Salitas, natural de Los Palacios y Villafranca, falleció en el mediodía de ayer sábado 26 de marzo, en su localidad natal a causa de un atragantamiento durante el almuerzo. Un impactante suceso que no pudo ser evitado por los presentes en el bar en el que se encontraba. El picador superaba los noventa años de edad y era un popular vecino del municipio.
Enrique Silvestere Salas "Salitas", se inició como picador con Rafael Ortega, el gran torero de la Isla de San Fernando, Aquel torero de toreros que fue espejo para Chenel, admirado por Ordóñez y un padre para Camino.
Rafael Ortega fue quien lo introdujo en la profesión, picando en tentaderos de ganaderías cercanas a Medina Sidonia.
Allá por los inicios de los años cincuenta.
Fue desde el principio Enrique Salas considerado por los más exigentes, un gran picador de toros. Rango de figura del toreo. Retirado el maestro de la Isla de San Fernando,“Salitas” fue contratado por Antonio Ordóñez acompañándole en tardes históricas como los triunfos de Madrid, Pamplona, México, Guadalajara, Querétaro, Cali y, en especial San Sebastian.
De la cuadrilla del maestro de Ronda pasó a las órdenes de Paco Camino. Con el de Camas, toreó temporadas históricas en plazas de México, Perú,Colombia y por supuesto Venezuela tardes inolvidables en Caracas, Maracay, Valencia y San Cristóbal en los momentos cumbres del maestro de Camas.
Más tarde, con Pedro Gutiérrez “Niño de la Capea” vino muchas veces a Venezuela. siendo inolvidables aquellas corridas de la competencia con Paquirri y Manzanares, en las que El Capea solidificó su jerarquía de gran figura del toreo. Corridas en las que Silvestre Salas dirigía la partitura de cuanto y cómo picar a los bravos toros de don Javier Garfias, mismos que fueron inmortalizados por “El Capea” y su cuadrilla.
También figuró en la cuadrilla de Juan Mora, ya retirados Camino y Capea de la actividad profesional.
Salitas’ durante una tarde accidentada tarde como picador.
Así opinó Salitas de los diversos maestros en distintas cuadrillas:
Juan Mora, un torero extraordinario. Tiene un corte de torero de los que hay muy pocos.
Paco Camino una gran persona, un ser excepcional. Se preocupaba mucho de su gente, cuidaba a la gente en el campo. Recuerdo un toro suyo en Granada, en su primer año, un toro de Juan Pedro cuando aquello era muy bravo. Al primero le cortó la oreja y al segundo se le devolvieron por falta de fuerzas. Salió un sobrero de Arranz, puff, malo y peligroso. Paco estuvo con él para comérselo y lo mató como mataba él, como El Espartero, muy despacio. Dio hasta la vuelta al ruedo, ¡cómo estuvo el tío con él! Recordaba Salitas con Camino las faenas en Madrid y en Manizales.
Del maestro Antonio Ordóñez, decía Enrique Silvestre que “ … era un grandísimo torero. Hemingway era uña y carne con él. Le encantaba ir a Pamplona y una poquitas de copas nos hemos tomado juntos. Era muy buena persona. En Pamplona estábamos con él su hermano Juan de la Palma, mi hermano y Hemingway. Compró Hemingway un borrico y lo subimos a la habitación del hotel. No sé lo que pasó, pero luego se lo regaló a unos gitanos que había por allí.
Toreando en Barcelona, Enrique cuenta que “tuve una bronca con el Capitán General de Barcelona, tuvimos unas palabrillas. Estaba en Barcelona y se le iba la lengua. Del caballo me bajaron dos guardias civiles y me metieron en la cárcel en comisaría. A las 6 de la mañana me metieron en La Modelo, con todos los chorizos de Barcelona. Estuve cinco días, del domingo al jueves.
Toreaba Ordóñez esa semana en Valencia y el jueves me echaron fuera. El viernes me fui para allá.
De los caballos de pica de sus días opinaba que “Ahora hay caballos muy buenos, muy bien vestidos. Antes eran más chicos, era más difícil. Ahora tiene bastante peso y son buenos para picar, se pica bien. Los caballos antes eran muy chicos. En América ibas a Perú y salía un toro gordo y con temperamento. Tenías que picar dos toros seguidos y con ese caballo tan chico te cogían. Costaba más trabajo que con el caballo de ahora. A la vista está que en Madrid de 30 corridas solo hay cuatro caballos volteados en toda la feria. Antes eran cinco o seis caídas cada tarde.
¿Se ha perdido emoción? Sí. Antes el toro bravo daba voltereta al picador y eso al público le enganchaba. Luego el matador cogía la muleta y.… sí, había más emoción.
¿En quién se fijaba usted como espejo?
Yo me he fijado siempre en mi hermano, en mi padre y en un tío mío, primo de mi padre. También en Barroso, Juan Mari García y Paco Atienza. Ha habidos unos cuantos picadores buenos como Antonio Díaz, El Mozo Grande que iba con Luis Miguel Dominguín...Usted nunca ha sido muy amigo de las entrevistas...
- No me han gustado nunca. Me daba mucha rabia nombrar a alguien y que me quedara algún compañero sin nombrar.
Fuente:
Del toro al infinito, Juan Lamarca
Diario de Sevilla, Álvaro Ochoa
No hay comentarios:
Publicar un comentario