Capítulo Dieciseis
¡QUÉ BONITAS
HEMBRAS …!
En México la cría del toro de lidia es muy antigua. Habría que remontarnos siglos atrás, en los primeros años de la Conquista, cuando Hernán Cortés en 1527, entonces marqués del Valle de Cuernavaca, introdujo el ganado bovino importado desde Navarra. La cría extensiva del ganado era el único sistema valioso de producción, cuando el español introdujo las diversas especies de ganado en las Américas para producir ganado mayor en las extensas haciendas originadas por la colonización.
Los conquistadores introdujeron el idioma castellano y la religión cristiana, y junto a la lengua y las creencias sus costumbres, entre estas costumbres estaban los ejercicios militares de toros y cañas, un antecedente de la Corrida de Toros.
Hay en México discrepancia en lo que se refiere a la celebración de la primera corrida de toros. Núñez Domínguez defiende la fecha del 24 de junio de 1526. Seis años después de la toma de Tenochtitlan, cuando se celebró con una corrida de cañas y toros el regreso de Hernán Cortés de su expedición a las Hibueras. Territorio que pertenece hoy a Honduras y donde Cortés casi pierde la vida.
Nicolás Rangel en su Historia de México publicada en 1524, afirma que fue el 13 de agosto de 1529.
La confusión entre un autor y el otro es causada por lo que Hernán Cortés informó en sus “Cartas de relación a Su Majestad Carlos V” en la que hace referencia a los juegos de cañas y toros, como consta en el Archivo de Indias en Sevilla. El resultado de la investigación llevada a cabo por el periodista Miguel de la Cuadra, sustentado en los Archivos de Indias que le respaldan, señalan que el 13 de agosto de 1527, se celebraron en Cubagua las fiestas en honor al nacimiento del príncipe Felipe II con Toros y Cañas, ejercicio militar antecesor de la Corrida de Toros.
La Isla de Cubagua hoy, es territorio de Venezuela. Más adelante del 1527 fue parte de la Capitanía General de Venezuela cuando el Virreinato de la Gran Colombia se organizara con la ciudad de Santa Fé de Bogotá como capital.
La primera corrida de toros en tierra firme de América fue el 13 de agosto de 1529 cuando se realiza el primer espectáculo taurino en tierras mexicanas, “dos años después de la fiesta de Cubagua, con la que celebraron con fiestas de toros y cañas el nacimiento del príncipe”.
Una vez desarrollada la conquista los colonizadores importaron de España junto con otros animales ganado bovino con propósitos de parte del abasto para la población colonizadora.
La divisa de la ganadería de lidia más antigua del mundo
Juan Gutiérrez Altamirano que había sido Gobernador de Cuba y, además, pariente del conquistador Hernán Cortés fundó Atenco.La primera ganadería de América Latina en tierras de Calimaya, Metepec y Tepemayalco. Territorio localizado en el actual Estado de México, hacienda a la que fue invitado a tentar el matador de toros venezolano Erick Cortéz, quien para la época se encontraba en México contratado para torear varios festejos en la temporada azteca. Cortéz estuvo francamente bien, habiendo sido el tentadero el primer contacto que tuvo con las reses mexicanas. All día siguiente viajo a Santiago, invitado por el ganadero José Antonio Garfias de los Santos que le preparó un tentadero en compañía de Fernando Labastida, joven matador de toros mexicano miembro destacado de la histórica familia de ganaderos potosinos de Santo Domingo y Espíritu Santo.
El ganadero Pepe Garfias y el maestro Miguel Espinosa "Armillita Chico" junto a Erick Cortéz la mañana que tentó en Santiago invitado por la familia Garfias.
Ese sistema extensivo organizado por Gutiérrez Altamirano perduró en toda su perfecta integridad en México, hasta que se produjo el movimiento revolucionario provocado por el mensaje de la revolución zapatista.
