sábado, 15 de enero de 2022

48 AÑOS DE LA APOTEOSIS DE EL CAPEA EN LA MÉXICO Por Javier Lorenzo

 

  Capea, el capitán de Insurgentes.

El 22 de diciembre se cumplieron 48 años del primero de los tres rabos que cortó El Niño de la Capea en la Monumental de México, el próximo 5 de febrero hará 27 años del último. El maestro salmantino se convirtió en la plaza más grande del mundo en uno de los toreros “consentidos” del aficionado azteca y allí encontró el temple y el poso que se le resistía en España antes de convertirse en una de las grandiosas figuras del último cuarto del pasado siglo.

Por Javier Lorenzo.

Con apenas dos temporadas y media de alternativa, y veinte años recién cumplidos, El Niño de la Capea logró uno de los grandes triunfos de su carrera: Cortar un rabo en la Monumental de México, el primero de los tres que paseó en este escenario. Este 22 de diciembre hizo 46 años. Esa primera conquista azteca le llegó muy pronto en su aún reciente doctorado pero ya con un amplio bagaje a sus espaldas: Llevaba entonces ya en su carrera 227 corridas de toros en cosos de España y Francia (en 1973, con 84 paseíllos quedó por primera vez líder del escalafón); a los que había que sumar los paseíllos protagonizados en América, donde debutó el mismo invierno de 1972 en el que tomó la alternativa, estrenándose en Caracas (Venezuela). Igual que en Lima y Quito (Perú) o Manizales (Colombia), en México hizo su presentación, en Guadalajara, en el invierno de 1973, llegando a confirmar en La Monumental azteca el 9 de diciembre con el toro ”Consentido” de Javier Garfias. Precisamente, en eso se convertiría el maestro salmantino, en uno de los toreros consentidos de la afición mexicana por sus rotundos triunfos en el coso de la Avenida de Insurgentes, donde además de los tres rabos, llegó a indultar un toro.

Curiosamente, el invierno antes de cortar su primer rabo en este escenario, el aún joven torero de Chamberí había escuchado los tres avisos de un toro que le devolvieron al corral. Pese a cortar un trofeo al astado de su confirmación, las primeras actuaciones no fueron brillantes y aquellos tres avisos sirvieron para espolearle, para herirle en su amor propio y sacar el carácter y el espíritu de superación que le llevaría a convertirse en una de las grandes figuras del último cuarto del siglo pasado. Lo que resultó una mala y amarga experiencia, le sirvió de lección para borrar de un plumazo y cortar el rabo de “Corvas Dulces“, de Garfias apenas un año después. En vez de acomplejarle el fracaso, los tres avisos fueron un estímulo para volver a salir a flote y pensar que había que dar la cara todas y cada una de las tardes en las que se vestía de luces.

Esa tarde del 22 de diciembre del 74, Capea hizo el paseíllo junto a dos toreros aztecas, Manolo Arruza y Eloy Cavazos, en la que era segunda función de la Temporada Grande, con toros de Garfias, “bien presentados y bravos la mayoría”, describía la crónica de la Agencia Efe que apareció impresa en el semanario El Ruedo, en la que se escribía sobre la actuación del salmantino: “El triunfador de la tarde fue El Niño de la Capea, que bordó un quite por chicuelinas en su primero, al que hizo una faena en la que se conjugó el arte, el valor y el dominio. Hubo largas tandas de pases con la derecha muy templados y series de naturales, que también se jalearon. Mató de soberbia estocada y fue premiado con las dos orejas y el rabo, que paseó alrededor del ruedo, entre aclamaciones”. No pudo redondear ante el parado quinto, aún así esa misma crónica reflejaba la disposición y entrega de Capea, que no se conformó con el triunfo que ya custodiaba en su esportón: “En el quinto, que llegó muy tardo a la muleta, firmó una faena de gran mérito, en la que sacó pases de donde no los había, haciéndolo todo el torero y exponiendo mucho“. Tras una estocada recogió una fuerte ovación desde el tercio, negándose a dar la vuelta al ruedo que pedía la mayoría de los espectadores.

Una masa que aborrotó los impresionantes tendidos del Embudo de la Avenida de Insurgentes. El testimonio gráfico que ilustra este reportaje pertenece a la doble página de publicidad publicada en El Ruedo una semana después del incontestable triunfo, en el que El Niño de la Capea pasea el ruedo en triunfo pletórico con el máximo trofeo bajo la imponente ‘pared’ de espectadores que abarrotaban el coso capitalino. Se completaba el documento con los recortes de prensa de los periódicos aztecas que recogían el éxito y en los que el salmantino acaparaba todos los titulares.

Hasta el triunfo del maestro salmantino, de los 82 rabos otorgados en esta plaza solo siete fueron a parar a manos de toreros españoles.

Ese triunfo de El Niño de la Capea en México le abría las puertas de la historia del coso monumental. Era el rabo número 82 que se concedía en esta plaza, el tercero de ese año: Mariano Ramos y Luis Procuna los cortaron en enero y marzo del 74, en la Temporada Grande anterior. El torero charro tomaba el testigo de Palomo Linares que entonces era el último español en cortar un rabo en México (30 de enero de 1972, al toro “Tenorio”). Hasta entonces, de los 82 rabos concedidos en esta plaza sólo lo habían conseguido media docena de toreros españoles: José María Martorell (1952), Julio Aparicio (1954), Jumillano (dos en 1955), Paco Camino (1963), El Cordobés (1965) y el citado Palomo Linares (1972). El hito de Capea no se quedaría ahí, ya que llegó a triplicarlo, once años después (17 de febrero de 1985) repitió el triunfo con “Manchadito” de Garfias; y el próximo 5 de febrero se cumplirá un cuarto de siglo de la que iba a ser su despedida que firmó a lo grande cortando otro rabo a “Piropo”, mientras la plaza estaba rendida a su magisterio al compás de Las Golondrinas, el pasodoble que se toca en la Monumental a los toreros que comparecen en él en trance de despedida. Capea ya era uno de los “consentidos” de esa afición. Así es como llaman en México a sus toreros predilectos. Y Capea lo fue. Hoy le siguen llamando, además, ”paisano”. El maestro es el mejor símbolo para unir las dos charrerías que separa el charco.

