EL BAMDERILLERO Juan José Dominguez creyó le había partido el corazón. «Podría haber muerto en el ruedo o en la enfermería», dice el doctor Enrique Crespo, autor de un nuevo milagro. El subalterno vive para contarlo / En la Foto ABC Madrid Roca Rey colea al toro heridor.
Había expectativa, lo que se ha perdido en los toros. Expectativa por enfrentar a Roca Rey con Aguado. Tanta que por exceso de usuarios se cayó Toros TV, El recurso del aficionado en tiempos de pandemia; y el regalo de la modernidad a la vasta y creciente afición taurina en América.
El limeño Andrés Roca Rey ocupa la cima desde hace un par de años, y en defensa del sitio se ha arrimado tanto que lo ha pagado con serias lesiones.
Pablo Aguado viene en ascenso, muy al estilo de la fórmula del Cholo Simeone, no por lo de “cholo” peruano, sino por lo de “partido a partido” irrespetando los clubes tradicionales del balompié europeo.
Aguado también lo programa tarde a tarde desde que los aficionados descubrieron la templanza de su toreo, lances y muletazos eternos, por su destacada actuación en la Maestranza y por haber cubierto los espacios de YouTube con tanta voracidad que las aficiones españolas respiraron aire fresco al descubrir un rival para el huracán sudamericano que les trae locos en las últimas temporadas.
Toda la vida, desde que Garza y El Soldado cortaron los rabos en Madrid, el que un americano se destaque entre los que integran el escalafón como cuenta la historia ocurrió con Armillita y Girón, surge como una piedra en el zapato para cierta afición tan sectaria que en tiempos de Manolete insistían que el toreo era Pepe Luis.
La verdad es que ayer en Vistalegre, Madrid, quien aspira bocanadas de oxígeno y de vida es la afición por rescatar lo que se creía perdido: la rivalidad en competencia.
En la arena de Carabanchel dejó su sangre Aguado, quien retó fue Roca Rey. La que ganó ha sido la afición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario