Imaginamos cómo habrá sido el amanecer del Domingo de Resurrección en Madrid, para Jesús Enrique Colombo. Igual que al resto del mundo el Corona Virus le secuestró, impidiéndole cumplir con su reaparición en la Monumental de Las Ventas. La temporada madrileña, como en el resto de España y del mundo taurino, había sido suspendida. No ha sido fácil, mucho menos cómoda, la incursión de Colombo en España. La alternativa, propuesta para tomarla en Zaragoza, fue interrumpida por una seria cornada en Valencia. Más tarde y con el grado de matador de toros acreditado por la afición y jerarquía de la limeña plaza de Acho, llegó a Madrid donde de novillero había triunfado con corte de oreja. Dos tardes aceptables, luego otra corrida por méritos propios en la que un absurdo juez de plaza le escamoteó la oreja que el público en masa exigía le fuera otorgada.
Hemos pensado mucho en las reacciones de Colombo, un torero que nos llena la memoria de recuerdos interesantes como ser humano e importantes como torero. Desde sus días de becerrista, de novillero y los primeros días como matador de toros, hay juna experiencias de vida en Jesús Enrique que nos atrevemos recomendar como “lecciones de vida” por la serenidad que han sido enfrentadas por el torero de Táriba y porque confirma la fe que en él tenemos. Fe convertida en pavesa, que apenas alumbra la oscuridad que surge en estos extraños días de cuarentena.
Hoy a nuestros lectores, los que crecen en número en estos días de aciago debido, precisamente, al “acuartelamiento” exigido para evitar el azote viral, les regalaremos un póker de nuestros ases taurinos para ganar la partida en la que nos jugamos la vida en la fiesta de los toros. Herida en Venezuela por el desánimo. Un póker que integran Diamante Negro, César Girón, Joselito Torres y César Faraco, ejemplos que orgullosamente representan la torería criolla.
LUIS SÁNCHEZ “DIAMANTE NEGRO”
Diamante Negro, torero de multitudes |
A Caracas llegó Luis Sánchez procedente de los Valles del Tuy. Muy joven, era casi un niño y por mediación del periodista Marquitos Vélez dio sus primeros pasos como becerrista en la Plaza Escuela de "La Morena del Prado", en El Valle. Era el año de 1944.
Su presentación formal como novillero ocurrió el 19 de abril, de 1945. Fue la tarde de la última función en la historia del Circo Metropolitano de Caracas. La presentación del ocumareño fue en la parte seria de un espectáculo cómico: La Cuadrilla Bufa de Darío Albornoz "Serranito".
Relatan las crónicas que " Diamante Negro" cortó una oreja y salió a hombros e inició el camino que le deparaba su destino: torero ídolo de multitudes.
El año 1945 fue generoso para Luis Sánchez Olivares. Tanto que llegó a formar incipiente pareja novilleril con el prospecto carabobeño Alí Gómez, "El León de Camoruco". Aprovechando Luis Sánchez el cartel del que gozaba entre los entusiasmados caraqueños, viajó a Suramérica en la temporada de 1946. Primero al Ecuador, luego a Colombia, para regresar a la patria el 16 de junio y presentarse en el Nuevo Circo con Pepe Chalmenta y el mexicano Rutilio Morales.
No fue sino hasta el 19 de enero de 1947 que logró pisar fuerte en la plaza del Nuevo Circo, tarde que le cortó dos orejas y un rabo a un novillo criollo de Segundo Briceño. Fue el día que alternó con los novilleros españoles Antonio Aragón "El Niño del Hospicio", más tarde famoso hombre de radio y generoso luchador social y Pedro de la Casa, "Morenito de Talavera Chico". Ese cartel se repitió a la semana y las reses fueron tan mansas que el público enfurecido quemó los palcos destruyendo el maderamen de la plaza caraqueña.
El 6 de febrero 1947 se atrevió a cruzar el océano Atlántico. Viajó a España, un trayecto inverosímil en aquellos días de la postguerra. Hizo su presentación como novillero en Logroño, alcanzando un importante triunfo al cortar cuatro orejas y un rabo. Como dato curioso les diré que era la primera vez que Luis se enfrentaba a ganado de casta. La memorable fecha fue el 11 de junio de 1948. De allí en adelante, los triunfos se contaron por actuaciones. Se rindieron ante el embrujo de "Diamante Negro" las plazas de Córdoba, Azpeitia, San Sebastián, Sevilla … Hasta llegar a la Monumental de Las Ventas en Madrid, donde toreó con el hijo de Joaquín Rodríguez “Cagancho” y Alejandro García, toros de Garcigrande.
