Al natural Ureña.
Plaza de Vistalegre. Octava corrida. Pobre entrada. Toros de García Jiménez (5), irreprochables de presentación para una plaza de segunda, más que cinqueños, sin ser rotundamente bravos se movieron mucho y 1º y 2º se emplearon en la muleta. Miguel Ángel Perera (5), de lila y oro. Estocada caída (una oreja). Estocada tendida y trasera. Un aviso (saludos). Paco Ureña (8), de canela y oro. Estocada (una oreja). Estocada caída y descabello (saludos). Daniel Luque (5), de negro y oro. Estocada (saludos). Estocada desprendida (ovación)Se lo perdieron los del clavel y la alta política que el día anterior fueron a ver al torero de moda. Esta vez era para aficionados, muy poquitos en la plaza, casi vacía. Pero este jueves en Vistalegre el toreo bueno, el toreo purísimo, el toreo caro, no el toreo de relumbrón y efectismo visual, el toreo, simplemente y nada menos, alumbró en la muleta de Paco Ureña. Y en ambos toros. Pero especialmente en quinto.
Ureña trató exquisitamente la poca fuerza del segundo, el toreo tenía recorrido y el torero lo fue ahormando en los vuelos de la muleta, lo mismo en los redondos templadísimos como en una tanda de naturales de orfebrería. Una faena rotunda, medida, exacta que culminó muy bien con el acero. Claro que era de dos orejas pero el palco estaba para premiar otras cosas, como el miércoles. El quinto no tenía el buen son del segundo, al contrario mucho picante y un tanto a la defensiva obligaba a una ejercicio de temple y distancias. Paco Ureña así lo entendió y en la distancia corta fue venciendo asperezas para culminar con un recital del toreo al natural.
Cada muletazo era un poema de cadencia, temple y perfecto remate a la cadera, Ureña siempre cruzado, sin regalarse una sola ventaja. Dos series para recordar y toda una lección de lo que de verdad, ¡ de verdad !, es el toreo en la suerte fundamental , la de la mano izquierda y en ese terreno Ureña ahora mismo es capitán general. Por desgracia se precipitó a la hora de matar y un movimiento del toro le hizo perder la rectitud. El acero cayó en los bajos, pero la lección ya estaba escrita. En Madrid, no aquí en una barrio, o sea en el San Isidro de verdad lo de ayer de Ureña hace temblar la plaza.
Miguel Ángel Perera abusó del pico y las distancias ante el primero de Matilla que se empleó en la muleta. Una faena muy larga, con más temple que rotundidad y un espadazo fulminante le valieron una oreja. Sin embargo en el el áspero cuarto toro Perera estuvo mucho más centrada y por encima de las dificultades de este ejemplar y consiguió lo mejor de su tarde en dos tandas de naturales de gran mérito e impecable ejecución.
Daniel Luque sustituía a Emilio de Justo. Estuvo muy por encima de un lote manso y a la defensiva. Bregando sin atolondrarse hasta se permitió el lujo de torear muy bien sobre la mano izquierda en el tercero. El sexto se rajó y se fue a tablas.
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