CURRO PUYA
(APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA)
José del Río Jiménez
Al gran aficionado y mejor amigo Juan Carlos Torres Raynaud, con todo afecto (El autor).
I.– INTRODUCCIÓN
No me guía otro propósito al redactar estos “apuntes” que el de rescatar del olvido, injusto a todas luces, a un torero que se llamó Francisco Vega de los Reyes, más conocido en el mundo del toro por los apodos de Gitanillo de Triana y Curro Puya, que en su corta andadura por los ruedos de España y América dejó la impronta de un sello muy personal, especialmente en el toreo de capa con las manos bajas, del que hizo una verdadera estilización, como acertadamente dijo de él don Gregorio Corrochano, de quien entresacamos un párrafo de un artículo publicado en el diario ABC, en el que afirma que «Gitanillo toreaba tan lentamente, de modo tan pausado que, a veces, parecía que detenía el tiempo». Y ese toreo, a un mismo tiempo despacioso y acompasado, que todo buen aficionado contemplaba asombrado y hasta sobrecogido, era de tal naturaleza que, según nos cuenta el propio Corrochano, una tarde en la Plaza de Madrid después de una fenomenal faena de capa, absorto y presa del mayor entusiasmo, le preguntó:
«Gitanillo, ¿se te para el corazón cuando toreas?».
En todo momento se le vio influenciado por las corridas que toreó con Juan Belmonte, de quien se confesaba ferviente admirador, cifrando sus ansias de gloria en ser su continuador.
Curro Puya, hombre bueno, sencillo, afectuoso y amigo de sus amigos, en el decir de quienes le conocieron y trataron, fue una víctima más de mayo, mes fatídico para los toreros, que esta vez segó en flor –contaba al morir veintisiete años– la vida de uno de los toreros más notables de la década de los veinte, figura grande y destacada por indiscutibles méritos propios, «verdadero prestigio de la Fiesta Nacional», como dejó sentenciado un revistero de la solvencia y prestigio de Don Criterio.
Al finalizar la temporada de 1928, en pleno auge de su brillante carrera, marchó a México, cosechando grandes éxitos tanto en la capital como en diversos estados, que le llevaron a conseguir la Oreja de Oro, instituida como máximo galardón taurino, después de una memorable actuación, tanto con la capa como con la muleta, en la exigente y gigantesca plaza capitalina. En sus intensos cuatro años como matador de toros actuó en 176 corridas, distribuidas de la siguiente forma: Temporada de 1927: dieciocho; temporada de 1928: sesenta y siete; temporada de 1929: veinticuatro; temporada de 1930: cincuenta y una, y temporada de 1931: dieciséis. En estas corridas no están incluidas las que toreó en México en la temporada 1928/1929.
LOS AÑOS de Curro Puya en México, tomados del libro Garfias, el toro de México, por Víctor José López EL VITO.
En la temporada mexicana del año 29 explotaron varias minas de carga profunda. El detonante de cada carga lleva un nombre, un torero que se convertiría en el tiempo en el titulo de una leyenda: Joaquín Rodríguez Cagancho, uno de los sorprendentes triunfadores, gracias a la colaboración de las maravillosas condiciones de Vidriero de San Mateo. El valenciano Vicente Barrera fundamentó su proyección en los toros Formador y Ruiseñor, ambos productos de la vadada del señor Llaguno. Aquel año 1929 en insistente túnel del tiempo, don Alfonso de Icaza organizó un evento que marcó el camino exitoso que buscaba don Antonio para San Mateo: la Corrida de la Oreja de de Oro:
Ocho de San Mateo Ocho. Para el tapatío Pepe Ortíz, los sevillanos Joaquín Rodríguez Cagancho y Francisco Vega de los Reyes Curro Puya y el valenciano Vicente Barrera.Tarde inolvidable para el hierro de don Antonio, en aquella corrida destacó el toro Como Tu inmortalizado por el lente del gran Luis Reynoso con la fotografía de un lance insuperable que aún hoy es alabado en el tatuaje de la ejecución de Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana o Curro Puya. Se la considera una exigente lección de ejemplo de cómo torear a la verónica.
Vale la pena que nos detengamos ante esta foto, gozar el inenarrable documento del lance a la verónica como comenta el periodista Rafael Solana hijo, o José Cándido, en la firma de sus crónicas, que destacaba que Luis Reynoso fue un integrante más de la célebre “Unión de Fotógrafos Taurinos de México”, gremio creado en 1928 por los fotógrafos Samuel Tinoco, Eduardo Melhado y Enrique Díaz.
