Considerado por muchos como el torero con más clase de los que ha tenido Venezuela, Carlos Martínez no fue torero de La Cantera. Es decir, no fue alumno de Pedro Pineda, Lucio Requena, Eduardo Arcila, ninguno de los muchos maestros que condujeron a los muchachos de la Cantera a rivalizar con sus pares de Valencia y de Caracas.
Carlos Martínez fue alumno de un maestro muy especial por dedicado y por el sentido estético que inducía en sus alumnos: El Capitán Larrazábal, que como maestro rompía esquemas impuestos por Pineda.
Mismos que fueron baluarte del toreo de los hermanos Girón, que como expresión llegó a identificarse con el torero venezolano.
Ayer en esta redacción Miguel López nos informó del fallecimiento de Larrazábal, que como Carlos destacó como coleador de mucha calidad y como maestro del torro le indujo por los caminos de la Escuela Rondeña identificando a su alumno con as formas y estilo del gran Antonio Ordóñez. Expresión de arte que Carlos Martínez expresó la noche de su debut en el Nuevo Circo de Caracas la noche del 13 de octubre de 1972 con toros de Javier Garfias con Paco Camino (2 orejas), y Manolo Martínez, la noche que tras bordar el toreo Carlos Martínez herido al entrarle a matar a su primer toro. Larrazábal preparó a Carlos para ir a España de novillero, y en la Madre Patria Manolo Chopera le contrató para Zaraoza, donde cortó un rabo en su presentación española, Hizo muchos tentaderos, causó grata impresión pero Carlos no fue de pelea y dejando las cosas para después fueron pasando los días y las oportunidades. Lo que quedó para siempre fue la clase de Carlos Martínez y la maestría del Capitán Larrazábal extresada muchass veces en el capote y la muleta del torero de Canta Rana.
Lamentable pérdida, sin el merecido adiós-
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