Antonio José Galán había vivido momentos de reclusión taurina en la finca de Los Aranguez junto a Francisco Rivera “Paquirri”. Los toreros hicieron gran amistad con la familia Riera y gozaron del cariño y del aprecio de la gente de Carora. “Paquirri” vivía sumido en el guayabo que le producía la ausencia de su enamorada Carmina Ordóñez, la hija del maestro Antonio Ordóñez, la nieta de “El Niño de la Palma” y que en genealogía no se quedaba corta, era hija de Crmen, la hermana de los Dominguín, Domingo, Pepe y Luis Miguel y nieta de Domingo González Mateo “Dominguín”... Entre bromas le decían a “Paquirri” que cuando se casara y tuviera un hijo este no sería un hijo normal. “Será un semental de toreros”, porque los Rivera también tienen lo suyo en el árbol genealógico, además de toda la casta, raza, temperamento y vocación del propio Francisco.
Alfonso Galán, el hermano de Antonio hizo de Carora su cuartel, una plaza donde se movía su hermano Antonio José comopez en el agua. Apadrinado por Mickey Castillo un taurino que pasó como centella por la fiesta de los toros y que su contribución se resumió a entregarle a sus amigos, Antonio José y Alfonso su amistad amplia y sincera.
Da gusto ver acosar a las vacas y a los becerros en los cerrados de “Los Aranguez”. Faenas de campo que hacen muchachos vaqueros que no saben que, hace ya tiempo, aquellas sabanas fueron pisoteadas y correteadas por el mayoral de Palma de Rio, Juan Martínez en su yegua torda.
De vez en cuando Alfonso Galán venia a Caracas y como concurría a la hora de almuerzo a Cuchilleros casa de Juanito y de Pedro Campuzano. Nos íbamos al Frontón de la Casa Vasca en El Paraíso, a jugar pelota. Juntos en el gimnasio del Hotel Caracas Hilton, al vapor y al baño sauna. No perdíamos oportunidad para ir a Los Caobos, a torear de salón en compañía de los alumnos de Juan Diego de Mñexico, que eran para la época El Triste, Manuel García “Pinocho”, “El Greñas” .
Hicimos una grata amistad , fraternal amistad con Antonio y Alfonso que aún perdura. Alfonso hizo sus pininos como torero en Venezuela. Entre nosotros dio sus primeros pasos. Tuvo momentos muy importantes en su carrera. Como novillero apuntaba por su gran clase. Antonio José Galán, su hermano y su guía, se mofaba de él y de su arte y le repetía con cansina insistencia “los de cojones a mandar y los de arte a acompañar”. LOOS GALÁN
Antonio José Galán había vivido momentos de reclusión taurina en la finca de Los Aranguez junto a Francisco Rivera “Paquirri”. Los toreros hicieron gran amistad con la familia Riera y gozaron del cariño y del aprecio de la gente de Carora. “Paquirri” vivía sumido en el guayabo que le producía la ausencia de su enamorada Carmina Ordóñez, la hija del maestro Antonio Ordóñez, la nieta de “El Niño de la Palma” y que en genealogía no se quedaba corta, era hija de Crmen, la hermana de los Dominguín, Domingo, Pepe y Luis Miguel y nieta de Domingo González Mateo “Dominguín”... Entre bromas le decían a “Paquirri” que cuando se casara y tuviera un hijo este no sería un hijo normal. “Será un semental de toreros”, porque los Rivera también tienen lo suyo en el árbol genealógico, además de toda la casta, raza, temperamento y vocación del propio Francisco.
Alfonso Galán, el hermano de Antonio hizo de Carora su cuartel, una plaza donde se movía su hermano Antonio José comopez en el agua. Apadrinado por Mickey Castillo un taurino que pasó como centella por la fiesta de los toros y que su contribución se resumió a entregarle a sus amigos, Antonio José y Alfonso su amistad amplia y sincera.