El triunfo más importante fue alcanzado en Granada, tan rotundo y contundente que precipitó los planes para tomar la alternativa. La investidura ocurrió el 29 de septiembre en la Maestranza de Granada. Punto final a su brillante campaña como novillero puntero de la estadística española, culminada en primer lugar con 42 festejos, 25 orejas y cuatro rabos.
El padrino del doctorado fue el madrileño Paquito Muñoz y el testigo Manolo González, al que distinguían los panegiristas de la crónica taurina como "La Giralda vestido de luces". Los toros pertenecieron a la histórica divisa de Saltillo, propiedad de don Félix Moreno Ardanuy.
La primera actuación de "El Diamante Negro" como matador de toros en Venezuela fue el 28 de noviembre de 1948, mano a mano con Raúl Acha "Rovira", lidiando toros de Vistahermosa. La corrida tuvo que celebrarse a las dos de la tarde, porque la situación política de la ciudad era muy confusa como consecuencia del derrocamiento del presidente Gallegos y de la instauración de un régimen militar.
CÉSAR GIRÓN
César Girón, torero para Madrid |
La primera vez que César pisó una arena, un ruedo, en una plaza de toros fue cuando se le tiró de espontáneo a un torerito mexicano llamado Licho Muñoz. El mexicanito actuaba en la Cuadrilla Juvenil de Toreros Mexicanos de visita en Maracay. “Al verle tan carricito me dije que si ese puede hacerle esas cosas al toro ¿porqué yo no?”. Licho Muñoz llegó a ser un importante hombre de negocios, destacado ejecutivo en DEMSA (Diversiones y Espectáculos de México) y manejó toda la temporada de México con más de cuarenta plazas de toros en su organización. En Maracay Girón hizo su debut como novillero, con el español Paco Roldán y Moreno Sánchez el 29 de enero de 1951. Breve sería su campaña de novillero en Venezuela, limitándose a arenas de Valencia, Maracay y el Nuevo Circo de Caracas, ya al final, y fue para consagrarse como prospecto en Venezuela. Su maestro Pedro Pineda le instruyó en su precaria técnica, buscando en la muleta la solución moderna del toreo. Pineda adquirió oficio y precaria maestría en los corrales de la antigua La Ganadera, donde trabajaba. Sus alumnos, que integrarán La Cantera, recibirán de él su concepción del toreo y de los rudimentos de la técnica, pero será La Ganadera la que les proporcionará a los torerillos el proverbial oficio que distingue a los maracayeros. Sobre este tema, el de la formación de Girón, José Casanova Godoy, gran aficionado, entendido y lleno de sensibilidad por todo lo que tenía que ver con Maracay y el estado Aragua, decía. Junto a El Matadero, las advertencias de Pineda, estuvo como factor importantísimo La Ganadera en la formación de los toreros de Maracay. Para Casanova Godoy hablar de los fundamentos del toreo en Aragua era referirse a Irene Hernández. Al “Cabo” Irene, como mejor se conoció entre los muchachos aspirantes a las gloria del toreo, a este modesto trabajador de La Ganadera quien siempre supo resolver cómo proveer los toros para saciar el mal de montera de la muchachada de Maracay.
Pedro Pineda se fue a Colombia y al Perú, hecho que lo convirtió en el más experimentado y versado de los toreros aragüeños que conocía la gente de Maracay. La carrera de Pedro Pineda fue breve y realizada por plazas de los Llanos y de los Andes. Se dedicó a enseñar a los muchachos, de allí lo de “maestro”. Tenía una cartilla y, al parecer, esta le dio frutos, porque fueron muchos los muchachos que salieron de la escuela de Pineda en Maracay.
El alumno favorito de Pedro Pineda era Moreno Sánchez, un carricito blanco, de pelo liso y modales muy finos, para el que Pineda guardaba siempre los mejores becerros, los novillos mejor hechos, los consejos más oportunos. Toda su atención para Moreno Sánchez.
