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La presentación 'de facto'
de Plaza 1 al concurso de Las Ventas
El paso de los años provoca escepticismo y la muerte lenta de la creencia en la casualidad. Nunca la vi en el hecho de que la gran gala de presentación de la Feria de San Isidro, que es una gran feria, fuese justo el día antes del plazo tope para presentarse al concurso de Las Ventas. O viceversa: que "la fecha límite de presentación de ofertas o solicitudes de participación" se haya fijado, según el portal de contratación pública de la Comunidad de Madrid, el día 15 (a las 23.59 horas). El efecto de la proyección de imagen para Plaza 1 va a ser extraordinario, como si presentasen en el mismo acto la candidatura. Así es de facto.
No es lo mismo un concurso en invierno en el que el personal se entretiene contando fallas y fallos de la gestión -esto se hacía antiguamente, cuando se conocía la plica de la empresa adjudicataria y no es el caso- a hacerlo con el fogonazo de una soberbia feria. La vida es para los listos, siempre se ha dicho. Ya saben, además, escrito está, que pienso que el actual pliego, tan restringido, bueno para el empresariado en general y en particular para Rafael García-Garrido y Simón Casas, es un traje a medida. Así salga Abellán con carpetitas de fuegos artificiales.
El concurso tiene esta vez un paso diferente: este martes 15 de marzo sólo se presentará la candidatura, que no la oferta. Variará, imagino, en función de si hay más participantes. (La escena del último concurso con Casas sorprendiendo a última hora a José Antonio Martínez Uranga y Alberto Baillères en mínimos ya no sería posible). La incógnita es si Plaza 1 concurrirá sola o habrá una competencia inesperada. No sé si descarté a Ramón Valencia demasiado pronto y a lo mejor salta a la palestra con su amigo Matilla como socio.
Hoy, lunes, día de la gran gala de San Isidro, o de la gala de un gran San Isidro, anda por Madrid la familia Martínez Labiano, Chopera, fusionada con el grupo de los herederos de Bailléres en BMF, cerrando los carteles de junio de la reapertura de la plaza de Bilbao, casualmente. Como decía en el primer párrafo, no creo en las casualidades. Seguro que me equivoco. En todo.
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