Hoy les brindo la primera parte de un capítulo de un libro próximo a editarse, un libro que tiene que ver con el desarrollo taurino de México y de la ganadería de don Javier Garfias ...
Luis Castro El Soldado, y su verónica exquisita
Cuenta Paco Malgesto en su libro “Armillita Maestro de Maestros”, la biografía de Fermín, que cuando Lorenzo Garza regresó de España a raíz de haberse roto las relaciones entre los toreros españoles y los mexicanos, lo hizo en el barco francés “Mexique”. Barco cargado de toreros mexicanos obligados abandonar España, desamparados en tierras ibéricas a causa de la ruptura del convenio. Los motivos fueron ruines y viles por parte de los líderes del toreo Marcial Lalanda y Domingo Ortega. Motivos que más allá de los límites del conflicto, fue de personajes influyentes en lo político. Además con velados intereses crematisticos.
Tanto en México como en España.
En la lista de pasajeros del Mexique, viajaba de regreso a Veracruz Silverio Pérez.
Hoy una leyenda, entonces la expresión de un pueblo. El hermano de Silverio, Carmelo Pérez, el Carmelo que según Agustín Lara “está en el cielo”, había regresado de España a México abordo del Mexique, años antes, gracias a la bondad de la familia Bienvenida que se preocupó por el estado muy grave de Carmelo y se ocupó que sus restos regresaran a México.
El regreso de Carmelo fue en una caja de plomo. Había muerto tras prolongada agonía. Falleció en una pensión de la Carrera San Gerónimo. Murió consecuencia de las heridas provocadas por las cinco cornadas de Michín, el toro asesino de San Diego de los Padres ,el 18 de octubre de 1931. La cornada mortal ocurrió en El Toreo de La Condesa. Aquello fue en el año 29, el 24 de noviembre, el año que Javier Garfias vino al mundo.
Carmelo fue un torero roto que traía la muerte en el cuerpo … en apreciación de Pepe Alameda.
Sin facultades y con poca luz aparente, toreaba muy cerca de la tierra (similitud con El Espartero); tanto que sin el arte de Chicuelo. Claro, y sin la grandeza de Ortega desde luego; era Carmelo más moderno que ellos. Con más drama, con más misterio … Fue Carmelo Pérez un heterodoxo no tanto por él “qué”, pues no hacía suertes distintas a las conocidas, sino por el “cómo” pues las hacía de una forma totalmente pura, no mimética, creada con un acento marginal fortísimo, con ese sabor a légamo que hay en los que están en el río, pero no en su corriente, sino en el doliente…
Silverio Pérez era un hombre sencillo de sonrisa alegre y de mirada triste. Torero torerazo, lo llamó Agustín Lara, en un célebre pasodoble. Era hombre de pocas palabras. Su vida cotidiana parecía un mero reposo entre corridas. Y en cada una de ellas, Silverio hacía un milagro. Se presentaba con una indolencia que era la máscara más frágil de su temple taurino. Era como si Silverio necesitara cobijar bajo esa aparente indolencia su decisión que estando a gusto crecía en cada momento de la faena, de salir a poder con el toro. Luego venía el reposo del altiplano de México, allí donde lo azteca hundía sus raíces en la tierra natal. No nació el Hércules que lo arrancara de ese suelo nutricio.
También llegaron a México en el Mexique Lorenzo Garza y Fermín Espinosa “Armillita”, los dos toreros llamados a llenar de pasión y de emoción la época que los mexicanos bautizarían como la Edad de Oro.
En las páginas de “Armillita Maestro de Maestros” de Paco Malgesto, se transpira la rabia de los de Armilla. Escribe la pluma de don Francisco Rubiales que Lorenzo había dejado México como novillero valentón, voluntarioso y torpe, pronto a andar a trompicones y a rodillazos con los novillos y que regresaba insoportable.
Además sostiene que:
-No hacía ronda con los demás.
-Que Lorenzo Garza comía solo.
-Y los otros, Solórzano, Pepe Ortiz, Armillita, se pitorreaban de él, creyendo que estaba chalado. (sic)
No era el comportamiento de Lorenzo Garza lo peor, según don Francisco Rubiales sino lo ocurrido cuando el barco llegó a Veracruz:
- En ese vapor volvía a México, después de un cuarto siglo de ausencia, doña Carmelita Romero Rubio, la viuda de don Porfirio Díaz.
