Los Lozano, José Luis, EDuardo y Pablo
EL VIERNES estuvo en la Tertulia de Ventaurinos uno de los más apreciados, admirados e influyentes personajes de la Fiesta de los Toros. Fue José Luis Lozano, matador de novillos con triunfos en la Plaza de Las Ventas en Madrid, apoderado de toreros, empresario taurino y criador de reses bravas y creador de divisas de mucha categoría. *** TODO lo ha hecho exitosamente, de novillero su inteligencia se sobrepuso al mandato de sus éxitos ante las reses y prefirió abrirse, dejarle el camino a un torero que pudiera llegar. *** COMO empresario, junto a sus hermanos se inició en Carabanchel, Madrid, Plaza de Vista Alegre, la célebre Chata que él, sus hermanos Pablo y Eduardo y los hijos de don Domingo González Mateo “Dominguín”, Domingo y Pepe no solo abrieron caminos sino rescataron una afición de mucha solera, la referida en la zarzuela la Verbena de La Paloma cuando Susana le responde a Julián, “Pues me iría con él de verbena y a los toros de Carabanchel”. *** PUES SÍ, rescate de una afición y creación de la competencia en aquella temporada “Se busca un torero”, en la que la imaginación de Domingo Dominguín reunida con los Lozano “testearon” – en el argot de la farándula- a un mil 500 aspirantes a torero. *** UN SOLO, y suficiente, salió de aquella prueba. Fue Sebastián Palomo “Linares”, figura grande del toreo, no por haber cortado un rabo en Las Ventas, tampoco por cortar rabo en la Monumental de México o en la Chinita de Maracaibo entre sus muchas hazañas, sino porque flanqueado por un pelotón de grandes figuras del toreo como César Girón, Alfredo Leal, Gregorio Sánchez entre muchos buenos toreros, Palomo fue flanco en el mando de la tropa que la prensa llamó “ de los guerrilleros” al lado de otro genial torero, Manuel Benítez “El Cordobés”. LA SAGA de los hermanos Lozano, Pablo, Manolo, Eduardo y José Luis, los de Alameda de la Sagra, Toledo, que sembró la fiesta de los toros en muchas arenas americanas colocando la semilla en surco de generoso como el de Maracaibo.El priemer paso fue con el mano a mano entre César Girón y Palomo Linares, el 11 de octubre de 1969 y el 12, repitiendo al maestro Girón junto a Manuel Benítez El Cordobés y Palomo. Dos corridas de toros de Javier Garfias. Dos llenazos en la plaza portátil de La Trinidad que germinaron a los dos años, gracias al empuje de Guillermo Angulo López, un maracucho cuatriboleao, hombre de beisbol y de toros y un zuliano integral con quien la fiesta de los toros en Venezuela está en deuda. *** MARACAIBO, La Chinita y una de las grandes épocas de los toros en Venezuela fue la de los Hermanos Lozano como apoderados de toreros y empresarios pues sembraron en el estímulo en grandes taurinos como es el caso de Hugo Domingo Molina a quien acompañaron en el desarrollo del proyecto Plaza de Toros de Pueblo Nuevo y la creación de ganaderías de lidia como El Prado, La Consolación y la estelar de El Prado. DESDE MUY NIÑO José Luis escuchó hablar de toros en las tertulias y conversaciones con sabios como Domingo Ortega, Pepe Camará, Luis Miguel Dominguín
VISTIÓ la tertulia de Ventaurinos, a la que asistió invitado por su muy apreciado amigo Julio Stuyck con la sabiduría de su experiencia y la gracia de su recuerdo con anécdotas como las del debut de Manuel Benítez “El Cordobés”, quien se apodaba “El Renco”, como novillero sin caballos agotando el papel en Córdoba, vieja plaza de Los Tejares, cuando cobraba por un festejo nocturno y sin caballos mas que Paco Camino como principal del cartel estrella de la Feria. Cuando fue a Sevilla, recuerda José Luis, a El Cordobés lo rechazaba la oligarquía taurina sevillana. Apostaban que sería la Maestranza el patíbulo y final de la mentira de Rafael Sáncuez El Pipo. Aquella tarde “El Renco” cortó un rabo, y se convirtió en ídolo de los aficionados sevillano. Por la noche El Renco fue al Hotel, y sobre la cama de la habitación había una cobija de cientos de miles de pesetas. Una fortuna jamás vista por Manuel Benítez. El Pipo lcon la autoridad del apoderado le ordena, cógelo, que eso es tuyo. A lo que El Cordobés le contesta, lléveselo usted don Rafael, porque más adelante no le regalaré ni un duro. Aproveche hoy.
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