Capítulo Diecisiete
EL TORO
LOS PUSO EN SU SITIO
Cuando los triunfos son legítimos, es cuando las partes se unen y juntos festejan. Eso fue lo que ocurrió con Javier Garfias la tarde que salió a hombros de la plaza México.Lo hizo en volandas de la multitud, gente contagiada por la bravura, la nobleza y el rufo de los toreros llevando al ganadero como pendón de triunfo, celebrando la la extraordinaria lidia de Boca Seca el toro indultado por Marcos Ortega que sorprendió a todos por reunir el esplendor del torero y la apoteosis del ganadero.
Juntos en el éxito, porque detrás de cada triunfo hay una historia. Igual mismo ocurre con la derrota. Aunque para superar el fracaso, existe la revancha.
El doctor Alfonso Gaona, entonces Empresario de la Plaza México, hizo todo lo que pudo por provocarle una derrota a Javier Garfias. El doctor y empresario estaba disgustado con Javier Garfias por no transigir a una petición suya. Por re, o por fa, Javier no transigió a la solicitud del empresario. Gaona, con la bilis revuelta, creyó que con solo cambiarle el cartel a la corrida desestabilizaría el proyecto de triunfo de Garfias y su venganza triunfaría: en vez de ir las figuras que habían acordado en el cartel, le puso una modesta terna con la que el ganadero fracasaría. Eso creía Alfonso Gaona, pero se equivocó. La tarde fue tan exitosa que el ganadero salió a hombros de una multitud ,feliz por lo que vio en la plaza y el matador Marcos Ortega salió proyectado como uno de los triunfadores de la temporada. El toro, otra vez, los puso en su sitio.
Al trabajo y a la inteligencia de Javier hay que agregar el buen tino de haber sabido conservar junto a él y durante muchos años a uno de los mejores caporales que se haya conocido en las ganaderías mexicanas: Amado Losoya “La Zorra”, un caporal que estuvo con su patrón desde que empezó la formación de la ganadería. Con “La Zorra”, con Gustavo Castro “El Santanero”, caporal de de San Mateo y Filemón Guevara, caporal de La Laguna y Pedro Chávez de La Punta se formó el póker de ases de la baraja vaqueril del campo bravo mexicano.
Luis Niño de Rivera, el biógrafo más cercano a la dificultosa vida del genial Antonio Llaguno González, nos cuenta en el capítulo La Transición, en su valioso libro Sangre de Llaguno, que había advertido don Antonio Llaguno González a su hijo José Antonio Llaguno García, que si quería tener una ganadería de toros bravos lo hiciera con su propio nombre. “Si yo me muero … conmigo se muere San Mateo”, le advirtió como sentencia definitiva de un juicio egoísta, lapidario y devastador.
Los inicios de José Antonio Llaguno García como encargado de San Mateo corrieron con poca suerte. porque al morir don Antonio, el 15 de enero de 1953, su primer encierro lidiado a su nombre, el de José Antonio Llaguno, el 22 de noviembre en la Plaza México con Manuel Capetillo, Juan Silveti y Antonio Chenel “Antoñete” en el cartel fue una corrida con mucha sosería y dificultades. Hubo que esperar hasta 1956 cuando Toño Llaguno, como identificarían los aficionados al hijo de don Antonio en funciones de heredero de la divisa, disfrutó de su primer éxito. Fue en la Feria Guadalupana, en la corrida del 9 de diciembre en la que destacaron toros Barba Roja y Cascabel. Pedestales para que Miguel Báez “Litri” y Antonio Ordóñez se erigieran en triunfadores ante la exigente afición tapatía.
El rondeño enloqueció al público con Cascabel, al que le cortó el rabo como premio a la mejor faena por él realizada en suelo Mexicano. Entre 1953 cuando falleció don Antonio y 1979 Toño Llaguno vendió o alquiló sementales de San Mateo una larga lista de ganaderías que incluyeron: Torrecilla, San Antonio de Triana, Chucho Cabrera, Valparaiso, José Julián Llaguno, Javier Garfias, Rafael Obregón, Mimiahuápam, Reyes Huerta, Moreno Reyes (Cantinflas) Valcerradas, Boquilla del Carmen, Xajay, San Fernando, San Martin, Begoña, Los Martínez, Tres Guerras, San Marcos, Campo Alegre, San Judas Tadeo, Celia Barbabosa, Manuel Martínez, La Providencia, La Soledad y Malpaso y , además, vendió más de 500 vacas.
José Antonio Llaguno a diferencia de su padre, sí abrió la ganadería. Luego, habiendo copado necesidades en la cabaña brava de México, dijo en importantes declaraciones:
- No hay porqué alarmarse. San Mateo seguirá siendo siempre San Mateo y el prestigio que mi padre le dio a la divisa rosa y blanco se mantendrá por mucho tiempo.