Por aquella época ya la radio ocupaba espacios importantes en la comunicación, y por Radio Maracay se transmitía el programa “Estampas Taurinas” que se convirtió, gracias a la afición y entusiasmo de su productor José Matos, en la más importante fuente de información taurina en la ciudad. Se informaba lo que sucedía en México y en España y se hablaba de lo que se programaba para darle actividad a la Plaza de Toros de El Calicanto.
Un domingo que Pineda organizó una becerrada, como siempre ocurría, César Girón y Moreno Sánchez y los otros aspirantes salieron por las calles de Maracay a pegar propaganda y a repartir preventivos. Era la condición para torear. Al final de la jornada, César reclamó su paga. Según oferta hecha por el propio Pedro Pineda, era de dos bolívares. El maestro, en vez de darle la moneda a Girón, preocupado tal vez por verlo descalzo, le dio un par de alpargatas. “Para que no andes descalzo”, le dijo. A lo que César, muy molesto, le reclamó a Pineda: “Mire Pineda, no sea bolsa y deme mis dos bolívares”.
Le dieron los dos bolívares y le quitaron las alpargatas.
En Caracas se asoma a su destino
La preferencia manifiesta por Pedro Pineda hacia Moreno Sánchez provocó surgiera la rivalidad con César Girón, la que se prolongó hasta el primero de octubre de 1950, fecha que marca el debut de César Girón en el Nuevo Circo de Caracas en un mano a mano con Moreno. Ese día un novillo de Banco Largo le pegó una cornada a Moreno Sánchez y César Girón se alzó con un triunfo descomunal al matar los seis astados de seis estocadas y dos pinchazos. La euforia fue impresionante.
Revisteros y aficionados juraban que habían descubierto una gran figura del toreo. Tuvo César la suerte de que, para esa época, se organizaba en Caracas una temporada con matadores de toros. Además de los diestros contratados por la empresa de Andrés Gago y de Juan Vicente Ladera, como ocurría cuando los astros del toreo se reunían había en la ciudad mucha gente de la fiesta. Había taurinos destacados y en la temporada actuaba como banderillero el malagueño Fernando Gago, hermano de Andrés Gago, el descubridor y “hacedor” del ciclón mexicano Carlos Arruza. Fernando Gago había oído hablar de Girón por voz del gran aficionado y empresario Juan Vicente Ladera, hijo del general Juan Vicente Gómez, y por un banderillero, Manuel Vílchez “Parrita”, que vivía en Caracas desde que había concluido la Guerra Española. Ellos decían que César Girón era “un torero distinto” al común del torero americano. Fernando Gago que fue testigo de la hazaña del principiante, cató su valor, decisión y clara disposición de ser torero, al quedarse solo con la corrida, en la plaza más importante de su tierra. Renglón seguido Gago se puso en contacto con Perdomo Girón, el primo de César, representante y líder de la familia. Al fin y al cabo decidiría si César podría o no viajar a España que era lo que proponía Gago. César Perdomo le dio a Gago la mitad del dinero para el pasaje y los cinco bolívares para las estampillas del pasaporte. Perdomo recién se iniciaba en política. Cobijado bajo la tolda Social Cristiana del partido Copei, con sus amigos “El Negro” Pérez Díaz, Edecio La Riva Araujo y bajo la tutela del doctor Rafael Caldera, que además de ser entusiasta taurino fue Girónista hueso colorado y un decidido impulsor de la fiesta de los toros en Venezuela.
Acordada la contratación de Girón, Fernando Gago se fue a España para continuar en sus funciones de banderillero con los matadores que le contrataban para la temporada, asistiendo a tentaderos en Salamanca y Extremadura, mientras duraba el frío invierno en la península.
Cuando se ocultó el invierno, ya en la primavera España descubriría una figura del toreo. Un venezolano que se convertiría en Torero para Madrid y para Sevilla, por sus triunfos trascendentales en Las Ventas y La Maestranza
JOSELITO TORRES
Joselito Torres |
Girón mientras tanto y ya con el envión que le diera el triunfo de Caracas su cartel subió como la espuma en un momento en que la afición de Caracas quería fabricar un ídolo y veneraba la figura del Tesoro de Charallave, Joselito Torres, y del más querido de todos los toreros Luis Sánchez Olivares “El Diamante Negro”.