En 1940 aquella sociedad celebró una exposición, en la que convocados los diferentes artistas de la fotografía fue posible concentrar un trabajo colectivo con lo mejor de lo mejor.
En ese sentido, Rafael Solana apuntaba:
"No ha sido suficientemente estimada la labor del fotógrafo dentro de la fiesta taurina. El fotógrafo completa, contiene y afianza al poeta y al pintor, que respaldados por el artista de la cámara puede pulir y abrillantar las escenas que se suceden en el ruedo sin el peligro de que, devorado por la fugacidad de un instante, todo vuele hacia la fantasía y se convierta en mera creación imaginativa.
El fotógrafo en los grandes fastos de la tauromaquia en las hazañas heroicas en las tardes en que desborda la maravilla de arte que es el toreo, es el notario que da fe, con su respetabilidad, con su crédito público de hombre que sólo trata con realidades, de que aquello que incendió nuestros ojos en una llamarada increíble no fue solamente un ensueño, sino fue una verdad. Si el fotógrafo no rescatara pruebas palpables, evidentes, incontenibles, todos los extraordinarios momentos del arte se mezclarían en nuestra memoria hasta convertirse en una sola masa de irrealidad, de fantasía, de sueño".
Hasta aquí con esa elogiosa nota que sigue con otros apuntes convertidos en la justa calificación de tan notable tarea que, por fortuna, ha quedado registrada en infinidad de publicaciones donde la célebre firma “Reynoso” confirma todos estos dichos, que nos refieren a un auténtico artista del lente.
El mérito de aquellos diletantes de la imagen, de auténticos profesionales en la fotografía, permite recuperar un pasado que nos parece todavía más representativo en la medida en que esos registros adquieren una dimensión especial, y que recreamos porque muchas de ellas alcanzaron el centro mismo de una suerte, de la “fugacidad de un instante” –Rafael Solana dixit-. Loor a Luis Reynoso.
Ocurrieron dos acontecimientos trascendentes para la tauromaquia mexicana, determinantes para Javier Garfias en su camino y formación como ganadero de reses bravas: como señalamos en su momento, el conocido Pacto de San Martín Texmelucan 1940 y, el otro acontecimiento, y tal vez mucho más determinante, el fallecimiento de don Antonio Llaguno González 1953.
Muerte que más adelante abrirá las puertas para acceder a lo que Luis Niño de Rivera ha llamado con acierto Sangre de Llaguno. Quedaban atrás los nombres de los integrantes de una legión de toreros muy importantes que sostuvieron con recia personalidad y variadas expresiones el desarrollo definitivo de la tauromaquia mexicana. Fueron ellos: Lorenzo Garza, Luis Castro El Soldado y Fermín Espinosa “Armillita Chico”, Alberto Balderas, Chucho Solórzano y Pepe Ortíz…
El domingo 21 de diciembre Manuel Jiménez Chicuelo, mató la corrida de la divisa bolchevique - apelativo que le dio Verduguillo a los colores de Piedras Negras.
Cartel, Chicuelo mano a mano con Gaona. Último gran triunfo de Gaona con toros de Piedras Negras.
“Estaba por comenzar la revolución taurina en México”. Comentario del destacado historiador taurino mexicano don Carlos Castañeda Gómez del Campo, escritor y ganadero.
-Y, al igual que la anterior revolución sin un general mexicano Juan Silveti, padre de Juanito y abuelo de David y de Alejandro y bisabuelo de Diego, daba la cara y el cuerpo todas las tardes, como ha sido la consigna de la dinastía.
