Ha sido un largo paréntesis, el mismo que nos ha limitado desplazarnos y reunirnos como lo veníamos haciendo. Y el lio del toro no ha escapado de ello, en todos los ámbitos, entre ellos el que tiene que ver con la academia que debe imperar en un centro de formación, como es una Escuela Taurina.
En la ciudad de Mérida existe, tal vez una de las más antiguas y con mayor tradición, la misma que por casi cuatro décadas mantuvo en activo el recordado Humberto Álvarez, otrora novillero en la década de los ´60 y ´70, conserje de la plaza de toros merideña, y de la que se formaron con sus limitaciones, más de un torero, entiéndase, matador, novillero o subalterno. Eran otras épocas, de donde salieron o dieron sus primeras lecciones Nerio Ramírez “El Tovareño”, Ángel Sulbarán, Alfredo Parra, Enrique Torres, los hermanos Pereira, Leonardo Salas “Sopita”, Alonso Díaz, Ali Trejo, Leonardo Rivera, Alexander Guillén y varios más…
Su legado no ha quedado en balde, tras su fallecimiento a comienzos de la década pasada, y a pesar que sus propios hijos pidieron textualmente a los medios, que en los actuales momentos, por desavenencias con los anteriores directores de la escuela que llevaban y utilizaban para su usufructo personal su nombre, no le utilizaran más para lo que consideraban una gestión turbia, no por ello se ha dejado de mantener la ilusión que representa a esos jóvenes niños y adolescentes, el llamado que implica el formarse como torero. Vaya y menuda afición singular en estos instantes, cuando lo más común es ver a la juventud decantarse por otros derroteros, futbolísticos, beisbolisticos u otros deportes e lúdicos con los videojuegos, que les alejan de ese sano hecho de formarse con disciplina y respeto como son los principios de un torero.
El hecho es que los nuevos maestros de la Escuela Taurina de Mérida, el matador en retiro Manolo López (director) y el subalterno Mauro David Pereira, han logrado reaperturar este importante centro de formación taurina, cuidando los protocolos de bioseguridad y sanidad, en horario matutino y vespertino, que de seguro logrará despertar la afición a mucho jovencito merideño, que se sienta atraído por la belleza que impone la fiesta brava.
Se espera que dicho centro de formación taurina, entre sus postulados, cuente con el respaldo institucional primordialmente municipal, de COREMER (como propietaria de la plaza) y la empresa taurina de turno que regente la Feria del Sol principalmente, con la obligatoriedad en los canon de arrendamientos, la promoción y organización de clases prácticas en el mismo ruedo de la monumental así como visitas a ganaderías de bravo, labor que debe de hacerse cumplir, como nuevamente se repite, con carácter de obligatoriedad, y no pasar por debajo de la mesa y convertirse en letra muerta, esa misma que frustra la ilusión y perseverancia de quienes sueñan algún día en vestirse de corto o de luces ante la afición de su terruño.
No es descabellado aspirar que una vez que pase esta situación anómala en el planeta taurino y la sociedad en general, que se busque convenios con otros centros de formación de otras latitudes, con el firme y único propósito de ofrecer alternativas y oportunidades a nuestros toreros merideños de trascender. Quien quita, sí en un futuro “salte la liebre” y fortuna, y nuevamente Mérida cuente con una baraja de toreros de primer nivel, como siempre ha hecho gala en los ruedos del país y fuera de nuestras fronteras.
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