martes, 20 de agosto de 2019

TERCERA DE BILBAO, CRÓNICA DE PATRICIA NAVARRO / LA RAZÓN

La fiereza de Torrestrella

lo mantiene 

en el pódium en Bilbao



Seria y aplomada puesta en escena de Román, que da una vuelta al ruedo, y dos trofeos suma Luis David en una tarde exigente con la ganadería triunfadora de las dos temporadas pasadas.

Para los amantes de Bilbao ver la plaza así es un dolor de alma, como si se te partieran por la mitad una de las bases en las que te has criado y sigues sosteniendo, porque Bilbao es Bilbao. Y lo es la seriedad de su toro, espectacular corrida de Torrestrella lidiada ayer, por presentación, por hechuras y por variedad de capas. Y lo es por el peso y la seriedad de lo que ocurre sobre su mítica y tenebrosa arena negra, porque los triunfos cuando son de verdad tienen una explosión verdadera que quema... Bilbao es un flechazo y un desierto en los últimos tiempos. Paupérrima fue la entrada del día anterior con la corrida de Victorino y aproximada la de la tercera de las Corridas Generales, que abulta más el título que la cantidad de gente capaz de congregar. No hay buenos tiempos para la lírica cuando nos habituamos a recoger antes de sembrar. Y así año tras año. Y así el desierto y la incapacidad para envolver a la gente en un espectáculo que lo tiene todo. Cambiará el paisaje con las figuras, como suele ocurrir. Con esa desnudez en la plaza y los vacíos de los asientos que son aun más reveladores, dio comienzo la tercera del serial. Román, que viene de hacerse España de norte, sur, norte en un «non stop» apuró a ese primero, precioso, colorado de capa y espectacular de lámina. Embistió tela el toro en cuanto a repetición y codicia, pero le faltó hacerlo por abajo, a media altura iba y así la muleta de Román a veces a modo de parapeto y otras en busca del toreo. Firmeza del que está convencido. Fue una estocada de muerte lenta la que puso el fin.
La cosa se tornó muy seria con «Florista», el tercer toro. Fiereza máxima, repetición, codicia, casta a borbotones como para desbancar a muchos al intentar hacer el toreo, pero con una emoción tremenda. El desafío mayúsculo de la tauromaquia que lo convierte en inasumible para la mayoría. Mortal podía ser cada pasada, porque el animal empujaba con todo, pero apretando por dentro y avisando a su matador, Luis David, de que ahí no había dos triunfadores. El duelo era de titanes. El mexicano no volvió la cara, pero tampoco acabó de encajar las piezas de un duelo que era duro, más entonado en el último tramo. En la suerte de recibir lo intentó y a la segunda lo cazó, a pesar de que antes se había herido en la cara. Un trofeo. Ovación al toro.
Fiero resultó también el cuarto, con menos continuidad que el anterior y sin esa entrega. Román quiso siempre para adelante, en busca de la armonía que le diera el éxito. Muy firme, con valor y solvente, sin aflorar restos de la reciente cornada. Se le pidió un trofeo que no llegó y sí la vuelta.
Álvaro Lorenzo lidió a un segundo tan noble como renqueante y la faena, como las ilusiones, no pasó a mayores. Y tampoco con el quinto con opciones.
Adame regresó con puntos en la boca para lidiar otro encastado Torrestrella que saltó al ruedo en último lugar. Fiera embestida con la que Adame tiró de arrestos y recursos para ganarse el respeto del público hasta llegar de nuevo a otra estocada recibiendo. Y el premio. El ganadero también saludó. Venía con la garantía de haber triunfado los dos últimos años y decidió quedarse en el pódium a fuerza de fiereza, casta y emoción. No dejó indiferente a nadie. Ni arriba ni abajo.
► Ficha del festejo
Bilbao.3ª de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Torrestrella. 1º, repetidor, con fijeza y poder aunque embiste a por arriba; 2º, noble pero renqueante; 3º, fiero, encastado y exigente; 4º, fiero y encastado; 5º, con opciones aunque más desentendido; 6º, con motor, más desigual, pero encastado. Un tercio.
Román, de burdeos y oro, estocada tendida (saludos); estocada (vuelta tras petición).
Álvaro Lorenzo, de azul y oro, estocada (silencio); estocada (silencio).
Luis David, de malva y oro, pinchazo y estocada recibiendo (oreja); estocada recibiendo (oreja).
Luis David tuvo que pasar por enfermería para darle puntos en el labio y la mejilla.

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