Alfonso en Carora, más bien a la sabana de Copacoa donde está ubicada la casa del mayoral estuvo bajo el amparo del mayoral de Los Aránguez, un vaquero de Palma del Río, Córdoba, de nombre Juan Martínez. Hombre temperamental, inusitadamente fuerte, vaquero excepcional y auténtico “hombre de a caballo”. Juan Martínez fue el fundador de una escuela vaquera en la ganadería de “Los Aranguez”, siendo Antonio Camacaro su formación como vaquero y ganadero. Camacaro fue por años el mayoral. Juan los formó a los vaqueros como ocurrió con Gerardo y los otros muchachos sabaneros. Amansó caballos. Fundó bueyadas. Sentó las bases para el manejo de la dehesa. Todo fue asimilado inmediatamente por los buenos vaqueros caroreños. Asimilaron los estilos de monta, como si de modas se tratara, recortaban crines y colas de los caballos, los vaqueros se hicieron garrochistas y se llegó a tentar a campo abierto.
Da gusto ver acosar a las vacas y a los becerros en los cerrados de “Los Aranguez”. Faenas de campo que hacen muchachos vaqueros que no saben que, hace ya tiempo, aquellas sabanas fueron pisoteadas y correteadas por el mayoral de Palma de Rio, Juan Martínez en su yegua torda.
De vez en cuando Alfonso Galán venia a Caracas y como concurría a la hora de almuerzo a Cuchilleros casa de Juanito y de Pedro Campuzano. Nos íbamos al Frontón de la Casa Vasca en El Paraíso, a jugar pelota. Juntos en el gimnasio del Hotel Caracas Hilton, al vapor y al baño sauna. No perdíamos oportunidad para ir a Los Caobos, a torear de salón en compañía de los alumnos de Juan Diego de Mñexico, que eran para la época El Triste, Manuel García “Pinocho”, “El Greñas” .
Hicimos una grata amistad , fraternal amistad con Antonio y Alfonso que aún perdura. Alfonso hizo sus pininos como torero en Venezuela. Entre nosotros dio sus primeros pasos. Tuvo momentos muy importantes en su carrera. Como novillero apuntaba por su gran clase. Antonio José Galán, su hermano y su guía, se mofaba de él y de su arte y le repetía con cansina insistencia “los de cojones a mandar y los de arte a acompañar”.
Hay dos anécdotas interesantes en la vida profesional de Alfonso. La primera, la tarde de la confirmación de su alternativa en Madrid. Corrida de toros de Hernández Plá. Le tocó para confirmar el toro “Capitán”, indudablemente bravo. Ha sido el toro que más tiempo ha estado pegado al caballo recibiendo castigo. No le vi en la plaza; pero recuerdo muy bien la película en la que el toro recibe un prolongadísimo castigo; pero no de un ir y venir, sino una vara, prolongada y dañina, agotadora y fulminante, hasta que el toro tira la montura al suelo. No había manera de quitarle. Le colearon, es decir le tiraron del rabo y “Capitán” seguía prendido al peto. Esto, por supuesto, le desgastó. Madrid es Madrid, y cuando tiene guasa no hay como Madrid. Salió el toro de la suerte de varas, por supuesto quebrantado herido y agotado. Había dejado en el peto toda la fuerza, el gas, el temperamento y la bravura. Fue Alfonso hasta donde estaba el toro convertido en un marmolillo y se puso frente a la cara del agotado “Capitán”. Un par de pases y se convirtió en un mueble, con sentido y peligro. Un auténtico problema que dudo exista un torero capaz de resolverlo; y Madrid quería que Alfonso Galán lo resolviera. Este fue su primer gran pecado profesional.