LA ALTERNATIVA
Tuvo lugar el 28 de agosto de 1927, en la Plaza de El Puerto de Santa María (Cádiz), lidiándose seis toros de la Viuda de Concha y Sierra y siendo apadrinado por el mítico Rafael Gómez El Gallo, con la presencia de Juan Belmonte como testigo. La corrida resultó extraordinaria: El Gallo cortó las dos orejas y el rabo del cuarto; Belmonte armó una verdadera revolución, obteniendo cuatro orejas y dos rabos y Curro Puya, en el toro de la alternativa, de nombre Vigilante, berrendo en negro, muy bravo y noble según nos cuenta Don Criterio en su libro Treinta años de crítica taurina, y «un pavo mansurrón y sabihondo» si atendemos al juicio crítico de don José Carlos de Luna, recogido en un artículo publicado en la revista El Ruedo, en la edición del 4 de enero de “Curro Puya” (Apuntes para una bibliografía) 19 de rojo la arena de los cosos taurinos. La enfermería de la Maestranza tuvo que visitarla en tres ocasiones: dos de ellas durante su etapa de novillero y una tercera, siendo ya matador de toros y muy reciente la alternativa, en una corrida de la Feria de San Miguel de 1927, alternando con Rafael El Gallo y Chicuelo, en la que al realizar un quite al sexto toro recibió un fuerte pitonazo en la cara que resultó, afortunadamente, más aparatoso que grave. Hasta aquí esta breve semblanza de uno de los toreros más famosos y carismáticos de su época, de cuya trágica desaparición se han cumplido ahora sesenta y ocho años.
Francisco Vega de los Reyes, Gitanillo de Triana o Curro Puya, nació en Sevilla, en la calle Verbena del barrio de Triana (Rodrigo de Triana en la actualidad), el día 23 de diciembre de 1904. Sus padres tenían una herrería en la calle Pagés del Corro, n.º 120 y, allí fue, durante algunos años boca de fragua especializándose en las construcción de unos ganchos que se denominaban grapas gitanas o puyas, que servían para sujetar a los postes las alambradas que protegían los cerrados de los toros de lidia; de ahí proviene el apodo de Curro Puya. A los quince años toreó un novillo que, desmandado de la dehesa Los Gordales, hizo aparición en el barrio de Triana y cuatro años más tarde, en 1923, comenzó a frecuentar los tentaderos, llamando la atención de Angelillo de Triana y del banderillero El Sargento. Al año siguiente, toreando en una dehesa de don Antonio Flores, tuvieron ocasión de verlo Juan Belmonte y 18 José del Río Jiménez Triana, con una herida de asta de toro en el tercio medio del muslo derecho, con rotura de los músculos cuádriceps y abductores, y otra en la región sacro exígea, penetrante en la cavidad pelviana, con rotura del sacro y sección y arrancamiento del nervio ciático mayor. Pronóstico muy grave». Una vez practicada la primera cura fue trasladado al sanatorio del Dr. Crespo, donde el día 3 de junio, después de celebrada una consulta entre los doctores Segovia y Sánchez Danús, se hizo público el siguiente parte facultativo: «Como consecuencia del arrancamiento de las raíces del nervio ciático mayor (prexo sacro), ha quedado desgarrado el fondo del saco dural, presentándose una abundante eliminación del líquido cefalorraquídeo, con peligro de presentación de una meningoencefalitis, que ensombrecería totalmente el pronóstico». A la gravedad siguieron las complicaciones; a una noticia de esperanza sucedía una complicación peligrosa. Un artículo de Leandro Blanco, publicado en el diario ABC, nos da detalles de su estancia en el sanatorio: «Yace en un lecho de la habitación n.º 21, situada en el primer piso, y en completo aislamiento. No adopta en el lecho la posición normal. Con el fin de evitar la pérdida de líquido cefalorraquídeo, está colocado en posición inclinada, con la cabeza a nivel inferior de los pies. Estos se hallan a más de un metro de altura. »En esta situación permanece el diestro sin ser visitado por persona alguna.
Únicamente está a su lado su fiel mozo de estoques, el popular Antoñito Conde». Durante varios días estuvo muy mejorado, desapareciendo el peligro de la meningitis y mostrándose los médicos más optimistas en sus dictámenes.
“Curro Puya , cuya muerte había brindado al ganadero don Antonio Flores, dio la vuelta al ruedo con las dos orejas del animal, después de una valiente, vistosa y lucida faena. El mismo Rafael El Gallo le confirmó la alternativa en Madrid, con reses de don Julián Fernández, antes de Herederos de don Vicente Martínez.