Mayo de 1986: el indulto del toro Samurai

Además de sus incontestables triunfos de los tres rabos, Capea firmó otra gloriosa faena en la Monumental al toro Samurai el 5 de mayo de 1986 indultando al astado de Begoña. El propio maestro confesó, más de una vez, que fue una de las mejores faenas de su vida en la México. “La colosal faena exploró rutas poco frecuentadas por la tauromaquia de ese tiempo: el cambio de mano por la espalda para pasar del derechazo al natural sin solución de continuidad, el trincherazo y el de la firma resueltos en su final con cambio de mano o la casi olvidada dosantina, tomando al toro por la espalda para trazar una perfecta parábola culminada en soberano pase de pecho”, escribía el periodista y escritor azteca Horacio Reiba de aquella tarde.

130 rabos en 75 años de historia de la Monumental de México: 17 fueron para toreros españoles.

El Niño de la Capea se mantiene en el escalafón de los matadores de toros que han cortado un rabo en la Monumental de México como el diestro español que más veces ha logrado este hito en el Embudo de Insurgentes, el coso más grande del mundo (con capacidad para 41.262 espectadores) que el pasado 5 de febrero cumplió 74 años de historia. Al maestro salmantino le concedieron este preciado galardón tres veces, una en cada una de las tres décadas diferentes en las que estuvo en activo: El primero en 1974, en su tercer invierno como matador de alternativa, otro en 1985, en pleno esplendor de su carrera, y el último en 1995, la tarde en la que se despidió del aficionado azteca, aunque posteriormente volvería a vestirse de luces el 5 de diciembre de 2004 para confirmarle la alternativa a su hijo Pedro Gutiérrez Lorenzo ‘El Capea’ en el escenario en el que fraguó gran parte de su leyenda.

Alejandro Talavante, en 2013, ha sido el último en cortar un rabo en el Embudo de los diez toreros españoles que han logrado este trofeo

Los tres rabos conseguidos por El Niño de la Capea solo han sido superados por los 4 otorgados al rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza. A pie, el título lo mantiene un cuarto de siglo después el maestro salmantino, que encabeza una nómina de diez espadas de alternativa que pasearon el más codiciado galardón. Únicamente otro salmantino, Emilio Ortuño ‘Jumillano’ lo logró por partida doble, ambos en la campaña de 1955; mientras que los otros ocho restantes solo lo consiguieron una vez. Desde José María Martorell —que fue el primer diestro español en lograrlo en 1952— hasta Alejandro Talavante que fue el último en 2013. En total, sin contar con los cuatro de caballero navarro, han sido trece los rabos otorgados a los matadores de toros españoles en el Embudo de Insurgentes. En ese citado periodo de tiempo de los hitos hispanos en el principal coso de México Distrito Federal fue la década de los 50 la más gloriosa, no en vano fue cuando Jumillano lo consiguió en dos ocasiones como broche de esa década a los que habían conquistado en 1952 y 1954 el citado Martorell y Julio Aparicio. Su testigo lo tomaron en la década de los sesenta Paco Camino y Manuel Benítez ‘El Cordobés’, que son los que dan paso a la triple corona de El Niño de la Capea (1972, 1985 y 1995), ya en una década en la que entra en escena José Miguel Arroyo ‘Joselito’ con su triunfo en 1996. Manuel Caballero y Miguel Ángel Perera fueron los siguientes en la primera década del nuevo siglo situándose como precedentes de último rabo para un español en el Embudo: Talavante en 2013. El 11 de noviembre de 2018 el rejoneador Diego Ventura indultó un toro.

Rabos en la Plaza México

Si Manolo Martínez es el torero que más rabos paseó en la Monumental fue, otro azteca, Silverio Pérez el primero al que le otorgaron el máximo trofeo en ese escenario. El único que cortó en esta plaza en toda su carrera El Faraón de Texcoco y fue el 16 de febrero de 1946 (mano a mano con Manolete), apenas once días después de la inauguración del coso.

El matador de toros que más rabos ha cortado en el Embudo de Insurgentes de la capital azteca es Manolo Martínez, con 10, pero el torero que entre novilladas con picadores y corridas de toros obtuvo más rabos, fue Rafael Rodríguez, llegando a pasear el máximo trofeo en once ocasiones.

34 toros y 16 novillos indultados

A lo largo de los 75 años que se cumplieron el pasado 5 de febrero de la historia de la Monumental de México se han indultado 34 astados en las corridas de toros, mientras que en el escalafón novilleril se indultaron 16 utreros.

Feria del Aniversario 76

Durante los próximos festejos de aniversario los diestros españoles Antonio Ferrera y Julian Lopez «El Juli» tendrán la oportunidad de cortar el rabo numero 18 ¿o 19? para los toreros españoles en la Plaza México y continuar escribiendo su historia con letras de oro.

Publicado en La Gaceta de Salamanca

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