jueves, 8 de abril de 2021

CUANDO JUAN BELMONTE BAJÓ EL TELÓN DE SU VIDA Por Víctor José López EL VITO


La peruana Conchita Cintrón en Sevilla con Juan Belmonte y su amigo Juan Vicente Gómez Núñez.

Meses atrás comentamos en estas páginas, estimulados por las tertulias del la Peña Ventaurinos detalles de la aventura novelesca, con categoría de culebrón de la que fue la boda por poder de Juan Belmonte. El relato es el argumento de una tragedia escrita por el peruano Héctor López Manrique. Tragedia que forma parte de la historia taurina del Perú.


Hoy lo recordamos por ser el aniversario de la fatal partida de Juan Belmonte, cuando dijo adiós a los escenarios en el teatro de la vida el 8 de abril de 1962 . 

Fue el día del pistoletazo, cuando el genio le puso punto y final a su existencia. El estruendo del revolver y el ruido de la muerte fue en su casa de Gómez Cardeña, la finca sevillana donde vivió sus últimos años.

Juan Belmonte, presidió a Gallito en Acho, Su presentación en Lima fue el domingo 23 de diciembre de 1917.  Año cuando Belmonte inició una relación de afecto con América. Ese mismo día, el del inicio con su presentación en Acho, surgió una relación afectiva que dificilmente la pudo haber tendido con otra nación taurina. A pesar que México le arropó con cariño y en aventuras, y que en Venezuela encontró en el General Juan Vidente Gómez y en sus hijos, la amistad y el amor familiar. 

La ventaja de Lima, en el afecto del trianero es que allá fue donde le flechó la bella limeña Julia Cossío y Pomar,  con quien el poderoso torero casó por poder. 

Fue en marzo de 1918, fecha en la que Belmonte estaba anunciado en Caracas, porque toreaba en la plaza de toros de Puerto Escondido, en el vetusto Circo Metropolitano.

 El 5 de marzo Juan Belmonte llegó a Puerto Cabello, lo hizo a bordo del vapor Monserrate un paquetote procedente de Panamá donde el maestro había puesto al día sus contratos, y otros papeles que tenían que ver con todo lo legal de su  matrimonio con la señorita Cossío y Pomar.

 A los días, el 8 de marzo de 1918 visitó la plaza de toros Nuevo Circo que estaba en construcción. Lo hizo como inspector de la obra y por solicitud de su amigo Juan Vicente Gómez.

Belmonte actuó en la arena de Puerto Escondido los días 10 de marzo y 31, en festejos organizados por Eloy M. Pérez y, en la primera semana de abril, aprovechando la demora del barco que debía llevarle a Puerto Rico donde se reuniría con su esposa Julia Cossío.


Todo ese tiempo lo vivió Juan Belmonte rodeado por la placidez que genera el amparo del poder absoluto, ya que fue un invitado muy especial del presidente Juan Vicente Gómez y de sus hijos. Vivió en predios de Maracay, le asignó el general Gómez la casa de su difunto hijo Alí, y de Turmero donde entre buenos amigos estaba don Ramón Martínez esposo de doña Cristina Gómez Núñez persona muy apreciada.

 Entonces no se percibían los acontecimientos que a los meses rematarían aquel año terrible, cuando Estados Unidos entró en la Gran Guerra. Una situación que el General Gómez supo cómo capear, en especial luego de enterarse del contenido de los 14 puntos, con los que Woodrow Wilson expuso objetivos y propósitos para entrar  en la  Gran Guerra. Gómez no perdía el tiempo, y le ordenó a Victorino Márquez Bustillo, Presidente Provisional, convocar un gabinete y estudiar varias fórmulas que amainaran las restricciones de Washington al comercio con Venezuela. El resultado fue que, una vez más Juan Vicente Gómez reafirmara su voluntad en contra de la opinión de sus ministros. Los dejó hablar y para cerrar la reunión la remató señalando que: “No soy de su opinión – la de los ministros-, Por el bien del país, impondremos la política de estricta  neutralidad”


El terrible 1918 azotó al mundo con el látigo de la pandemia tal y como hoy lo hace el Coronavirus. La gripe llegó a Venezuela, un país que, como ahora,  mantiene a su ciudadanía desinformada a pesar de la voracidad de la epidemia que a nivel del mundo mató más de 40 millones de personas en la que se considerada la pandemia más devastadora de la historia.

 Aún no se sabe  a ciencia cierta cuál fue el origen de esta epidemia, que convertida en pandemia no entendía de fronteras ni de clases sociales.