-Todos los tratos se han hecho sin descuidar la calidad que hay en San Mateo. La reproducción de lo puro, ha dado posibilidades para para que la sangre de Saltillo se reparta y beneficie a otras ganaderías de México, puedo decir sin vanidad, que dentro de poco tiempo, casi todas las ganaderías de máximo prestigio de nuestro país tendrán algo de lo que mi señor padre, con sobra de afición, trajo hace 52 años.
Toño Llaguno casó con una hermana del matador de toros Manolo González, aquel que los panegíricos bautizaron como “La Giralda vestido de luces”, por la relación con su familia andaluza Toño Llaguno pasaba parte del tiempo residiendo en Sevilla. Es cierto que se desplazaba a México para vigilar la marcha de la ganadería. Entre 1960 y 1965 Javier Garfias de los Santos coadyudó en la administración de San Mateo. Javier visitaba la finca de la ganadería cada 15 días con el propósito de pagar rayas y revisar todo lo relacionado con el ganado y las instalaciones de la hacienda de Pozo Hondo. Había mucha presión política por la situación agraria en el estado de Zacatecas. Sobretodo por lo que prevalecía sobre los intereses de José Antonio Llaguno García en la hacienda de Pozo Hondo. Toño apelaba a todas las instancias de gobierno moviendo cielo y tierra para defender su propiedad, pero no lograba respuestas satisfactorias. Su enojo, por la falta de voluntad de parte de las autoridades, lo llevó una confrontación agria y severa con el gobernador de Zacatecas, lo que le hizo comprender que sus días como ganadero en el estado habían llegado a su fin. Así que Toño Llaguno acabó saliendo de Pozo Hondo. Inteligentemente Toño abandonó Zacatecas, pues antes, vente años antes se había perdido San Mateo, al iniciarse la década de los treinta y, desde 1915, Zacatecas solo representaba serios problemas para la cría del toro bravo. Ahora estaba obligado a dejar el estado cercado por el movimiento político a su alrededor. No había tiempo que perder, pues el gobernador encolerizado desataría las huestes agraristas en cualquier momento.
Toño acordó con Javier Garfias para que recibiera 50 vacas y algunos toros en su finca de Santiago donde permanecieron cerca de un año. Buscaba una ubicación definitiva. No tardó mucho en encontrar la solución, dialogando con amigos y asesores.
Llegó con el general Dámaso Cárdenas que, apoyado por su hermano el general Lázaro Cárdenas, sirvió de conducto para que José Antonio comprara un rancho en Michoacán denominado El Cuatro. De inmediato pasó todo el ganado a su nuevo domicilio en el municipio Zacapu. El apoyo recibido por Javier Garfias no terminó con la estancia temporal del ganado en su rancho de Los Cués, sino que continuó con visitas muy frecuentes por parte de Javier a El Cuatro.
José Antonio Llaguno tenía la familia repartida entre México y Sevilla, por lo que debía ausentarse del país y Javier Garfias se convirtió en el supervisor y administrador de San Mateo. Garfias llegó a familiarizarse íntimamente con la ganadería. Los resultados en los empadres, el registro en los libros del comportamiento de las reses en las tientas y la reseña de las corridas todo estuvo supervisado y juzgado por Javier Garfias. Hubo muy pocos aspectos de la ganadería que él no conociera mejor que su propietario.
Es muy importante lo que señala Luis Niño que con el tiempo cuando sus posibilidades económicas lo permitieron Javier fue comprando sangre de Llaguno en ambos orígenes: San Mateo y Saltillo.
Entre 1959 y 1965 Javier Garfias adquirió todas las vacas de la rama San Mateo que le quedaban a Llaguno. Más 16 madres de la línea española. Entre 1953 y 1956 le agregó 82 vacas, ocho sementales de Torrecilla y uno de San Mateo. En 1970, traslada el ganado al Rancho Los Cués, en el municipio de Huimilpán, Querétaro. Obtuvo vientres de cinco de las ocho familias como acuciosamente nos informan Javier Borrego y muy en especial Antonio Macías, persona muy cercano en el afecto de Javier Garfias: - Cumplidas, Cominitas, Parditas, Guanteras y Vencedoras. No consiguió Platilleras, Zorrillas ni Gandingueras.
Con esa compra Javier Garfias logró tener en su poder la fórmula genética perfecta para reproducir el trabajo realizado por don Antonio Llaguno González y don Julián Llaguno González. Es el momento en que Javier Garfias se convirtió en uno de los ganaderos mexicanos, privilegiados por el legado de la obra genética de los hermanos Llaguno González.
La ganadería de Garfias debutó el 15 de febrero de 1953 en Torreón, Coahuila. Con Fermín Rivera, Carlos Vera "Cañitas" y Rafael Llorente en el cartel, y el 14 de septiembre de 1958 debutó la divisa en la Monumental Plaza México con una novillada lidiada por Heriberto Quintero, Mariano Rodríguez y Jesús Peralta.
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