En Bilbao, corrida la feria de Bilbao con toros de Pablo Romero si estuve presente y fui testigo de todo lo que ocurrió. La corrida, como suele suceder en esta casa andaluza salió mansa, sin fuerza y con pregonado peligro. Alfonso, en su afán de gustar, prolongó en demasía su estada frente a la cara de sus toros. Currillo había sido herido por su primer astado, había pasado a la enfermería. Alfonso le sustituyó y cuando había logrado algunos muletazos de mucho mérito, que fueron coreados por gran parte del público, una minoría se metió con él. Tal vez la presión, los nervios, su inmenso deseo de triunfo, influyeron mecánicamente como un resorte y Alfonso se encaró a la masa. De inmediato, fue toda la plaza la que le adversaba, no sólo la minoría la que le censuró antes; pues mi querido amigo, sin pensarlo dos veces, se llevó la mano derecha a los cojones y ¡Mira por dónde!
La carrera profesional de Alfonso ha tenido triunfos importantes; pero no ha sido Alfonso hombre de guerra. Lleno de amigos incondicionales porque es un tipo fenomenal, se ha dedicado más bien a los bienes raíces, con mucha fortuna, y en un vocero de la causa venezolana. Alfonsete, como con cariño le llaman sus hermanas en Fuengirola. Sin duda, un rompecorazones de lujo. En Venezuela dejó gratos recuerdos y amigos que él recuerda porque si algo han tenido los Galán, los hermanos y las hermanas ha sido el ser muy agradecidos y ellos por Venezuela sienten mucho respeto y gratitud.
Hay dos anécdotas interesantes en la vida profesional de Alfonso. La primera, la tarde de la confirmación de su alternativa en Madrid. Corrida de toros de Hernández Plá. Le tocó para confirmar el toro “Capitán”, indudablemente bravo. Ha sido el toro que más tiempo ha estado pegado al caballo recibiendo castigo. No le vi en la plaza; pero recuerdo muy bien la película en la que el toro recibe un prolongadísimo castigo; pero no de un ir y venir, sino una vara, prolongada y dañina, agotadora y fulminante, hasta que el toro tira la montura al suelo. No había manera de quitarle. Le colearon, es decir le tiraron del rabo y “Capitán” seguía prendido al peto. Esto, por supuesto, le desgastó. Madrid es Madrid, y cuando tiene guasa no hay como Madrid. Salió el toro de la suerte de varas, por supuesto quebrantado herido y agotado. Había dejado en el peto toda la fuerza, el gas, el temperamento y la bravura. Fue Alfonso hasta donde estaba el toro convertido en un marmolillo y se puso frente a la cara del agotado “Capitán”. Un par de pases y se convirtió en un mueble, con sentido y peligro. Un auténtico problema que dudo exista un torero capaz de resolverlo; y Madrid quería que Alfonso Galán lo resolviera. Este fue su primer gran pecado profesional.
En Bilbao, corrida la feria de Bilbao con toros de Pablo Romero si estuve presente y fui testigo de todo lo que ocurrió. La corrida, como suele suceder en esta casa andaluza salió mansa, sin fuerza y con pregonado peligro. Alfonso, en su afán de gustar, prolongó en demasía su estada frente a la cara de sus toros. Currillo había sido herido por su primer astado, había pasado a la enfermería. Alfonso le sustituyó y cuando había logrado algunos muletazos de mucho mérito, que fueron coreados por gran parte del público, una minoría se metió con él. Tal vez la presión, los nervios, su inmenso deseo de triunfo, influyeron mecánicamente como un resorte y Alfonso se encaró a la masa. De inmediato, fue toda la plaza la que le adversaba, no sólo la minoría la que le censuró antes; pues mi querido amigo, sin pensarlo dos veces, se llevó la mano derecha a los cojones y ¡Mira por dónde!
La carrera profesional de Alfonso ha tenido triunfos importantes; pero no ha sido Alfonso hombre de guerra. Lleno de amigos incondicionales porque es un tipo fenomenal, se ha dedicado más bien a los bienes raíces, con mucha fortuna, y en un vocero de la causa venezolana. Alfonsete, como con cariño le llaman sus hermanas en Fuengirola. Sin duda, un rompecorazones de lujo. En Venezuela dejó gratos recuerdos y amigos que él recuerda porque si algo han tenido los Galán, los hermanos y las hermanas ha sido el ser muy agradecidos y ellos por Venezuela sienten mucho respeto y gratitud.
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