Alfonso Ordóñez, el día de su presentación en La Maestranza, el 31 de mayo de 1959.
Alfonso Ordóñez (Sevilla, 1938) no ha tenido más remedio que ser torero y artista; no en vano es hijo del matador Niño de la Palma y la bailaora y actriz Consuelo Reyes, y hermano pequeño (el niño) del gran Antonio Ordóñez, Cayetano, Juan, Pepe y Ana Jesús, todos toreros menos la chica, que heredó las dotes artísticas de su madre.
Hoy, a sus 82 años, es el torero decano de Sevilla (una corta carrera como novillero y más de 30 años como subalterno de primera fila) y pasea orgulloso ese aire innato, con una apabullante hoja de servicios a sus espaldas que denota que ha sido uno de los grandes. No en vano ha toreado a las órdenes de 114 matadores, 41 novilleros y un rejoneador.
Ordóñez es una enciclopedia andante de vivencias taurinas y personales, que se agolpan y, a veces, se entremezclan en una cascada de recuerdos de toda una vida en la que su familia y el toro son los protagonistas.
“Mi padre era un genio sentencioso, un artista bohemio, muy aficionado al flamenco, pero no mujeriego”, comenta Ordóñez. “Y mi madre, hija única, muy guapa, buena, inocentona y poco habladora; aunque la que era especial era mi abuela materna, —continúa—, que las cazaba al vuelo y se empeñó en acompañar a mis padres en su viaje de novios a América, porque quería visitar la tumba de Rodolfo Valentino, un actor muy guapo de la época, aunque yo creo que lo que no quería era separarse de su hija”.
“Me hice subalterno porque era muy frío y no transmitía lo suficiente”
De ese matrimonio entre un torero y una actriz protagonista de tres películas —la más conocida, Cabrita que tira al monte, de 1926— nacieron cinco hijos varones que vistieron el traje de luces: Cayetano, Antonio y Pepe, matadores de alternativa, y Juan y Alfonso, novilleros con caballos.
“No teníamos más remedio que ser toreros por el ambiente en el que vivíamos”, prosigue Ordóñez. “Pero mi padre insistió en que tuviéramos una formación y nos obligó a todos a estudiar el bachillerato”.
Precisamente cuando Alfonso aprobó el tercer curso, recibió como premio asistir a la alternativa de su hermano Antonio, que se celebró el 28 de junio de 1951 en Madrid. Recuerda que al salir de la plaza, su padre le preguntó su opinión sobre la actuación del nuevo matador, y su respuesta fue: “He pensado que también yo quiero ser torero”. “Será que lo vas a intentar”, le respondió El Niño de la Palma.
Y el pequeño de la familia lo intentó, no sin antes matricularse en peritaje agrícola por obligación paterna, aunque todo quedó en un puro trámite antes de encaminar su futuro en los ruedos.
Alfonso Ordóñez debutó el 7 de octubre 1954, en un festival en la localidad madrileña de Colmenar de Oreja en el que por primera y única vez hicieron el paseíllo los cinco hermanos.
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