Joselito Torres era mirandino, nativo de Charallave y contemporáneo de César Girón, nacido el 27 de octubre de 1933fue un torero muy importante en la fiesta de los toros en Venezuela. De breve y graciosa figura fue descubierto por la afición en el Festival del Morrocoy Azul, que un grupo de amigos de Miguel Otero Silva organizó en el Nuevo Circo. Fue El Morrocoy Azul un periódico que creó y dirigió MOS, que reunió como colaboradores a varios intelectuales que hicieron oposición política con ácido sentido del humor. El festival del Morrocoy Azul se organizó en 1948, en plena efervescencia taurina venezolana, con una afición animada con los éxitos de Luis Sánchez Olivares “El Diamante Negro” en España. Joselito Torres fue un caso único en aquella Venezuela, porque no se formó con los toros criollos. Su apoderado, el español Emilio Cebrián le cuidó mucho. Apenas destacó en Caracas en un festival que organizó el semanario humorístico que dirigía Miguel Otero Silva, El Morrocoy Azul, Joselito debutó ante el público de Caracas con novillos de Guayabita. Cebrián, convencido de las condiciones y talento de Joselito Torres, lo llevó a Colombia, donde participó en tentaderos en el campo bravo de Cundinamarca en las ganaderías bogotanas de la familia Santamaría, Mondoñedo y de Clara Sierra. Hecho insólito para un torero venezolano, un lujo que no conocieron El Diamante Negro, César Girón. Alí Gómez o César Faraco. Joselito Torres viajó a Lima, en Acho tuvo grandes éxitos, triunfos genuinos que avalaron su reaparición en Caracas. Fue enconado rival de Girón en sus inicios, y llegó a superar a Girón en algunas tardes de la competencia más preñada de pasiones que haya conocido la afición entre dos novilleros. Viajó a España en 1951, antes de que Girón lo hiciera, y el 10 de junio de 1951 se presentó en Logroño en tarde que cortó dos orejas y un rabo y salió a hombros de la plaza.
Ese mismo año Joselito se presentó en Madrid, en la plaza de toros de Vista Alegre, el 5 de agosto. Una presentación impactante, pues el de Charallave repitió dos tardes en las que se agotó la boletería en la plaza de Carabanchel. Realizó una brillante y destacada campaña como novillero y fueron los elogios de la prensa taurina española las que le abrieron el paso a Joselito Torres a una alternativa de gran categoría en la Feria del Pilar en Zaragoza de manos de Rafael Ortega el 14 de octubre de 1952. Completaron el cartel del doctorado de Joselito Torres Antonio Ordóñez y Juanito Posada. ¡Nada más, y nada menos! Joselito Torres le cortó una oeja a Bigote, número 83 de Concha y Sierra y otra oreja al segundo de su lote. Madrid le esperaba con los brazos abiertos para la confirmación, ocurrida el 31 de mayo de 1953 de manos de Joaquín Rodríguez Cagancho, con toros salmantinos de Sánchez Fabrés. Lo hizo con el santacolomeño Velerito, 62.
CÉSAR FARACO
CÉSAR FARACO, CÓNDOR DE LOS ANDES Primer torero americano en tomar la alternativa de Las Ventas |
La presentación de César Faraco en traje de luces fue en Maracay. Fue su bautismo de sangre, pero también su primer trofeo, una oreja. Triunfo que le reafirmó su cartel por aquellos predios. Faraco se presentó luego 11 domingos seguidos en Arenas de Valencia, alternando con los ases de la novillería nacional. Logró debutar en Caracas y se convirtió en el novillero puntero. Era el ocaso del decenio de los años cuarenta. Los éxitos le entusiasmaron para que viajara a España. Su despedida en Caracas fue un mano a mano en el Nuevo Circo con el colombiano Manolo Zúñiga. Cortó tres orejas y salió a hombros por la Puerta Grande.