 Como ocurre hoy con China, España se hizo eco del problema y a pesar de no ser el epicentro, España fue uno de los más afectados con 8 millones de personas infectadas y 300 mil  fallecidas no se paralizó el toreo.

 Es posible que el calor provocado por la rivalidad  entre Joselito ‘El Gallo’ y Juan Belmonte fueron fundamentales para no detener toda actividad taurina. 

Uno y otro, Joselito y Belmonte, protagonizaron la llamada Edad de Oro del toreo, hasta que  el 16 de mayo de mayo de 1920, cuando el toro ‘Bailaor’, en Talavera de la Reina, acabó con la vida de Joselito.


En 1919, aunque el virus de la gripe seguía latente, la temporada taurina se desarrolló con toda normalidad y en el verano de 1920 el virus desapareció tal y como había llegado. 

En Venezuela, el General Gómez ordenó el 19 de octubre de 1918 medidas sanitarias importantes, instaló Alcabalas de Fumigación y Controles Sanitarios. A los 15 días , primero de noviembre, se registraban 89 fallecidos en Caracas. Cifra que ascenció a 104 el 3 de noviembre. El día 4, se supo la noticia del fallecimiento de Alí Gómez Bello, hijo dilecto del Presidente de la República. A los días Valencia reportó más 6 mil pérdidas y el país descontrolado se arropaba con el miedo, convertido en pánico, causado por la ignorancia de la situación. El 15 de noviembre se organizó una manifestación en protesta contra el régimen de Gómez. Fueron los estudiantes los que reclamaban, entre ellos  Andrés Eloy Blanco, Gonzalo Carnevalli, Rodolfo Moleiro y Jorge Luciani que acusó al General Gómez de “haber abandonado egoista y cobardemente al pueblo de Caracas delante de la epidemia de la gripe”. 

Las fuerzas del orden público arremetieron contra los estudiantes, manifestantes. La situación develó un conato de rebelión contra la dictadura liderada por el capitán Luis Rafael Pimentel, oficial de mucho tirón entre los militares jóvenes. Pimentel recién había llegado del Perú, donde realizó cursos de formación militar. Acompañaron en la conspitación al capitán Pimentel los tenientes Miguel Parra, Julio Hernández, Domingo Mujica, Luis Aranguren Moreno y Pedro Betancourt Grillet. Todos menores de 20 años, en esta que fue la primera conspiración militar en el siglo XX. Acción que se repetiría en 1928 y 1945.

Entre los civiles detenidos  estuvieron Aquiles Iturbe, Jesús Corao, hombre de beisbol y creador de los equipos Royal Criollos y Magallanes, Rafael Caraballo y Félix Andrade Mora. Todos encarcelados y torturados.


El peligroso ambiente político sumado a la temible situación sanitaria no fueron motivo para cerrar las plazas de toros en Venezuela. A los días de la partida de Belomonte, en el Circo Metropolitano, se presentaron Vicente Mendoza El Niño, padre de Julio, Luis Laviana ManeneJosé Bermúdez Chicuelo de Caracas  y el novillero español José Alfonso Valencia quien a los meses caería mortalmente herido en su natal Valencia de España.


Reforzó los carteles de aquella singular temporada de pandemia y conspiraciones Felipe Reina Niño de Rubio, torero tachirense que, más adelante, integraría la cuadrilla con la que Eleazar Sananes Rubito hizo campaña en España y llegó a la alternativa como matador de toros en Madrid.

Fue la época del primer ídolo del toreo nacional, Joaquín Briceño El Trompa, “fenómeno de fenómenos” con quien los periodistas venezolanos estamos en deuda, ya que fue su vida una aventura de valor e irracionalidad que marcó caminos  que siguieron Isaac Olivo Meri, Vicente Mendoza , Luis Acosta Calerito.

Víctima de La Gripe murió el arquitecto Luis Muñoz Tébar, padre de Lumute, famoso periodista caraqueño fundador de El Gallo Pelón. Muñoz Tébar fue el arquitecto proyectista del Nuevo Circo de Caracas.


 Fueron días que creemos se repiten hoy, con la incertidumbre política y el desconcierto económico.  Se fortalece la dictadura, y crece la incertidumbre entre los ciudadanos; pero, al contrario de aquella Venezuela que conoció Juan Belmonte, que encontró proyectos de plazas se fundaban ganaderías cuando se formaban aficionados  y una pléyade de toreros cimentaban las bases de nuestra tauromaquia, al contrario de aquellos días vemos hoy como se deterioran los restos de las plazas de toros, desaparecen ganaderías y la afición le da la espalda a su espectáculo el Más Nacional de todos, como dijera don Antonio Machado.



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