Un movimiento político con la Justicia Social como columna vertebral, dio paso a la Reforma Agraria y al desarme general de los latifundios y peculiarmente de las grandes haciendas de cría extensiva de ganado. La fragmentación de los latifundios, cuyas trizas fueron otorgadas bajo forma comunitaria ejidal al exigirlas campesinos sin tierras, tuvo la intención política de acabar con la cría del ganado de lidia.
De hecho, muchas ganaderías desaparecieron.
Hoy Mexico tiene más de 300 ganaderías bravas y es el segundo país del mundo, después de España, en el número de ganaderías de toros de lidia.
José Antonio Villanueva Lagar, Agrónomo de profesión, hizo un recuento muy detallado de la historia de la ganadería de San Mateo, ganadería que es la arcilla, el barro que nutrió la vocación y la formación de Javier Garfias de los Santos.
El sendero con el que la lucidez de Villanueva Lagar emprende en una investigación que inició desde que don Antonio Llaguno trenzó lazos de amistad con Ricardo Torres “Bombita”.
Villanueva Lagar explica cómo Antonio Llaguno González, mediante el celoso mantenimiento de una línea pura de Saltillo y el uso del cruzamiento por absorción, llegó a reunir rasgos distintivos que lo llevaron a ocupar un nivel de excelencia en la cría del toro de lidia.
El método de don Antonio transformó la ganadería en un pozo de buena simiente, de la que descienden muchas ganaderías en forma directa o indirecta.
El pueblo de Atenco, México, ha hecho suya la causa del toro de lidia
El 12 de octubre de 1948, Javier Garfas empezó a formar su casa ganadera con una dehesa de 5 mil 600 hectáreas, distribuidas en doce potreros, estando parte de la finca en el municipio de San Felipe, Guanajuato y el resto en Villa de Arriaga, San Luis Potosí. Entre los años de 1959 y 1964 aumentó la ganadería con 65 vacas de San Mateo y varios sementales de la misma procedencia. Constituido el pie de simiente actual por 300 vacas de vientres y ocho toros con el hierro de San Mateo al comprar a su tío, don Manuel Labastida y Peña, 25 vacas con hierro de Santo Domingo, a las que les echó un toro de Torrecilla marcado con el número 10.Al poco tiempo Garfias inició la compra de un semental de don Julián Llaguno González y dos becerros que luego, más tarde, padrearía con las vacas.
Del libro de notas de don Francisco Madrazo, muy cercano a Garfias, extraemos lo siguiente:
-Al amparo de esta amistad, Javier se fue haciendo ganadero de bravo, porque de ganado manso y de agricultura sabe Garfias un rato largo. Su finca de Santiago –entre Ojuelos y San Luis– ha sido buena escuela para aprender, sobre todo si se considera que el maestro de este aprendizaje fue su mismo padre, Antonio Garfias Peña.
- Javier ha sido un hombre muy de campo lo que a mi entender le valió enormemente para llegar a ser un magnífico criador de toros bravos.
Después Javier bebe las liturgias de la ganadería en otro abrevadero de altos vuelos, el de Antonio Llaguno García, (Toño Llaguno), hijo de don Antonio. de quien es gran amigo y junto al que manejó San Mateo durante los años que Toño se radicó en Sevilla.
Garfias se fortaleció y aumentó un considerable pie de vacas de una de las ganaderías madres de México. Su piara desde entonces casi todo procedente del ganado de los señores Llaguno.
Con verdadero esmero, con verdadero cuidado, estudiando los libros de la ganadería creó una torada de muy alto bordo y solo hay que ver la forma en que mantiene sus vacas y sus toros para saber perfectamente el gran cariño y la afición que este hombre siente por la fiesta.
Hace referencia Madrazo a los años que junto a Javier Garfias le dio vueltas a los potreros de sus dos fincas.
- Hay pocos “peros” que se pueden poner en cuanto a las formas en que cuida sus reses bravas. En muy pocas casas ganaderas de México he visto una vacada tan bien seleccionada. Sobre todo sus vacas de vientre.
- ¡Qué bonitas hembras he visto en Garfias!
