domingo, 6 de octubre de 2019

LAS BARDIANAS Por Bardo de la Taurina


 LIBRO, WHISKY, JOYAS Y PINTURA

Hoy  lo actual dentro del mundo de lo cosmopolita es tener entre las manos y a mirada de águila el libro de moda,‘El Vendedor de Silencio’ de la pluma del maestro Enrique Serna bajo el sello de Alfaguara, ese que es tema de conversación  entre un delicioso  Martini preparado al estilo Manhattan o un shot de malta añejado desde luego en barrica de roble blanco, escocés obviamente degustado en copa Glencairn la que fue diseñada para hacer lucir las virtudes de este elixir, joya que arribó al orbe a principios de este siglo pa’ meterle la espada al clásico vaso Old Fashion cuando de beber whisky con categoría se trate al estilo refinado y fino como una joya tal cual lo bebe el ganadero de  “La Joya” Don José Antonio González Esnaurrizar quien en la próxima temporada de la Plaza México se espera abra su joyero en la más codiciada de las subastas pa’ que los baluartes de la corona torera se disputen la  lidia de esos bureles, los que implícito en su tradición traen el que un triunfo ante ellos valga su peso en quilates, porque no es lo mismo triunfar con un toro “artista”, a que un artista del toreo lo haga con un toro que es una joya digna.
La obra  en efecto versa sobre la vida y el infierno de un periodista argentino/texcocano nombrado como Carlos Denegri a quien Don Julio Scherer llamara el “El mejor y más vil de los reporteros”, de él nos dice la solapa trasera que “No pedía mucho, carajo, solo que lo dejaran prostituirse a su modo.”
Denegri fue el hombre que industrializó el chayotey ya que de baranda andamos en esto subrayo que ningún actuante va a hacerse torero por decreto financiero provenga de quien provenga y esto viene a colación porque en el libro Denegri relata que sostuvo un noviazgo con la hija de Don Nabor Corcuera, quien fuera dueño del Toreo de la Condesa y quien por no acceder a los caprichos de Maximino Ávila Camacho (quien quiso ser torero pero valía menos que un camote poblano, y al usurparse como  ganadero  le quemaron en plena plaza un toro por manso) tuvo incluso que abandonar el país temiendo caer ante la bota del despiadado hermano del presidente suerte  mortuoria que ya había sufrido otro empresario de la provincia Don Jesús Cienfuegos, dueño de la plaza poblana (pg. 223), la razón aparte del poder que argumentaba Maximino, lo eran según queda constatado en la página referida cito textualmente; - Tú no sabes nada de toros, le decía; traes de España a puro torero maleta-¡Que ignorancia del rufián ese! haber dicho eso en víspera de que al Toreo de la Condesa llegaran toreros de la talla de Manuel Rodríguez “Manolete” y solo decir que en su momento se cabildeo por parte de esta columna se le quitara a la calle norte de donde se encuentra la Plaza México el nombre vergonzante de Maximino Ávila Camacho y desde ahora propondré que esa calle lleve el nombre de Agustín Lara, quien tanto hizo por la música taurina conocida como pasodobles y quien el próximo año cumplirá cincuenta años de que guardo las partituras y partió al albero de la leyenda y esto va también pa’ España pues naiden le ha cantado a esa patria como el compositor “Azteca y Español” el maestro Agustín Lara, a quien se deben letras como “Madrid”, “Sevilla”, “Granada”, “Valencia”, “Toledo”, “Murcia”, sin olvidar lo que le compuso a la “Carmen de Chamberí” y el poema dedicado al “Monstruo de Córdoba”.
Novilleros
Habrá chavales y de hecho los hay que toreen más unos que otros, pero no porque una web o blog los ensalce diciendo que esto y que lo otro,  eso son puras fantasías  los jovencitos deberían de empezar por saber que hay dos clases de novilleros, los que lo son y los que no lo son, los que hacen vibrar y los desafinados, los de color y los incoloros, pa’ acabar pronto los que existen y los que no existen, de lo que si hay mucho son jovencitos que ahí andan exponiéndose sin ningún futuro a que un día salga un animal creyendo que está en el Circo Atayde o en el Cirque du Soeil y  les pegue  una maroma que alcance un triple salto mortal y lamentablemente no sea mortal y entonces les ponga la vida más que pesada lo cual es un riesgo siempre latente pero no necesario pa’ todos y es que el toreo jóvenes es pa’ hacerse figura y no pa’ jornalear esto no es de destajo esto es de excepción.

Antonio
La otra tarde afuera de la Plaza México el matador de toros y actor teatral (Opera Carmen de Bizet) Rodrigo Cepeda, me hizo favor de presentarme  a un artista de los pinceles y los lienzos Antonio Rodríguez Fuentes saltillense de advenimiento, él sabía de mi menda y yo sabía de él,  es más le réferi sobre una pintura de su autoría que versaba en torno a una chaquetilla en tono de azul aguamarina recamada en oro que había sido utilizada pa’ engalanar un cartel, el que a mí me resultó altamente atrayente, no sé ni quienes lo iban a torear pero de que ahí había arte lo había, ya más pa’ acá que me salta la pintura temática de un guitarra en la que por embrujo o ¿será por arte de Magia? brotan toreadores  que auténticamente le ponen música a la obra de Antonio Rodríguez, cuyo primer pañuelo blanco hay que otorgárselo gracias a que se está atreviendo a atreverse a ser un atrevido en las formas, que en la pintura siempre serán forma y fondo, pa’ llegar a ello hay que tener bien formado el formato del sello propio, cuya columna vertebral lo es la búsqueda, y de la otra búsqueda lo conmino a usted a buscar a este artista que recuerde se llama Antonio Rodríguez, firma como Antonio y ya es realidad real que realmente esta pa’ tomársele en cuenta en México, con más fuerza como se le ha tomado en España donde diversas obras suyas ya han abierto cartel.

Seguido de ese casual y gustoso acontecimiento a unos pasos un cuate al que nunca había visto me dijo coloquialmente -¿oye Bardo porque no has escrito de fulano y de zutano?, ¿Qué no te llegan al precio?, pues mire porque de quienes yo escribo no necesitan de chayotear además esto tiene un riesgo y aquí vuelvo con el libro mencionado con aquello que dice -Que no publique el periodista lo que no pueda sostener el caballero- (pg. 175). Y al respecto  decir que soy un miedoso pues me aterra que alguien pudiese decir de mi menda, ¿y este vendido realmente se creerá lo que dice?, así que prefiero seguir siendo un ciego que ve la plaza vacía y un tuerto que ha mirado rete poquititas promesas de la novillería en el “embudo marchito” de los cuales cualquiera que le jueguen el dedo con el solo pensamiento de una alternativa a mediano plazo que podría ser un par de años, va a terminar más ensartado que una aceituna en un  Martini. 


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