lunes, 18 de noviembre de 2019

ES LO QUE DIGO Por Luis Cuesta

 Arturo Saldívar rozó la gloria..



Arturo Saldívar. Foto La Plaza México.

El torero hidrocálido rozó ayer la gloria de todos aquellos que hacen el paseíllo en La Plaza México con un gran lote de la ganadería de La Estancia, y que no haber sido por sus fallos con la espada le hubieran significado la apertura de la Puerta Grande y su consagración definitiva en esta plaza.
Por Luis Cuesta  De SOL y SOMBRA.
La recreación del toreo en su autenticidad plena y en su acabada belleza se produjo ayer en la Plaza México con un par de naturales, que constituyeron la cumbre artística de la tarde.
Un par de naturales hay que decirlo, si se interpretan con la hondura y sentimiento que el buen toreo requiere, pueden valer por sí solos una página completa de tauromaquia. Ahí están el caso de algunas faenas inolvidables en esta plaza como las de Vidriero de Armillita Chico o Gallero de Capetillo.
El milagro de toreo se produjo con el quinto toro de la tarde de nombre “Tequilero” de la ganadería de La Estancia y su autor fue Arturo Saldívar que bordó el toreo en la más amplia y hermosa acepción del término. La faena fue de ensueño por la lentitud y el regusto en los muletazos de trazo largo y maravillosa por el temple y la hondura.
El hombre hizo una apuesta fuerte, y con absoluta naturalidad, permitiendo que el toro fuera a más a base de darle su tiempo y espacio, consiguió que se diera una soberbia conjunción con un inspiradísimo Saldívar, que soñó e hizo soñar el toreo.
Los naturales esta vez resultaron sobrenaturales por el gusto, la cadencia y la armonía con la que fueron ejecutados, siempre con la figura muy encajada y llevando al toro hasta límites imposibles.
Hubo también grandes momentos por el derecho y un cambio de mano que detuvo el tiempo, con sabor añejo. Aquello fue la locura y parecía la consagración definitiva del sueño anhelado, pero lamentablemente el acero se lo llevaría.
Aquel instante eterno de gloria se esfumó para siempre de las manos de Arturo Saldívar, pero afortunadamente para su autor las suertes del toreo efímeras en su ejecución, tienen la extraña virtud de permanecer indelebles en la memoria.
Por ello, los naturales de Arturo Saldívar a su segundo toro van a ser referencia obligada de los aficionados más jóvenes, porque hoy en México casi nadie torea así.
Es lo que digo yo.
Twitter @LuisCuesta_

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