo que había allí era, más bien, un público triunfalista al que, del novillo, lo único que le importaba era las orejas. Tampoco es que lo que pasaba en el ruedo con Ortiz era magia, en realidad lo que acontecía fueron muchos pases, la mayoría con el pico, la suerte descargadilla, la hondura ausente y el arte contenido. Y así dejo ir Ortiz un novillo importante y de puerta grande. En su segundo novillo tampoco estuvo demasiado fino. Voluntarioso sí y al final cobró una estocada, de la que salió moribundo el novillo e impresionadísimo el gentío; y sin que existiera una petición mayoritaria, el juez soltó una oreja que el publico le recriminó con toda razón.

El primero embestía vivaz y Juan Querencia le pegó mil pases, y cuantos más pases daba, más codicioso perseguía la muleta el novillo. Posiblemente si hubiese instrumentado las suertes con más hondura le habría dominado, mas no parecía muy decidido a conseguir ese objetivo. Pareciera que dominar un novillo pertenece a una liturgia completamente ajena a la moderna tauromaquia. El caso es que el tiempo se echó encima, Querencia mató mal y si no llega a ser porque en el palco se paró el reloj, le mandan los tres avisos. Al cuarto intento sacarle algunos pases, lo cual fue imposible pues el novillo no aceptaba ni uno.

El novillero español Jorge Martinez tuvo una actuación contrastante y para el olvido; con el tercero se hizo un lío y al manso sexto, más complicado, le plantó cara en el tercio -cercana su querencia a tablas- mediante una faena llena de arrojo y rusticidad pero que no tuvo eco en el tendido. Hay que señalar que sufrió dos tremendas volteretas con su primero y el hombre se incorporó sin mirarse.

Es una pena pero al final ninguno de los tres novilleros se cruzó: los tres torearon fuera de cacho. Ninguno ligó los pases ganándole el terreno al toro: los tres perdían un paso o cuantos hicieran falta y ninguno arrancó ese olé arrebatado que provoca la emoción de una suerte ejecutada con temple o algún recurso extra para conmover al personal y así conseguir una orejita con la aprobación del tendido.

LA PLAYA / QUERENCIA, ORTIZ Y MARTINEZ

Novillos de La Playa, desiguales de presencia y de juego desigual, excepto el primero y segundo que fueron de nota alta.

Juan Querencia: silencio tras dos avisos y división de opiniones.

Rodrigo Ortiz.: silencio tras aviso y oreja con protestas.

Jorge Martínez: palmas en su lote.

Plaza México. Segunda novillada de los Festejos de Primavera. Un cuarto de entrada.

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