- Había ido mucha gente esperarla al puerto de Veracruz, y cuando los toreros, desde la cubierta, distinguieron una banda que tocaba alegremente supusieron que iba a esperar a la ex primera dama.
-Fue una sorpresa para todos y para Garza más que para nadie ver que la banda era para Lorenzo, pues como un homenaje de bienvenida se la llevó el periodista regiomontano José Guillermo Morales, que estaba loco de tener un paisano torero.
Las mantas escritas, que agitaban por encima de los músicos, no dejaban lugar a dudas. Los humos a Lorenzo acabaron írsele a la cabeza.
Lo escrito por Paco Malgesto (Francisco Rubiales) está impreso con tinta apasionada porque años atrás cuando Lorenzo en 1931 debutó en El Toreo, ya Fermín Espinosa “Armillita Chico” era un torero de nombre.
Garza había hecho su debut de novillero en La Condesa y lo hizo vestido con un traje que perteneció a Pepe Ortiz, el Orfebre Tapatío. La camisa era de “Armillita Chico” y el capote de paseo de Rodolfo Gaona. Fue un año de formación con cierta precocidad decidiéndose marchar a España en 1932 llevando en el equipaje una carta de recomendación para Pagés, de parte del periodista Monosabio.
Pagés ya era influyente en la fiesta, tanto en Barcelona como en Sevilla. Garza hizo campaña como novillero. En dos años de formación como hombre y como torero, figuró en 20 carteles en plazas de España. Uno de ellos en Madrid y sin fortuna en su presentación.
Garza repitió en Madrid y le pegaron una cornada. Estuvo en cama por un buen tiempo y ante la incertidumbre con la que enfrentó al futuro tomó la alternativa de matador de toros en Santander de manos de Manolo Bienvenida con toros de Celso Cruz Castillo.
Breve su carrera como matador, lo que provocó la renuncia del grado para en 1934 volver a participar en las novillada de Madrid.
Luis Castro "El Soldado" y Lorenzo Garza en E Toreo de La Condesa al regresar de España convertidos en apasionantes figuras del toreo.
El 29 de julio de 1934 se anunció en Madrid junto a Luis Castro El Soldado y el torero gallego Cecilio Barral que sería herido de cornada dejando mano a mano a los dos novilleros mexicanos que dieron un gran espectáculo, como resultó el mano a mano Luis Castro El Soldado y Lorenzo Garza. Desataron la dormida pasión de los madrileños y destaparon lo emocionante del espectáculo. El Soldado y Garza se encontraron cinco veces en Madrid. Tres veces como novilleros –en la plaza de la Carretera de Aragón– y dos, ya con alternativa, en la plaza de Las Ventas.
Un sumario de sus encuentros en la primera plaza del mundo es como sigue:
- 29 de julio de 1934. Novillos de Gamero Cívico, antes Torre Abad, para Cecilio Barral, Lorenzo Garza y Luis Castro "El Soldado". La versión de Eduardo Palacio, que hizo la crónica del festejo en la edición del diario ABC de Madrid correspondiente al martes 31 de julio de 1934, destaca lo siguiente:
- Gestación de un mano a mano… La corrida era de Torre Abad, bien puesta, brava y de bonita presentación, aunque desigual en tamaño, por culpa del bicho lidiado en tercer lugar, de bastantes menos arrobas y mogón del derecho por añadidura. La res que rompió plaza y la jugada en quinto lugar eran gazaponas; mas ninguna de las seis, ofreció grandes dificultades para la lidia. El primitivo cartel de la fiesta tenía al frente de la terna de espadas a Juanito Jiménez, pero se negó, mal aconsejado, a torear la corrida en cuestión, previos los requisitos legales, claro es, y se le substituyó con Cecilio Barral, diestro modesto, desentrenado, veterano ya en la profesión, pero, que, puso un destello de amor propio en la actuación brevísima que tuvo…"
Acerca de Luis Castro El Soldado, ante el segundo de la corrida, afirma lo siguiente:
-Cuadró éste, y aquél paseó la vista por la plaza, y después como la cosa más natural del mundo, arrojó la muleta a sus espaldas, sacó parsimoniosamente su pañuelo de bolsillo; y con él en la izquierda, arrancó a herir guapamente y, dejó media estocada lagartijera, que tumbó patas arriba al astado. Lo que vino después se lo imaginara el lector. Una verdadera apoteosis: las dos orejas, el rabo, dos vueltas, al ruedo, salidas a los medios, aclamaciones. Un verdadero delirio. Aficionado antiguo, había, el célebre Vidriero de Ministriles, entre otros, que no podía ocultar su emoción al pensar que lo que acababa de ver le quitaba de encima cincuenta o más años...”
