domingo, 26 de septiembre de 2021

COLOMBO APROBÓ CON VICTORINO EN MADRID, A PESAR DEL PÚBLICO de BOTELLÓN en LAS VENTAS por Víctor José López EL VITO

 






Fueron más de dos años, es posible que tres, que no tenía contacto con el publico de Madrid. Duro y siempre dispuesto a imponerse, le recordaba. Hoy, vaya sorpresa, me encuentro con un publico de botellón. 

Confieso que venía ilusionado. Una cita con un paisano en el cartel y seis toros de Victorino en los corrales,  no es poca cosa. El cartel pronosticaba emociones que emanaran de las circunstancias y no protestas con palmas de tango predispuestas a reverdecer aquellos años de intransigencia, la prensa  perniciosa que en su paso dejó estelas penosas en la afición.

Tres toreros, los tres se jugaron la vida  entre protestas injustas y una corrida que nada tuvo que ver con las alimañas con las que aterrorizaban a los toreros antes de la pandemia.

Hubo toros complicados, pero ni lo un ni lo otro; López Chávez  protestado en el primero de la tarde, porque el toro renqueaba arrastrando los cuartos traseros, y desapercibido en el cuarto.  El de Salamanca estuvo muy profesional ante lo que no se podía, y como diría El Guerra, era imposible.

Valeroso, atrevido, Alberto Lamelas, que arrojado en sus dos toros fue a recibirlos a porta gayola. Dos toros voluminosos,  a los que el valiente torero les faltó el respeto pero con los que se acoplaría a medias en su prolongada insistencia. 

Ilusionados por ver a Jesús Enrique Colombo ante ejemplares de la legendaria divisa con los que estuvo muy profesional. En nada desentonó y sí en mucho destacó a pesar de su ausencia de las plazas de toros por consecuencia de la Ley Seca taurina que vive Venezuela y porque aparte de dos o tres corridas y un par de festivales no tuvo acción en plazas de Francia  y de España.

Si, Madrid, su público, estuvo decepcionante, mientras que Jesús Enrique Colombo  estuvo solvente en sus dos toros. 

En banderillas el venezolano dirigió los momentos supremos de la tarde. En banderillas encendió la pavesa de la emoción en el tercero. Emocionó al extremo de ahogar las palmas de tango por el “¡bien!” con el que - ¡Insólito! - en España sustituyen el muy taurino “¡Olé!” … Las palmas de tango con las que los del botellón se acompañaba. Aquello ocurrió durante la faena del segundo toro de Colombo, Jaqueco, 38 con 585 Kgs.,  quinto de la tarde, sintiéndose la ausencia de aquella entendida afición que distinguía a Las Ventas de Madrid,  entre todas las plazas del mundo: vivimos un tercio de varas soberbio. No sólo con el par de puyazos del varilargero Israel de Pedro dos puyazos que fueron estructurados en su totalidad por su maestría durante la lidia de Jesús Enrique Colombo que puso y dispuso en la suerte de varas.

Seguro estoy que  de haber habido una afición entendida, distinta a la del público del botellón, a de Pedro lo habrían obligado a dar una vuelta al ruedo como de tantas vueltas al ruedo a picadores he sido testigo en Las Ventas. 

Como si fuera poco, los dos subalternos del venezolano estuvieron magníficos en la lidia del toro de Victoriano; y él, Colombo, que colocó tres pares muy vistosos, el tercero espectacular, fue el preámbulo que nutrió de dos tandas de naturales muy templados la faena que de no haber pinchado a la hora de la muerte habría dado, por lo menos y una vuelta al ruedo. 

Siendo estrictos.

En esta vuelta a Madrid supimos de la muy buena noticia del regreso de Ignacio Álvarez Vara Barquerito, el toreo esculpido en prosa un periodista que robustece la salud de la fiesta de los toros en vez de avizorar tempestades sembrando titulares de terror para hacerse notar en el batiburrillo en el que se ha convertido la fiesta.  

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