CORRIDAS QUE TOREÓ EN SEVILLA
TEMPORADA DE 1925 15 de agosto.– Fue su debut, alternando con Cagancho y Andrés Mérida, en la lidia de seis novillos de Molina, obteniendo un gran éxito. 6 de septiembre.– Seis novillos de Peñalver (antes de Domecq), para Niño de la Venta, “Gitanillo de Triana” y Gil Tovar. Tuvo una gran tarde, confirmando el éxito de su debut, sobresaliendo en dos magníficos quites con las manos bajas; el toreo que le haría famoso. 4 de octubre.– Dos toros de don Féliz Suárez, para Hipólito, y cuatro novillos de la misma vacada para “Curro Puya” y Enrique Torres. Triunfó de nuevo, destacando en un soberbio quite al primer novillo, que se le ovacionó ruidosamente. 11 de octubre.– Seis novillos de don Juan Terrones, de Salamanca, para Epifanio Bulnes, “Gitanillo de Triana” y Enrique Torres. Al dar un natural a su primer enemigo, cuya muerte había brindado a Belmonte, fue cogido aparatosamente resultando con una cornada en el muslo izquierdo.
TEMPORADA DE 1926 6 de septiembre.– Cuatro novillos de Flores Íñiguez y dos de Flores Tassara, para “Curro Puya”, Nili y Mariano Rodríguez. Fue cogido al hacer un quite al quinto novillo, resultando con un puntazo en el escroto. 26 José del Río Jiménez 3 de octubre.– Seis novillos del Conde de Santa Coloma, para Andrés Mérida, “Gitanillo de Triana” y Mariano Rodríguez. En esta corrida dio una de cal y otra de arena.
TEMPORADA DE 1927 24 de abril.– Seis novillos de doña Carmen de Federico, para Torerito de Málaga, “Curro Puya” y Maera. Estuvo bien, sobre todo en su primero. 7 de julio.– Seis novillos de Villamarta, para “Gitanillo de Triana”, Mariano Rodríguez y Vicente Barrera, que debutaba. Tuvo una buena actuación, sobresaliendo en un quite verdaderamente colosal al segundo novillo. 29 de julio.– Seis novillos de don Antonio Flores (antes del Duque de Braganza), para “Gitanillo de Triana” y Vicente Barrera, mano a mano. Los dos espadas estuvieron muy mal, escuchando frecuentes broncas. Como nota curiosa hay que hacer constar que ambos diestros toreaban tres corridas en el mismo día. 28 de septiembre.– Primera corrida de la Feria de San Miguel. Fue su debut como matador de toros. Se lidiaron seis toros de don Rufino Moreno Santamaría, para Rafael El Gallo (que celebraba sus bodas de plata), Chicuelo y “Curro Puya”. En el tercer toro estuvo desconcertado, escuchando dos avisos; en el quinto realizó un magnífico quite y al repetirlo en el sexto recibió un pitonazo en la cara, pasando a la enfermería y despachando el bicho Rafael El Gallo. 9 de octubre.– Corrida a beneficio de la Cruz Roja. Seis toros de don José Bueno (antes del Marqués de Albaserrada), para Rafael El Gallo, Juan Belmonte y “Curro Puya”. La mansedumbre de los toros echó por tierra los grandes deseos de los espadas. “Curro Puya”
TEMPORADA DE 1925 15 de agosto.– Fue su debut, alternando con Cagancho y Andrés Mérida, en la lidia de seis novillos de Molina, obteniendo un gran éxito. 6 de septiembre.– Seis novillos de Peñalver (antes de Domecq), para Niño de la Venta, “Gitanillo de Triana” y Gil Tovar. Tuvo una gran tarde, confirmando el éxito de su debut, sobresaliendo en dos magníficos quites con las manos bajas; el toreo que le haría famoso. 4 de octubre.– Dos toros de don Féliz Suárez, para Hipólito, y cuatro novillos de la misma vacada para “Curro Puya” y Enrique Torres. Triunfó de nuevo, destacando en un soberbio quite al primer novillo, que se le ovacionó ruidosamente. 11 de octubre.– Seis novillos de don Juan Terrones, de Salamanca, para Epifanio Bulnes, “Gitanillo de Triana” y Enrique Torres. Al dar un natural a su primer enemigo, cuya muerte había brindado a Belmonte, fue cogido aparatosamente resultando con una cornada en el muslo izquierdo.
