La tauromaquia es cultura popular y, por tanto, vive ajena a las ideologías políticas. O al menos así debería ser. En este sentido, el mundo del toro no debería tener nada que opinar sobre si un gobierno es de una manera o es de otra. Pero los toros, eso sí, son incompatibles con una ideología, la animalista, cuyos postulados parten de la premisa de que hombres y animales son sujetos de una consideración similar, incluso homologable en algunos casos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario