Por Luis Cuesta – De SOL y SOMBRA.
Hay un antiguo mito que ha alimentado las doctrinas de la supervivencia y las concepciones religiosas. Este mito es el del Ave Fénix, que según los sacerdotes de Heliópolis vive dentro de un ciclo fijo y cumplido el tiempo que debe durar su vida, muere para renacer nuevamente con toda su gloria y belleza.
Así, como un Ave Fénix renació la noche del pasado sábado la Plaza México tras casi dos años de estar cerrada por la pandemia del covid-19 y lo hizo de manera triunfal con una corrida impregnada de nostalgia, misticismo y teatralidad a la que se le denomino “Corrida de las Luces”. La respuesta del publico fue admirable y la plaza registro una gran entrada -unas 20 mil personas- que acudieron con fervor a la religiosa y original puesta en escena de la Plaza México.
Hasta aquí todo iba bien. Pero después sale el toro y empiezan los escándalos.
Luis David trajo el escándalo con el quinto de la noche. Pero tanta culpa tiene el torero como quienes aceptaron sus imposiciones. Lo de ayer fue un bajonazo indignante. Era conocido por todos que cada torero iba a llevar su propio toro, pero el de Luis David del hierro de José María Huerta nunca debió de haberse embarcado para La México por su falta de trapío. El toro fue protestado con fuerza, pero el juez Enrique Braun lo mantuvo en el ruedo contra toda lógica y a pesar de que tal actitud era una auténtica provocación al público. Con desprecio respondió la afición y Luis David tuvo que lidiar con la furia del tendido y con un toro que se vino abajo rápidamente. Relatar lo ocurrido en el ruedo, con semejante material, es algo reiterativo y monótono.
Abrió la tarde El Zapata con un toro de Rancho Seco también escaso de trapío, al que se le picó con cuidado, y que embestía entregadito… cuando embestía. Había que sacarle los pases con sacacorchos, uno a uno pocas veces dos, por excepción tres. Sin embargo, la faena no tenía resonancias por culpa de la res. Los mejores momentos del Zapata fueron los que consiguió con las banderillas.
El Calita se enfrentó a un toro del hierro de La Joya, bien presentado y que ha tenido calidad, pero con el que estuvo peor que mal, pues con su oficio y con lo mucho que ha toreado últimamente en España y México, no tiene justificación el que no haya podido cuajar al de La Joya y que abusara del pico a mansalva. A un torero importante (y debe serlo ya que le dan puestos en todas las plazas) debe exigírsele más, bastante más y mas cuando tuvo un toro para haber podido triunfar.
El mejor librado del festejo fue Juan Pablo Sánchez que lidió un toro Jaral de Peñas que fue de más a menos rápidamente, con el que tuvo el mérito de aguantar y exponer lo suficiente para descubrir cuál era el lado bueno de las embestidas del toro. Resultó ser el derecho y consecuentemente, le instrumentó algunos muletazos templados, largos y sentidos para llevarse una oreja y a la postre ser el triunfador del festejo. Su entrega el día de ayer no admitió dudas.
El cuarto fue del hierro de Los Encinos que ya se sabe, son toros con personalidad, física y brava, y su lidia casi siempre lleva aparejada la garantía de la emoción. Ayer, en cambio, resultó decepcionante. El de Los Encinos fue excesivamente manso, carecía de poder y dio un juego tan plano que resultaba aburrido hasta para su lidiador Sergio Flores, que dio algunos pases sin sentir el repiqueteo cardíaco del toreo “güeno”.
Quiso aprovechar el momento Leo Valadez con el cierra plaza de Pozo Hondo al que toreo por nota por caleserinas, después quiso impresionar en banderillas. Pero de todos los pares que señalo, solo el tercero tuvo la categoría de soberano. En la muleta el toro acabó aplomado e incierto, demasiado hizo Valadez con el de Pozo Hondo, para terminar siendo silenciado tras pasaportarlo con algunas dificultades.
Fue una pena que con la reapertura los escándalos hayan regresado a la Plaza México, pero lo mas preocupante es que seguirán si no se toman medidas. El toro tiene que salir a toda costa, aunque se caigan del cartel todas las figuras, y la autoridad superior quite de una vez por todas del palco de la autoridad a los incompetentes.
Ayer era una ocasión propicia para ofrecer la fiesta de toros verdadera, lamentablemente no se pudo conseguir.
Juan Pablo cortó la oeja de la noche a un toro de Jaral de Peñas; la cabaña brava mexicana dejó mucho que desear.
TOROS DE DIVERSAS GANADERIAS
ZAPATA, CALITA, SÁNCHEZ, FLORES, LUIS DAVID Y VALADEZ
Toros de distintas ganaderías en el siguiente orden: Rancho Seco, La Joya, José María Arturo Huerta, Jaral de Peñas, Los Encinos y La Joya, desiguales de presentación y juego, destacaron el de La Joya y Jaral de Peñas.
Uriel Moreno “El Zapata: Palmas.
Ernesto Javier “Calita”: Palmas.
Juan Pablo Sánchez: Oreja.
Sergio Flores: Silencio.
Luis David: Pitos tras aviso.
Leo Valadez: Silencio tras aviso.
Plaza México: Tres cuartos de entrada del aforo permitido.
Incidencias: La procesión previa al paseíllo se hizo con una imagen de la Virgen del Rosario.
Twitter @Twittaurino
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