Respecto de Garza ante el cuarto de la tarde:
- "...en cuanto cuadró éste tiró la muleta, y sin nada en la mano izquierda, entró a herir, con mil toneladas de valor en el corazón y su infantil sonrisa en los labios, señalando un gran pinchazo. Se agachó, tomó de nuevo la franela, dio cinco o seis pases más y se volcó sobre el morrillo en un magno volapié. Hizo explosión el legítimo entusiasmó del público, se le concedieron al espada las orejas, se paseó en hombros por el ruedo, y el muchacho se zafó de los que le llevaban, se dirigió al burladero, donde su compañero descansaba, le obligó a salir de él, y juntos dieron la vuelta al anillo y salieron a los medios.
Ya estaba gestado el mano a mano..."
8 de agosto de 1934. Novillos de Juan Sánchez de Terrones para Miguel Cirujeda, Lorenzo Garza y El Soldado. En esta oportunidad la buena novillada salmantina de Terrones reiterar que lo logrado dos domingos antes, no fue obra de la casualidad, aunque el saldo en apéndices no fuera igual para todos, pues en esta ocasión es solamente Lorenzo Garza quien se llevó las orejas, aunque el ambiente continúa favorable a ambos. De la relación de José Tulla en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 10 de agosto de ese año destaco lo siguiente:
- …Pocas horas estuvo abierto el despacho de localidades. A las cuatro de la tarde del miércoles todo el papel lo tenían los 'reventas' y algunos afortunados aficionados. La corrida de ayer salió tan cara como las de Beneficencia, Y esto ocurre cuando la empresa tiene 'género' que vale y se saben componer los programas... Lorenzo Garza repitió lo ejecutado en su última actuación; toreó como nos tiene acostumbrados con el capote y la muleta, y con el acero en su primero dejó media superior, por lo que escuchó ovación, orejas y vueltas al anillo y salida a los medios. En el cuarto la faena de muleta fue sublime, inmejorable, y, en cambio, no le fue concedido más que un apéndice, para mí ésta fue mejor faena que la del primero, para otros, no sé… Con el capote hizo quites variados en todos los toros, y en el quinto, al querer ayudar a su paisano El Soldado, haciendo entrar al tercio al novillo, El Soldado le recriminó, y el público gritó de lo firme a Luis, pero éste al terminar con el novillo se reconcilió con Garza y ambos se abrazaron, dando la vuelta al ruedo acompañados también por Cirujeda. Garza brindó su primer toro a don Carlos Gómez de Velasco, gerente de la empresa..."
Como vemos, el celo profesional del torero de Mixcoac, Luis Castro Sandoval salió pronto a relucir al ver que su paisano y alternante se le había ido por delante. Pero tras el instante de reflexión, comprendió que el auxilio en la lidia solo tuvo por objeto el facilitar las cosas y nunca el taparle, motivo por el cual, compartió con él y el turolense Cirujeda una triunfal vuelta al ruedo.
El tercer capítulo de esta saga será precisamente el que este escritor había pronosticado desde su primera crónica sobre el particular.
23 de agosto de 1934. Cinco Novillos de Coquilla y uno de Santos para Lorenzo Garza y Luis Castro "El Soldado", mano a mano.Esta era la segunda oportunidad en la que se daba en la Plaza de la Carretera de Aragón un cartel "todo mexicano" respecto de los toreros, pues antes de esta ocasión, el 17 de abril de 1932, se ofreció una corrida en la que Armillita, Heriberto García y David Liceaga alternaron para lidiar una corrida de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón y correspondía en esta oportunidad a los dos novilleros del momento el repetir el hito y señalarlo en el caso del escalafón inferior.
