El venezolano Jesús Enrique Colombo estuvo muy torero y fue reconocido con ovaciones y una oeeja en la final de la Copa Chenel que ganó Fernando Adrián
Fernando Adrián se ha alzado este sábado con el triunfo en la gran final del circuito de corridas de toros organizado por la Fundacion Toro de Lidia en la Comunidad de Madrid. El diestro de Torres de la Alameda cortó tres orejas y volvió a reivindicarse como en las eliminatorias anteriores en una tarde en la que Robleño y Colombo pasearon sendos trofeos con una variada y entretenida corrida de José Vázquez y Adolfo Martín.
Castaño de amplio de cuna, muy serio, enseñaba las palas el quinto, último de José Vázquez, que salió suelto y sin fijeza, también algo abanto. Se desmonteró Antonio Molina en banderillas. Con el toro marcando querencias, comenzó Adrián de rodillas cerca de las tablas. Hubo después toreo clásico y pureza del madrileño, que entendió y cuajó por ambos pitones la pronta embestida de su adversario, que tuvo ritmo y profundida, aunque acabó de nuevo atrincherado junto a tablas. Tras pinchazo y estocada, paseó las dos orejas.
Más agradable y lleno que el primero, aunque bien presentado, el cárdeno segundo también abría la cara, toro bajo y bien hecho, que permitió buenas verónicas a Fernando Adrián en el saludo de capa. Cumplió en varas y, tras desmonterarse Jesús Aguado en banderillas, llegó con movilidad al tercio final. Ahí, Adrián hizo el resto, con empaque, dejándole la muleta siempre puesta y corriendo la mano por ambos pitones a un animal al que faltaron finales, pues salía siempre desentendido del muletazo. Tras pinchazo y estocada trasera, paseó un trofeo.
Estrecho de sienes y agradable, algo despegado del suelo, el abanto cuarto, también de José Vázquez, se pegó varias vueltas al doble anillo de salida. No paró quieto en toda su lidia, con mucha movilidad, y Robleño lo lució, otorgándole distancia en el inicio de un trasteo fundamentado en el pitón derecho. Hubo gusto y hasta abandono por momentos del torero madrileño, que toreó con hondura y temple a un animal que se terminó viniendo a menos. Pero se atragantó la espada y se esfumó el premio.
Acapachado, bajo y hondo, con volumen, el tercero -con el hierro de José Vázquez– repitió en el capote de Colombo, que lo recibió a pies juntos a la verónica. Manseó lo suyo y dificultó el tercio de varas. El venezolano derrochó facultades con las farpas y luego, a solas toro y torero, sacó el animal nobleza y humilló mucho en la muleta del sudamericano que lo toreó por abajo con rotundidad. Tras una estocada desprendida, logró su oreja.
Cerró plaza otro cinqueño -como toda la corrida- de Adolfo Martín, que tuvo movilidad y poder en los primeros tercios permitiendo a Colombo banderillear de nuevo con espectacularidad. Mantuvo esa codicia en el inicio de faena el ‘Albaserrada‘, que se terminó orientando hacia la mitad de la misma y esas embestidas más ásperas y midiendo complicaron la labor del venezolano, que porfió para llegar al tendido. Tras un pinchazo recibiendo en los medios, lo mató de un espadazo de premios. Hubo petición, pero el palco no la atendió y fue ovacionado.
Fuerte y ofensivo, veleto, amplio de sienes, rompió plaza un cinqueño de Adolfo Martín que humilló de salida en el percal de Robleño. Se arrancó con alegría al peto y esperó lo suyo en banderillas. En la muleta, se quedó muy corto, especialmente por el derecho y sus embestidas fueron irregulares. Tiró de técnica y oficio para construir un trasteo basado en la zurda. Muy meritorio, tras pinchazo hondo y descabello, paseó la primera oreja de la final.
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