¡Qué atajos tan bien seleccionados!
- En ellos abundan hembras con mucha caja, muy bien cortadas, muy bien puestas de cabeza y rigurosamente seleccionadas en su tipo zootécnico. Además, como ya se comprenderá con magníficas notas de tienta; porque también me ha tocado estar en esta casa durante los tentaderos de vacas y puedo decir que Javier es un hombre que sabe calibrar perfectamente la bravura y el buen estilo de sus reses; manteniendo la primera en alto tono, y el segundo con largueza.
- No en balde, hoy que escribo estas líneas, dice don Francisco Madrazo -la de Javier Garfias es la ganadería predilecta de todas las figuras del toreo contemporáneo.
– Se pelean por verse anunciados en un cartel con toros de Javier Garfias. Esta casa comenzó a funcionar fuertemente en la época que el discutido diestro de Córdoba, Manuel Benítez vino a México. Aún recuerdo una tarde en la plaza de León, Guanajuato -cuando aún era de los primeros dueños, los hermanos Obregón Untaza, verdaderos taurinos y aficionados leoneses que, por desgracia un día tuvieron que vender el coso de La Luz - una bravísima corrida de Garfias que toreó El Cordobés y en la que, si no me falla la memoria, un toro cárdeno de Javier le pegó una cornada a Juan Silveti.
- A Manuel Benítez, relata Francisco Madrazo, torero de suma importancia en los últimos tiempos, lo conocí una mañana en el Hotel Morales de Guadalajara, cuando desayunando me lo presentó mi primo Jesús Solórzano, hijo del Rey del Temple, Chucho Solórzano. Agradable de verse y de trato, fue un diestro discutido, pero que sin duda dejó una huella muy honda en nuestra fiesta.
Decíamos que la ganadería de Garfias tomó impulso cuando El Cordobés vino a México, aunque es de considerar que en esta casa dio su paso más firme durante la década de los setenta cuando Garfias afinó el tipo, la bravura y el estilo de sus toros y surgió en México una baraja taurina con un póker de ases que integrados por Manolo Martínez, Eloy Cavazos, Curro Rivera y Mariano Ramos - torero charro al que Javier Garcías apoderó en su viaje a España - fundaron un punto de apoyo fuerte para la proyección del toro mexicano y la cohesión de la afición a los toros en la nación mexicana.
- Por suerte me tocó vivir, insiste don Francisco Madrazo en indicar que en esta época estuo muy cerca de los ganaderos de México, en especial Javier Garfias ya que como muchas veces ha dicho, “fueron los años que colaboré con DEMSA.” Los años cuando Javier Garfias fue Gerente de la Empresa .
En ese tiempo embarqué varias corridas para diferentes plazas de la República, abriendo y cerrando funciones con dos corridas para México, La primera 23 de enero de 1972, y la última, el 15 de diciembre de 1974. Aclaro que las fechas aquí mencionadas fueron las de los días de embarque. De la corrida de 1972 guardo el recuerdo de un cárdeno llamado Guerrillero, a un toro de los que mejor vi torear a Manolo Martínez en su triunfal carrera – dije: torear, no solo darle pases-. No olvido que el toro estaba marcado con el número 68, y que abrió plaza. Además, era de una preciosa estampa y fue en su lidia claro, serio, encastado y muy fijo, dejando estar a Manolo a su aire y a su gusto. El Guerrillero no hizo una sola cosa fea en su lidia y Manolo Martínez le compuso una clásica faena, formada de una treintena de pases, perfectamente dados sobresaliendo un hermoso muletazo de trinchera con la zurda, que fue todo un poema por la belleza, la lentitud y el sabor que le imprimió.
Con mi viejo amigo, Javier Garfias, platico un día de pasados recuerdos y vuelve al tapete de la conversación el día de su presentación en la plaza México con la corrida que le dio “el cartel”.
Enhorabuena Victor José, tenía que ser tu para deleitarnos con este libro tan completo, gracias Victor
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