TEMPORADA DE 1926 6 de septiembre.– Cuatro novillos de Flores Íñiguez y dos de Flores Tassara, para “Curro Puya”, Nili y Mariano Rodríguez. Fue cogido al hacer un quite al quinto novillo, resultando con un puntazo en el escroto. 26 José del Río Jiménez 18 de abril.– Primera corrida de Feria. Seis toros de doña Carmen de Federico, para Niño de la Palma, Félix Rodríguez y “Gitanillo de Triana”, que estuvo bastante deslucido. 19 de abril.– Segunda corrida de Feria. Ocho toros de Villamarta, para El Algabeño, Félix Rodríguez, Cagancho y “Curro Puya”, que tuvo otra tarde desgraciada. 21 de abril.– Cuarta corrida de Feria. Seis toros de don Antonio Peñalver, para El Algabeño, Niño de la Palma y “Gitanillo de Triana”. Escuchó bastantes muestras de desagrado. 3 de junio.– Seis toros de Coquilla, para Chicuelo, García Lalanda y “Curro Puya”. Esta fue la última corrida que toreó en Sevilla, estando muy deslucido. Como prueba del infortunio que persiguió a este torero en toda su corta existencia, es de consignar que ese mismo día, cuando terminada la corrida se dirigía en automóvil con su padre a Utrera, en cuya población estudiaba un hermano del diestro, sufrió un grave accidente de tráfico antes de llegar a Alcalá de Guadaira, entre el antiguo Polvorín y Torreblanca, resultando con graves lesiones, de las que tardó bastante tiempo en recuperarse.
TEMPORADA DE 1928 19 de abril.– Segunda corrida de Feria. Seis toros de don Antonio Peñalver, para Marcial Lalanda, Niño de la Palma y “Gitanillo de Triana”. Estuvo voluntarioso toda la tarde y muy valiente matando. 12 de octubre.– Corrida extraordinaria con motivo de la Fiesta de la Raza, seis toros de don Antonio Peñalver, para El Algabeño, Cagancho y “Curro Puya”. Triunfó de manera rotunda, demostrando ser un torero de cuerpo entero y saliendo a hombros de la plaza. 21 de octubre.– Corrida a beneficio de la Cruz Roja. Seis toros de doña Carmen de Federico, para Antonio Márquez, “Gitanillo de Triana” y Palmeño. Nuevo gran triunfo. Realizó una soberbia faena al segundo toro, del que cortó las dos orejas, volviendo a salir a hombros. 28 de octubre.– Corrida a beneficio de la Asociación de la Prensa. Seis de toros de don Rufino Moreno Santamaría, para Chicuelo y “Curro Puya”, mano a mano. En esta corrida no estuvo bien a pesar de sus buenos deseos. 4 de noviembre.– Festival benéfico. Seis novillos de Concha y Sierra, para Juan Belmonte, que los rejoneó y mató superiormente, y cuatro novillos de las ganaderías de Miura, Santa Coloma, Antonio Flores y Villamarta, para Pepe Belmonte, Niño de la Palma, “Gitanillo de Triana” y Mariano Rodríguez. Estuvo bien.
TEMPORADA DE 1929 19 de marzo.– Seis toros de Villamarta, para Chicuelo y “Curro Puya”, mano a mano. En esta corrida, con la que inauguró la temporada, no agradaron ninguno de los espadas. 28 José del Río Jiménez 18 de abril.– Primera corrida de Feria. Seis toros de doña Carmen de Federico, para Niño de la Palma, Félix Rodríguez y “Gitanillo de Triana”, que estuvo bastante deslucido. 19 de abril.– Segunda corrida de Feria. Ocho toros de Villamarta, para El Algabeño, Félix Rodríguez, Cagancho y “Curro Puya”, que tuvo otra tarde desgraciada. 21 de abril.– Cuarta corrida de Feria. Seis toros de don Antonio Peñalver, para El Algabeño, Niño de la Palma y “Gitanillo de Triana”. Escuchó bastantes muestras de desagrado. 3 de junio.– Seis toros de Coquilla, para Chicuelo, García Lalanda y “Curro Puya”.
Esta fue la última corrida que toreó en Sevilla, estando muy deslucido. Como prueba del infortunio que persiguió a este torero en toda su corta existencia, es de consignar que ese mismo día, cuando terminada la corrida se dirigía en automóvil con su padre a Utrera, en cuya población estudiaba un hermano del diestro, sufrió un grave accidente de tráfico antes de llegar a Alcalá de Guadaira, entre el antiguo Polvorín y Torreblanca, resultando con graves lesiones, de las que tardó bastante tiempo en recuperarse.
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