jueves, 17 de junio de 2021

LAS VENTAS, 90 AÑOS DE HISTORIA GRANDE por Paco Aguado Agencia EFE


 

La plaza de toros más importante del mundo taurino cumple hoy nueve décadas de su inauguración sumida en la incertidumbre por culpa de la pandemia.


Fachada principal de la Monumental Plaza de Toros de Las Ventas de MadridS.N.COPE.es

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Paco AguadoAgencia EFE


La Monumental de Las Ventas, de Madrid, Bien de Interés Cultural desde 1994 y considerada como la plaza de toros más importante del mundo, cumple hoy noventa años desde su "republicana" inauguración en 1931, aunque lo celebra rodeada de incertidumbres sobre su futuro más inmediato.

Y además lo hace todavía con sus puertas selladas hasta el próximo día 26 de junio, una vez que el estado de alarma decretado por la pandemia ha obligado a mantenerla cerrada durante veinte meses, en la que ha sido su más larga, y única, etapa de inactividad tras la Guerra Civil.

Pero la historia de Las Ventas se remonta unos años atrás de su inauguración, concretamente a 1919, cuando el arquitecto José Espelius recibió el encargo de diseñar un nuevo coso taurino para la capital de España por parte de la empresa Nueva Plaza de Toros de Madrid, formada por la familia Jardón, famosos potentados de origen asturiano.

Los planos originales llegaron también a ser revisados, y de manera entusiasta, por el torero Joselito El Gallo, quien, como la más poderosa figura de su tiempo, estaba implicado en la creación de plazas de mucho mayor aforo a fin de abaratar el precio de las entradas y acercar así a los tendidos a las clases populares, adecuándose a las nuevas corrientes sociales de la época.

Pero ni Joselito, muerto por un toro en Talavera, ni Espelius, fallecido en 1928, llegaron a ver concretado un proyecto que, al mando del arquitecto Muñoz Monasterio, también se desarrolló finalmente en unos terrenos distintos a los de la ampliación del Paseo de la Castellana pensados en principio, que eran aquellos en los que se acabó instalando el estadio Santiago Bernabéu.

INAUGURACIÓN PRECIPITADA

La nueva plaza monumental -la tercera levantada en España, tras las de Barcelona y Sevilla- encontró su definitiva ubicación en Las Ventas del Espíritu Santo, un arrabal del noroeste de la capital y a orillas del arroyo Abroñigal -hoy la radial M-30-, que la Diputación de Madrid cedió a la empresa que construyó el coso y a la que adjudicó por ello su gestión durante cincuenta años.

Pero la zona elegida era tan agreste que, por las ingentes obras de desmonte que exigió, se tuvieron que ampliar los plazos de su construcción, que, iniciada en 1922, alcanzó un coste de más de 16 millones de pesetas.

Por las obras de Las Ventas pasaron las mejores cuadrillas de albañiles de toda España, para darle el aspecto neomudéjar que, con ladrillo visto y cerámica talaverana -el perímetro está adornado con los escudos de todas las provincias españolas- envuelve su estructura de hierro forjado en los altos hornos bilbaínos y sus tendidos de piedra colmenareña.

La plaza estaba ya terminada en 1929, fecha que figura en su puerta grande, aunque la Diputación monárquica decidió retrasar su inauguración hasta que no se urbanizaran los exteriores. Pero fue dos meses después de proclamarse la II República cuando Pedro Rico, como alcalde de Madrid, decidió abrir sus puertas de manera precipitada y un tanto oportunista para dar un festejo a beneficio de los parados.

A pesar de los atascos y de los problemas del público para llegar al nuevo coso, aquel 17 de junio de 1931 se llenaron las más de 23.000 localidades de la que se distinguió en su día como la mayor plaza del mundo -hoy es la tercera tras la de México y la venezolana de Valencia-, contando incluso con la presencia del Presidente republicano Alcalá Zamora en ese mismo Palco Real por el que acabarían pasando muchos otros dirigentes mundiales.

En el cartel de la inauguración, festoneado con la bandera tricolor, se anunciaba la lidia de ocho toros de distintas ganaderías a cargo de otros tantos diestros, siendo el vasco Diego Mazquiarán "Fortuna" el encargado de estoquear a "Hortelano", de Juan Pedro Domecq, primer astado que pisó el inmenso y nuevo ruedo de Madrid en una tarde que solo trascendió por la efeméride.

DE CARA AL CENTENARIO

Salvo otras dos corridas en 1933 y mientras la temporada se seguía celebrando en la plaza de la carretera de Aragón -situada desde 1874 donde hoy está el Wizink Center-, Las Ventas no volvió a albergar más festejos hasta octubre de 1934, coincidiendo con la reaparición del mítico Juan Belmonte, que se encargó ese día de cortar un rabo.

Durante estos noventa años el edificio ha sido sometido a posteriores obras y cambios, como el en principio no previsto túnel de acceso a la enfermería o la sustitución por bloques de cemento de los originarios asientos de madera de gradas y andanadas que ardieron en el gran incendio generado la noche del 7 de julio de 1963.

Recientemente, y tras el fracasado intento de instalación de una cubierta desmontable, se han vuelto a llevar a cabo más trabajos de rehabilitación en el edificio, aunque aún sigue pendiente de aprobación una gran obra que adecúe sus tendidos y accesos a la actual normativa de espectáculos, lo que no permite la celebración en su ruedo de otros muchos eventos que, aparte de los taurinos, la plaza siempre albergó, tanto musicales como deportivos.

Esa considerable obra -para la que no se ha aprovechado el parón de la covid- es precisamente uno de los mayores condicionantes de futuro para Las Ventas, pero no el único, pues la reducción de aforo por motivos sanitarios -solo 6.000 localidades- limita notablemente a la empresa Plaza 1 -sexta adjudicataria desde 1979- a la hora de establecer el calendario de festejos de esta temporada.

Además, todas las decisiones están a expensas del nuevo concurso de arrendamiento que la CAM convocará el próximo invierno, cuyo pliego de condiciones se antoja decisivo para que Las Ventas llegue a los cien años a pleno rendimiento en tiempos difíciles.

Según Miguel Abellán, el torero retirado que dirige el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad, ese pliego "va intentar la perpetuidad de la Tauromaquia en Madrid", por lo que será "acorde a la situación actual" y se basará en la premisa de que la principal función del edificio "es la de albergar festejos taurinos".


 



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