El mano a mano de "El Ave de las Tempestades" y El Soldado era la respuesta a los reclamos de la afición madrileña, y su trascendencia, al margen de los trofeos, nos la describe de la siguiente manera. Eduardo Palacio del ABC de Madrid, en su crónica del 24 de agosto: "...Y de improviso, sin esperarlo nadie, sin sospecharlo siquiera el que presume de más agudo, saltan una tarde al ruedo Garza, El Soldado y otro torero indígena y la pareja de mexicanos forma un lío espantoso en la fiesta de toros, la ponen patas arriba y los comentarios, la pasión, el entusiasmo, la contradicción, salen de la plaza, llegan a los cafés, a los talleres, a las oficinas y solo se detienen ante los cabarets, santuario cada uno de tal o cual figura, cuyos amigos forman una barrera inexpugnable hecha con estas siete palabras: 'Dicen que están descarados con los becerros'. No se permite otro comentario; la frase asemeja una consigna… Más todo es en vano. Repiten la hazaña los dos mexicanos, haciendo ricos a los revendedores y entonces empiezan a bambolearse los tinglados, y por todas las rendijas penetra la luz, huyendo despavoridos los ratoncillos. Se hace preciso rendirse a la evidencia; se teme a la comparación; ya no puede hurtarse el éxito a la pareja mexicana Garza–El Soldado. Se espera con ansia el mano a mano de ellos, entre comentarios de se da, no se da, no quiere este, no quiere aquél, piden mucho dinero, la Empresa no transige y toda la escala del ratimagueo defensivo... La novillada fue terciada, bien puesta y poco desigual en cuanto a bravura. El primero fue un gran toro, suave y noble; el segundo se vencía del lado derecho; el tercero era grande y bien puesto de cuerna; el cuarto mansote, de muy mal estilo y reparado de la vista; el quinto, muy chiquito, cumplió bien en varas y el sexto, de mucho respeto, gordo y hondo, resultó tan manso, que no hubo posibilidad de librarle del fuego. Todos tenían poder y derribaron con estrépito... ¿Qué es doloroso que hayan sido dos mexicanos los que han actuado de fuerte revulsivo en la fiesta de toros? Puede ser cierto. Pero no lo es menos que ello constituye una realidad, que de sobra nos puede compensar de tal dolor. Dígalo si no el hervor de entusiasmo que reinó en la muchedumbre que llenó ayer la plaza…"Lorenzo Garza solamente mató dos de los tres novillos que le tocaron en suerte y cortó dos orejas, pues el tercero de la tarde, durante la faena de muleta, le volteó de mala manera, provocándole una conmoción, misma que provocó su ingreso a la enfermería y no permitió su salida de ella. El Soldado se alzó como el gran triunfador de la tarde, pues obtuvo las dos orejas y el rabo del fogueado sexto y fue retirado en volandas de la plaza. Para el año de 1935 la fiesta en Madrid se trasladó a la plaza de toros Monumental de Las Ventas. Como todos los escenarios taurinos nuevos, la plaza de toros que todavía hoy es el principal escenario táurico del mundo, fue objeto de múltiples críticas por su ubicación, como por la oportunidad de su puesta en funcionamiento dado que la tradición y la historia registrada en la de la Carretera de Aragón hacían creer que la nueva era hasta cierto punto superflua.
El 29 de julio de 1934 se anunció en Madrid junto a Luis Castro El Soldado y el torero gallego Cecilio Barral que sería herido de cornada dejando mano a mano a los dos novilleros mexicanos que dieron un gran espectáculo, como resultó el mano a mano Luis Castro El Soldado y Lorenzo Garza. Desataron la dormida pasión de los madrileños y destaparon lo emocionante del espectáculo. El Soldado y Garza se encontraron cinco veces en Madrid. Tres veces como novilleros –en la plaza de la Carretera de Aragón– y dos, ya con alternativa, en la plaza de Las Ventas.
