Ese azar imprevisible es propio del toreo desde tiempos de antes de la guerra…de la de África.
Pero lo imprevisible del toreo y su azar, iba, no hace tanto tiempo, dentro de la edad y las hechuras y el toro de tipo para ovación de salida. Resulta que este año, con exceso de toros, el toreo se saca de la chistera un naipe nuevo. Ha puesto el azar natural dentro de un azar de brutos: en el toro de edad pasada y de hechuras de escaso gusto. Bueno, pues uno de El Juli en edad de retirada fue un negado, otros de buena condición la cambiaron y hasta hubo el toro del arrimón, el que se pegó Roca Rey ante uno que tenía el cuello excesivamente escondido.
Los mismos toros de edad de esta tarde, en su edad ideal de lidia, hacen una corrida mejor. Y, quede claro, que esta ganadería es superior. Venimos rebotados de ayer, con ganadería superior, Juan Pedro, cuyas hechuras y lotes fueron para quitar el carnet a todos. Y como son buenas, rompen dos a embestir. Los dos de más clase cayeron en Manos de Miguel Ángel Perera, ese torero cabal, un seguro de vida para el tporo y el ganadero, inteligente en cada planteamiento y soberbio en el toreo profundo. Suelto y marcando querencia, el segundo toro fue tratado con corrección extrema hasta llegar a la muleta, en donde Miguel Ángel lo bordó, primero al darle celo sin molestar, luego en una tarda de superior ligazón y otra enorme con un cambio de mano que duró lo que se tarda en fumarse un cigarrillo bien fumado. Al natural, el toro se abrió hacia tablas, y el toreo le aplicó el imán de la muleta en la cara, tapándole la salida. Un toro de calidad en límite al que cuajó, pero al espada quedó fea.
El quinto era bajo, hondo, de mucha badana, dando feo aspecto a un trapío correcto. Lo toreo superior a la verónica Perera, con buen compás, lo llevó con guapo surtido de chicuelinas, tijerillas, tafallera y media al caballo, donde se le cuidó. Y con la muleta arrancó la música en un inicio de faena de rodillas desde los medios ligando una tanda fetén, Dos mas con la mano derecha fueron a más en hondura y calado en el temido, pero el toro, que se pegó una costalada, no tiró para delante igual por el pitón izquierdo en dos tandas centrales y al volver al pitón derecho el toro ya estaba echando el cierre. ¿Azar? ¿suerte? Coño, pues si el toreo ya tiene esas cosas, no pongamos una bala de mas en el revólver que tiene el mono en la mano.
Embistió recto el sobrero, serio, de cuello justo y, sobre todo, toro sin flexibilidad. Este término, que será maldito por momentos y usado mas tarde por muchos sin pagar patente, no es poca cosa. El toro embiste, en su orden natural de cuadrúpedo, en la línea recta. Puede humillar o no. Pero incluso humillando, puede embestir recto. Distinto del toro cuya flexibilidad de tipio y condición brava le hace embestir humillando y variando su línea recta al meter la cara con el pitón de dentro y permitir el toreo en redondo, la línea del toreo. Pues el sobrero de El Juli fue toro que se dejó en esa línea recta, sin mucho empuje después del embroque, sin romper, en una faena notable que, de no haber sido la primera, era de oreja. El cuarto salía de los muletazos mirando a todas partes, tan bajo de raza y de bravura.
Hubo un toro que se movió. Pero como se movió es otra cosa. El tercero, de cuerpo mas ligero y fino, sin definirse en entrega de salida, que pudo acusar un costalazo en la lidia. Pero de esa forma desordenada llegó a la muleta, con Roca Rey tratando de llevarlo en línea y marcarle las salidas para aselante. Dos tandas tuvo el toro de movilidad fuerte y rebrincada, para sentirse podido en un par de muletazos, uno con la izquierda poderoso, del que salió diciendo que no. No toros los toros se rajan yéndose a la tapia, y menos en esta ganadería de raza. Algunos se ponen a la defensiva, como violentos, tratando de quitarse el engaño al pasar, lo mató bien Roca Rey.
Y mejor aún mató al sexto, un toro de cuello mas que escaso que siempre dificultó el embroque pues, tomado a su altura, el toro se desplazaba poco y las tandas tenían escasa profundidad. En su nobleza, el toro “permitió” a Roca Rey ponerse en la distancia corta para embestir él. Desde cerca, comenzando con un circular larguísimo de espaldas, lo toreó una y otra vez en esas medias embestidas por arriba, dejándose llegar los pitones al cuerpo. Se montó encima y estuvo listo en no insistir, pues llegó a rajarse y corría el peligro de que los desplantes sucedieran en la penca del rabo y no en su cara. Una faena de figura responsable.
Yo cade vez entiendo menos de esto si es que alguna vez entendí, que puede ser que no. Pero a mí nadie me puede decir que no existe el toro de Sevilla. Y si me dicen que no existe, pues entonces será que esos toros de buen perfil, cara palante, enseñando las palas, hondos, cortos de manos, fuerte pero no pasados de romana, cuello y hocico por delante, jamás existieron. Pero yo los he visto. Iban al lado del gusto. Puede ser que el cambio del toro venga ya desde la gran crisis del 2008, puede ser que ya haya da salir en un gache el toro de Madrid y en Madrid el de Pamplona y en Sevilla uno vulgar y abuelo. Puede ser. Pero que el toro de Sevilla ha existido hasta no hace tanto, es cierto. Quizá porque había una cosa que se llama tener gusto. Y eso así, desde antes de la guerra… de la de África.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Real Maestranza de Caballería, en Sevilla. Séptima corrida de la Feria de San Miguel. Lleno de ‘No hay billetes’, de acuerdo con las limitaciones del 60% de aforo. Toros de Domingo Hernandez (1º y 3º) y Garcigrande (1º bis, 2º, 4º, 5º y 6º), bien presentados.
• EL JULI, gran ovación tras petición y palmas.
• MIGUEL ÁNGEL PERERA, gran ovación y oreja.
• ROCA REY, ovación y oreja.
Incidencias: En banderillas, se desmonteraron Antonio Chacón, en el cuarto; y Javier Ambel, en el quinto.
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