miércoles, 26 de agosto de 2020

DOMINGO 11, TARDE DE APOTEOSIS EN CARACAS con Luis Miguel, Velázquez y Diamante Negro Por Víctor José López EL VITO


Diamante Negro y Alfredo Sadel, dos triunfadores en Domingo 11...

  "...Velázquez, a quien por su valor y gentilicio llamaron “El león de León” cortó dos orejas y un rabo al cuarto de la tarde, Luis Miguel tres orejas, una al segundo y el rabo al quinto, mientras que el venezolano Luis Sánchez Olivares se alzó cortando cuatro orejas y un rabo..."

 

El año de 1949 fue el año del despertar venezolano. Su riqueza petrolera y una inmigración europea de gran importancia convirtieron la nación venezolana en tierra de promisión. Era el amanecer de una tierra que se incorporaba llena de entusiasmo a la modernidad y, su perfil de sociedad, requería paradigmas sobre los cuales debía sentar las bases de su desarrollo... 


Urgía poder contar con triunfadores, como el triunfo con el que se alzó en La Habana el equipo de Venezuela Campeón en el Mundial de Beisbol de 1941.


Aquel año del 49, y aquel domingo 11 de diciembre, se confirmó la pasión por uno de estos ídolos: Luis Sánchez Olivares “Diamante Negro”. Torero de Ocumare del Tuy que había hecho una brillante carrera de novillero en España, en la temporada de 1948. Campaña que culminó con una alternativa en la Maestranza de Granada, de manos de Manolo González con toros de Félix Moreno Ardanuy.


 Esta alternativa en Granada y presentaciones en Madrid y Sevilla, fueron los triunfos logrados en su reaparición en Venezuela le convirtieron al torero de los Valles del Tuy en un ídolo sin precedentes en los escenarios nacionales.

El empresario de la plaza de toros de Caracas don Horacio Carrasquero, al tener en sus manos el inusitado plus del torero criollo como principal atracción, organizó una areactiva temporada a finales de año con un abono de tres corridas de toros con reses colombianas.   Dos encierros de Mondoñedo y uno de Vistahermosa, este propiedad del sevillano Francisco García que había sido mayoral de Mondoñedo, la vacada de Sanz de Santamaría.

 Francisco García se estrenaba como ganadero luego que las propiedades de don Ignacio fueron embargadas por la Corporación de Fomento.

Carrasquero colocó a Diamante Negro en dos de los tres carteles del abono. La primera con Antonio Bienvenida y Luis Miguel Dominguín, y la segunda, tercera del abono, la tarde de del 11 de diciembre de 1949 con el mexicano Antonio Velázquez y Luis Miguel Dominguín.


Debo señalar, solicitando la venia de nuestros lectores, que aquella corrida, la segunda de la temporada de don Horacio,  fue la primera corrida de toros “hecha y derecha” que vi en mi vida, y ... desde esa tarde mi vida, mu alma y corazón, latieron por los toros.


El referido cartel del 11 de diciembre debido a circunstancias ajenas a los toros tenía miga. El ambiente político internacional enfrentaba al México de la revolución con la España del franquismo, y la Guerra Fría encendía sus hogueras con los anuncios de la URSS de tener la Bomba Atómica, y de Mao Tse Tung al declarar la República China Popular.



                                                       

La plaza de Caracas, el Nuevo Circo vistió sus mejores galas para el acontecimiento. La boletería agotó sus más de 11 mil asientos y la barrera fue ocupada casi íen su totalidad por Embajadores y Plenipotenciarios de las naciones acreditadas en Venezuela. 

No fue la del 11 de diciembre del 49  tarde de decepción. 

Los  toros de Vistahermosa, nombre con el que distinguía Francisco García su ganadería, fueron de gran calidad. 

Velázquez, a quien por su valor y gentilicio llamaron “El león de León” cortó dos orejas y un rabo al cuarto de la tarde, Luis Miguel tres orejas, una al segundo y el rabo al quinto, mientras que el venezolano Luis Sánchez Olivares se alzó cortando cuatro orejas y un rabo.
Los tres diestros, y el mayoral de la ganadería colombiana de Vistahermosa, abrieron la Puerta Grande del Nuevo Circo, y fueron llevados a hombros desde la plaza caraqueña en San Agustín hasta la plaza Bolívar de Caracas, que dista a unos dos kilómetros del Nuevo Circo.

Por años la corrida del 11 de diciembre de 1949 fue el festejo del siglo para los caraqueños. Al extremo fue una referencia que el tenor Alfredo Sadel la recordó en el pasodoble “Domingo 11” de su autoría e interpretación, considerado una de las joyas de la música taurina venezolana.

 

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