Un sumario de sus encuentros en la primera plaza del mundo es como sigue:
- 29 de julio de 1934. Novillos de Gamero Cívico, antes Torre Abad, para Cecilio Barral, Lorenzo Garza y Luis Castro "El Soldado". La versión de Eduardo Palacio, que hizo la crónica del festejo en la edición del diario ABC de Madrid correspondiente al martes 31 de julio de 1934, destaca lo siguiente:
- Gestación de un mano a mano… La corrida era de Torre Abad, bien puesta, brava y de bonita presentación, aunque desigual en tamaño, por culpa del bicho lidiado en tercer lugar, de bastantes menos arrobas y mogón del derecho por añadidura. La res que rompió plaza y la jugada en quinto lugar eran gazaponas; mas ninguna de las seis, ofreció grandes dificultades para la lidia. El primitivo cartel de la fiesta tenía al frente de la terna de espadas a Juanito Jiménez, pero se negó, mal aconsejado, a torear la corrida en cuestión, previos los requisitos legales, claro es, y se le substituyó con Cecilio Barral, diestro modesto, desentrenado, veterano ya en la profesión, pero, que, puso un destello de amor propio en la actuación brevísima que tuvo…"
Acerca de Luis Castro El Soldado, ante el segundo de la corrida, afirma lo siguiente:
-Cuadró éste, y aquél paseó la vista por la plaza, y después como la cosa más natural del mundo, arrojó la muleta a sus espaldas, sacó parsimoniosamente su pañuelo de bolsillo; y con él en la izquierda, arrancó a herir guapamente y, dejó media estocada lagartijera, que tumbó patas arriba al astado. Lo que vino después se lo imaginara el lector. Una verdadera apoteosis: las dos orejas, el rabo, dos vueltas, al ruedo, salidas a los medios, aclamaciones. Un verdadero delirio. Aficionado antiguo, había, el célebre Vidriero de Ministriles, entre otros, que no podía ocultar su emoción al pensar que lo que acababa de ver le quitaba de encima cincuenta o más años...”
Respecto de Garza ante el cuarto de la tarde:
- "...en cuanto cuadró éste tiró la muleta, y sin nada en la mano izquierda, entró a herir, con mil toneladas de valor en el corazón y su infantil sonrisa en los labios, señalando un gran pinchazo. Se agachó, tomó de nuevo la franela, dio cinco o seis pases más y se volcó sobre el morrillo en un magno volapié. Hizo explosión el legítimo entusiasmó del público, se le concedieron al espada las orejas, se paseó en hombros por el ruedo, y el muchacho se zafó de los que le llevaban, se dirigió al burladero, donde su compañero descansaba, le obligó a salir de él, y juntos dieron la vuelta al anillo y salieron a los medios.
Ya estaba gestado el mano a mano..."
8 de agosto de 1934. Novillos de Juan Sánchez de Terrones para Miguel Cirujeda, Lorenzo Garza y El Soldado. En esta oportunidad la buena novillada salmantina de Terrones reiterar que lo logrado dos domingos antes, no fue obra de la casualidad, aunque el saldo en apéndices no fuera igual para todos, pues en esta ocasión es solamente Lorenzo Garza quien se llevó las orejas, aunque el ambiente continúa favorable a ambos. De la relación de José Tulla en el diario El Siglo Futuro de Madrid, del 10 de agosto de ese año destaco lo siguiente:
- …Pocas horas estuvo abierto el despacho de localidades. A las cuatro de la tarde del miércoles todo el papel lo tenían los 'reventas' y algunos afortunados aficionados. La corrida de ayer salió tan cara como las de Beneficencia, Y esto ocurre cuando la empresa tiene 'género' que vale y se saben componer los programas... Lorenzo Garza repitió lo ejecutado en su última actuación; toreó como nos tiene acostumbrados con el capote y la muleta, y con el acero en su primero dejó media superior, por lo que escuchó ovación, orejas y vueltas al anillo y salida a los medios. En el cuarto la faena de muleta fue sublime, inmejorable, y, en cambio, no le fue concedido más que un apéndice, para mí ésta fue mejor faena que la del primero, para otros, no sé… Con el capote hizo quites variados en todos los toros, y en el quinto, al querer ayudar a su paisano El Soldado, haciendo entrar al tercio al novillo, El Soldado le recriminó, y el público gritó de lo firme a Luis, pero éste al terminar con el novillo se reconcilió con Garza y ambos se abrazaron, dando la vuelta al ruedo acompañados también por Cirujeda. Garza brindó su primer toro a don Carlos Gómez de Velasco, gerente de la empresa..."
