domingo, 5 de diciembre de 2021

LOS AMORES DE CURRO ROMERO por Fátima Díaz / Publicado en El Diario de Sevilla


‘El Faraón de Camas’, que acaba de cumplir 88 años, se casó por lo civil con Carmen Tello en 2003 y el año próximo lo hará por la Iglesia, un sueño anhelado por la pareja desde hace décadas.

Por Fátima Díaz.

La vida de un torero en la España de los años 60 era un sinfín de viajes, giras interminables por América, numerosas ausencias del hogar y juergas infinitas hasta altas horas de la madrugada. La de Francisco Romero López, más conocido como Curro Romero, no fue una excepción. El Faraón de Camas, a sus 88 años recién cumplidos, por fin podrá cumplir el sueño de la que ha sido el amor de su vida, Carmen Tello: casarse por la Iglesia.

A pesar de llevar 25 años juntos no pudieron hacerlo por el anterior matrimonio de Curro con Concha Márquez Piquer pero, tras su fallecimiento en octubre, ya no existe impedimento. Curro y Carmen tienen previsto darse el ‘sí quiero’ el año próximo en una ceremonia íntima y discreta.

Ya lo dijo la periodista Beatriz Cortázar cuando a finales de 2019 al diestro le salió un hijo secreto de 60 años que reclamaba en los tribunales que se le reconociera como tal: “Es verdad que Curro Romero ha tenido muchas novias, pero no habían aparecido niños”. Lo cierto es que la azarosa vida sentimental de los toreros de la época y los escasos medios que se ponían entonces para evitar embarazos no deseados hace más que probable la existencia de algún vástago sin reconocer.

El madrileño José Antonio Arias García es quien está luchando desde hace años para que el ex matador le reconozca como su hijo y que ha llevado el caso a los tribunales después de una primera demanda de paternidad que fue rechazada. Esto ocurrió en 1989 y, entre otras cosas, fue desechada porque la propia madre del demandante, María del Carmen Arias García, no deseaba que el asunto tomara trascendencia pública.

Inscrito en el registro civil con los apellidos de su madre en 1959 (y criado así como hijo de madre soltera) en la España de posguerra, José Antonio fue descubriendo su historia poco a poco: su madre fue bailarina de cabaret que, como mucha gente en aquellos años, frecuentaba uno de los bares más de moda de la capital, el Pasapoga, donde una noche conoció a Curro Romero, quien estaba empezando en el toreo y su nombre aún no era muy conocido.

Según la versión de este hombre, su madre y el torero se sienten atraídos y acaban la noche en una pensión de la calle Hortaleza. Poco después la carrera de Curro Romero comienza a despuntar y se marcha a Perú, volviendo poco después a España como uno de los grandes toreros del momento. María del Carmen le confiesa que está embarazada y, ante el temor de ser madre soltera en aquella época, le pide casarse, algo a lo que el novillero se niega rotundamente y ahí acabó el contacto.

Tres años después, en 1962, María del Carmen descubrió que Curro se había casado con Conchita Márquez Piquer, hija de la famosa cantante. José Antonio explica que hasta mucho después de aquello no se vio con fuerzas para hablar con su supuesto padre. “Él me dijo que no negaba nada, que había estado con una mujer un tiempo en Madrid y que había tenido un hijo, pero no sabía si era yo”, afirma en su declaración.

Tras este encuentro, aceptó hacerse la prueba, pero hubo quienes le quitaron esa idea de la cabeza, cuenta José Antonio, y desde entonces se siguieron viendo, pero sin mostrar Curro demasiado interés. “Creo que su familia le dijo que no se hiciera las pruebas. Concretamente, por unas declaraciones que leí, creo que fue su madre, mi abuela, la que puso la venda antes de la herida. Y las hermanas también influyeron”. Tras algunos años contrató a un detective que consiguió la boquilla de un cigarro de Conchita Romero López, la hija de Concha y Curro, con la que se cotejó su ADN. “Estoy emparentado con ella al 99,98%”, sostiene.

Hijos ilegítimos aparte, Curro Romero mantuvo una relación sentimental de dos décadas con Ana Rosa Pidal, que dejó a su marido, Tomás Terry, para irse con el torero. En su entorno daba la impresión de que ese amor iba a ser duradero. Lo que no fue porque Curro se enamoró perdidamente de una encantadora dama, a quien todos los periodistas que la han conocido respetan y admiran por su excelente trato, su sencillez y su señorío.

Era Carmen Tello, hija del fundador del Banco de Andalucía, dueño de una gran fortuna, que comenzó a convivir con el maestro del toreo a partir de 1996. En la confianza de poder casarse por la Iglesia esperaron unos años, aunque Conchita no quiso darle a Curro ese gusto.

Al final, la boda civil se celebró siete años más tarde, en 2003, en su finca de Espartinas, no sin que 20 días antes protagonizara Curro una espantá, como si estuviera en la plaza, sintiéndose perseguido por los periodistas y abrumado ante el paso que iba a dar. En 2022 será el año en que Curro por fin lleve a Carmen al altar.

Publicado en El Diario de Sevilla

No hay comentarios:

Publicar un comentario