Antes de que llegara el frío invierno español, César Faraco tuvo la oportunidad de torear cinco novilladas sin picadores, pero cuando apareció el humo de las chimeneas desapareció la temporada taurina española, y el muchacho sanjuanero deambulaba por las calles de Madrid. Pedriles, un aventurero que llegó a Venezuela como Mozo de Espadas de Alí Gómez fue apoderado de Faraco en España. El taurino español le administraba el dinero que había reunido con sus ahorros de los sueldos que cobró en la Tipografía Caracas y los que con gran sacrificio guardó su madre, María Elena Alarcón de Faraco. Un día, Pedriles citó a Faraco a un café en la Cervecería La Alemana, de la Plaza Santa Ana. Faraco, lleno de ilusión porque se imaginaba en la estación del tren para viajar a Salamanca y comenzar a prepararse en tentaderos de los muchos amigos ganaderos que Pedriles le había dicho tenía. Con un café por delante, sólo en una mesa, Faraco recibió a su apoderado.
–No tengo tiempo que perder César –le dijo a boca de jarro–, vengo a decirte que nos hemos quedado sin un duro y que ya no tengo ni para pagar el café que tienes por delante. Así que hasta luego.
Me contó César, muchos años después de esta terrible reunión, que se sentía en el aire. Había perdido las piernas y la cabeza. Vivía el fin de sus ilusiones. Un café con leche que no podía pagar, era todo lo que César Faraco tenía en la vida y lo tenía frente a él en una mesa. Su apoderado le había informado que estaba en la ruina, porque le había gastado todos los ahorros, alcanzados con mucho sacrificio, para su formación en España.
Milagrosamente, minutos más tarde del estruendo emocional, se presentó Luis Sánchez, “Diamante Negro”. El maestro le pidió calma al andino, que se había sumido en sepulcral silencio ante la debacle de todos sus sueños. Faraco se mantuvo horas frente a la taza de café. No tenía una sola peseta para pagar el mínimo consumo. Cuando “Diamante Negro” regresó al café, iba acompañado de don Manuel Mejías “Bienvenida”, el famoso “Papa Negro”. El mítico fundador de la dinastía, en la que destacaban los hermanos Manolo, Pepe, Ángel Luis, Antonio y Juanito Bienvenida. El caraqueño Antonio había sido el padrino de la confirmación de la alternativa de Luis Sánchez Olivares en Las Ventas. Faraco, desde ese día vivió en casa de los Bienvenida en el Número 3 de la calle General Mola. Le bastó a don Manuel la recomendación del Diamante Negro para hacerse cargo del torero estafado por el truhán. Lo llevó al campo de inmediato, en compañía de su hijo Juanito y de las figuras del momento, como lo eran Julio Aparicio y Manolo González. El primer día hubo un intento de burla por parte de los toreros, con sólo el propósito de descalificar al venezolano y burlarse del descubrimiento del Papa Negro. Más no contaban Aparicio y Manolito González con la valentía de Bienvenida, que al descubrir la patraña les encaró, en el propio tentadero, denunciando su cobardía.
Al día siguiente, Manuel Mejía fue a las oficinas de Fernando Jardón, empresario de Las Ventas. Le exigió una novillada para el venezolano. Exigencia que hizo con el peso que tenía en Madrid la Casa Bienvenida.
El 4 de abril de 1955 hizo César su debut en Madrid. Novillos de Francisco Jiménez, con Manuel del Pozo “Rayito” y Juanito Bienvenida. Pocos creían en Faraco. Muchos taurinos fueron a disfrutar del fracaso del venezolano, que sería el fracaso de Bienvenida y motivo de burla al “Papa Negro”.
El torero del San Juan lagunillero tuvo una actuación redonda, triunfó, le cortó una oreja a cada uno de sus novillos y abrió de par en par la Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas. Recuerdan los testigos que cuando César Faraco salía a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, camino de Manuel Becerra, Don Manuel corría a la par de la multitud restregándole su éxito a los sabihondos del toreo que pronosticaban el fracaso del torero venezolano. Había volado “El cóndor de los Andes”, como le bautizó don Ricardo García “K-Hito”, cronista y letrado. César Faraco fue un torero muy castigado por los toros. Sus cornadas de 1956 en Sevilla y la de Caracas en 1958 fueron terribles. Sus triunfos más resonantes tuvieron por escenarios las plazas de Las Ventas, Monumental de México y Nuevo Circo; pero el éxito y el sentimiento llegaron en la plaza de Orizaba, México, cuando el maestro de la banda le ordenó a sus músicos interpretar el Himno de México –“Mexicanos al grito de guerra”– mientras en venezolano toreaba con la muleta. A Faraco México le acogió como un torero mexicano.
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