Como vemos, el celo profesional del torero de Mixcoac, Luis Castro Sandoval salió pronto a relucir al ver que su paisano y alternante se le había ido por delante. Pero tras el instante de reflexión, comprendió que el auxilio en la lidia solo tuvo por objeto el facilitar las cosas y nunca el taparle, motivo por el cual, compartió con él y el turolense Cirujeda una triunfal vuelta al ruedo.
El tercer capítulo de esta saga será precisamente el que este escritor había pronosticado desde su primera crónica sobre el particular.
23 de agosto de 1934. Cinco Novillos de Coquilla y uno de Santos para Lorenzo Garza y Luis Castro "El Soldado", mano a mano.Esta era la segunda oportunidad en la que se daba en la Plaza de la Carretera de Aragón un cartel "todo mexicano" respecto de los toreros, pues antes de esta ocasión, el 17 de abril de 1932, se ofreció una corrida en la que Armillita, Heriberto García y David Liceaga alternaron para lidiar una corrida de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón y correspondía en esta oportunidad a los dos novilleros del momento el repetir el hito y señalarlo en el caso del escalafón inferior.
El mano a mano de "El Ave de las Tempestades" y El Soldado era la respuesta a los reclamos de la afición madrileña, y su trascendencia, al margen de los trofeos, nos la describe de la siguiente manera. Eduardo Palacio del ABC de Madrid, en su crónica del 24 de agosto: "...Y de improviso, sin esperarlo nadie, sin sospecharlo siquiera el que presume de más agudo, saltan una tarde al ruedo Garza, El Soldado y otro torero indígena y la pareja de mejicanos forma un lío espantoso en la fiesta de toros, la ponen patas arriba y los comentarios, la pasión, el entusiasmo, la contradicción, salen de la plaza, llegan a los cafés, a los talleres, a las oficinas y solo se detienen ante los cabarets, santuario cada uno de tal o cual figura, cuyos amigos forman una barrera inexpugnable hecha con estas siete palabras: 'Dicen que están descarados con los becerros'. No se permite otro comentario; la frase asemeja una consigna… Más todo es en vano. Repiten la hazaña los dos mexicanos, haciendo ricos a los revendedores y entonces empiezan a bambolearse los tinglados, y por todas las rendijas penetra la luz, huyendo despavoridos los ratoncillos. Se hace preciso rendirse a la evidencia; se teme a la comparación; ya no puede hurtarse el éxito a la pareja mexicana Garza–El Soldado. Se espera con ansia el mano a mano de ellos, entre comentarios de se da, no se da, no quiere este, no quiere aquél, piden mucho dinero, la Empresa no transige y toda la escala del ratimagueo defensivo... La novillada fue terciada, bien puesta y poco desigual en cuanto a bravura. El primero fue un gran toro, suave y noble; el segundo se vencía del lado derecho; el tercero era grande y bien puesto de cuerna; el cuarto mansote, de muy mal estilo y reparado de la vista; el quinto, muy chiquito, cumplió bien en varas y el sexto, de mucho respeto, gordo y hondo, resultó tan manso, que no hubo posibilidad de librarle del fuego. Todos tenían poder y derribaron con estrépito... ¿Qué es doloroso que hayan sido dos mejicanos los que han actuado de fuerte revulsivo en la fiesta de toros? Puede ser cierto. Pero no lo es menos que ello constituye una realidad, que de sobra nos puede compensar de tal dolor. Dígalo si no el hervor de entusiasmo que reinó en la muchedumbre que llenó ayer la plaza…"Lorenzo Garza solamente mató dos de los tres novillos que le tocaron en suerte y cortó dos orejas, pues el tercero de la tarde, durante la faena de muleta, le volteó de mala manera, provocándole una conmoción, misma que provocó su ingreso a la enfermería y no permitió su salida de ella. El Soldado se alzó como el gran triunfador de la tarde, pues obtuvo las dos orejas y el rabo del fogueado sexto y fue retirado en volandas de la plaza. Para el año de 1935 la fiesta en Madrid se trasladó a la plaza de toros Monumental de Las Ventas. Como todos los escenarios taurinos nuevos, la plaza de toros que todavía hoy es el principal escenario táurico del mundo, fue objeto de múltiples críticas por su ubicación, como por la oportunidad de su puesta en funcionamiento dado que la tradición y la historia registrada en la de la Carretera de Aragón hacían creer que la nueva era hasta cierto punto superflua.
continuará ...
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