martes, 16 de junio de 2020

DE DON ARTURO A SARAMAGO, LAS PASIONES EN LA VIDA Por Víctor José López EL VITO





Sería a fines de los años cuarenta, eran los días de vacaciones en Valencia en casa del famoso cazador  Arturo Medina, hermano de mi abuela Ismeniángela y padre y abuelo de grandes cazadores. Gonzalo y Hernando, sus hijos y Carlos Arturo su nieto. Descendencia que, como él, dió sitio y jerarquía  a la cinegética de aquella  Venezuela virgen, la de grandes extensiones inexploradas de su territorio. En la casa de Arturo, dos conversaciones permanentes: la caza y los toros.

Los toros, por influencia directa de Heriberto López Correa, primo de los hermanos Godofrefo, Alfredo y Arturo Medina López, tres de las mejores escopetas, conocedores y enterados cazadores de las sabanas de Carabobo y de Cojedes; y la Caza, porque en casa de Arturo fue un sagrado rito que tuvo por biblia  el libro Veinte años de Caza Mayor, manual de referencia imprescindible para varias generaciones.

 Más por el prólogo, que por la magnífica obra en sí misma porque cuando el Conde de Yebes terminó su libro, entendió que para encargar el prólogo no debía limitarse a ensalzar las virtudes de la obra y a las de su autor amigo. Quería que fuese alguien que viese su obra bajo un punto de vista crítico, ya que el tema daba para ello, y la polémica estaba servida. Fue entonces cuando pensó en el insigne y gran filósofo José Ortega y Gasset. El prólogo se terminó y el libro vio la luz con un éxito arrollador, pasando a formar parte de los más afamados de la literatura cinegética y taurina, pues reunió en un solo libro estudios sobre temas que parecen heterogéneos: la caza y toros. Una comunidad profunda en el hecho de ser dos ocupaciones que han procurado la felicidad a gran número de personas y sobre las cuales, sin embargo, apenas se había pensado antes en serio, de veras.

Juan Antonio de Labra, que es además de un gran profesional e inteligente crítico taurino, es un lector profundo y gracias a él rescatamos señales muy importantes de libros y de prólogos que tienen que ver con los toros y la caza, como la opinión de Lobo Antunes, autor de ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? , con la que  por fin ha encontrado el libro ideal para escribir con la estructura de la corrida de toros y el sentir de unidad ibérica entre Portugal y España que dice mucho de la fraterna hermandad de dos naciones más próximas que los nacionalismos hispanos. A Lobo Antunes la corrida de toros es  algo más que un espectáculo: "Quería hacer un libro con la estructura de la corrida, porque me parece una estructura perfecta", señala Antunes, al que los toros le produjeron fascinación desde la primera corrida a la que asistió en Barcelona,  cuando tenía 6 años, para ver a Luis Miguel Dominguín. 
Las páginas de ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? (Mondadori) están atravesadas por la simbología taurina; y el escritor recuerda que los toros forman parte del imaginario ibérico, hasta el punto de que lo que pasó en Barcelona -la prohibición de las corridas, no apoyada pero tampoco rechazada por Saramago- ha tenido una gran repercusión en Portugal, porque también hay -dice- mucha gente en contra.
Lobo Antunes declara su iberismo y, como su compatriota Jose Saramago, confiesa: "Aquí me siento como en casa. La mayor parte de los portugueses no sienten la separación”
Rescatado de la hojarasca que José Saramago extiende sobre la Historia del Cerco, está Raimundo Silva, un personaje creado por José Saramago, un renegado que recurre a la exaltación humanista de los toros  y que “busca en los diccionarios y en las enciclopedias, mira en Armas, en Edad Media, busca Máquinas  de Guerra, y encuentra las descripciones vulgares del arsenal de la época, rudimentario, basta decir que entonces no se encuentra matar a un hombre elegido que estuviera a doscientos pasos de distancia, fuerte pérdida, ni nada que se le comparase, y para caza, si no había a mano arco o ballesta, tenía el cazador que aproximarse a los brazos del oso o a los cuernos del ciervo o a los dientes del jabalí, lo que aún conserva  semejanzas con tan arriesgadas  aventuras es la corrida de toros, los toreros son los últimos héroes antiguos que nos quedan.”

Palabras de José Saramago…

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