viernes, 3 de mayo de 2019

SEVILLA Roca Rey llama a las puertas del cielo Por Andrés Amores / ABC Madrid

Corta dos orejas con petición de rabo al mejor toro en una floja corrida de Núñez del Cuvillo



Al final de una floja corrida de Núñez del Cuvillo, Roca Rey cuaja el mejor toro en una faena completa, que pone de pie al publico: corta dos rejas, le piden el rabo y logra, por fin, entrar definitivamente en Sevilla. Si, en su primero, no hubiera hecho guardia en el primer pinchazo, probablemente hubiera cortado una oreja, después de una faena de mucho mérito, y hubiera abierto la Puerta del Príncipe. Con sus cualidades – cabeza, valor y ambición - eso llegará, sin duda..
En Sevilla se vive un ambiente taurino único. Por el Arenal y el Postigo es fácil encontrarse a profesionales y a aficionados que han llegado de todo el mundo . La Puerta del Príncipe del Juli es hoy la noticia de primera página del ABC de Sevilla. Siguen muchos discutiendo si los toros de Torrestrella o el premiado con la vuelta al ruedo de Garcigrande; si las “verónicas de alhelí” (Lorca) de Morante o los muletazos mandones del Juli… La pasión, que es la sal de esta Fiesta única. 
Los toros de Núñez del Cuvillo, una de las ganaderías preferidas por las figuras, demuestran una alarmante flojera: se devuelve tercero y quinto; debía haberles acompañado el primero.
La larga y respetable trayectoria de Castella se engrandece ahora con el gesto de matar la corrida de Miura, que cierra la semana de farolillos. (¡Lástima que no le imiten otras primeras figuras!). El primero sale con gas pero en seguida flaquea. Después de varas, se derrumba. Se luce Chacón en un gran par. El toro quiere embestir pero no tiene fuerzas: un espectáculo triste y lamentable, que enfada hasta a este público, tan respetuoso. Los lances de recibo al cuarto son poco brillantes: para eso estaban antes los peones. El toro flaquea pero, en la muleta, repite, no plantea grandes problemas ni emociona. Todo queda en un trasteo voluntarioso, sin relieve, rematado pronto, no bien. 
Después de la operación de espalda, Manzanares está recuperado y feliz (me confirma mi amigo Fran): cortó oreja el Domingo de Resurrección y en Arles. Disfruta, aquí, del privilegio – que a tantos se les niega - de ser considerado sevillano de adopción .Dibuja limpios lances en el segundo, un bonito colorado, con las fueras justas. Brinda a la Infanta Elena. Traza derechazos con su natural empaque y estética, rematados por uo de pecho interminable. Por la izquierda, el toro se queda cortito. Cita tres veces para recibir y culmina una gran estocada pero el toro se amorcilla y da tiempo a que suenen dos avisos. También se devuelve el quinto. El segundo sobrero lleva el feo nombre de “Asesino”, que parece sacado de una canción ranchera: “Toro, toro asesino, ojalá y te lleve el diablo…” No es para tanto este toro pero, muy bien lidiado por toda la cuadrilla (el picador Paco María, los banderilleros Suso y Luis Blázquez) va a más, repite, pero también flaquea y se para. Manzanares logra algunos buenos muletazos pero la faena no pasa el filo de la navaja del éxito. Mata con facilidad. (Un partidario hace méritos para el título de número uno de los pesados: en esta Plaza, esos gritos inoportunos no tienen sentido). Ha estado bien pero… debe estar mejor; con otros toros, supongo.
Roca Rey es, ahora mismo, el torero que todos quieren ver; también, el más discutido, como primera figura. El Domingo de Resurrección, algunos pitaron su alarde auténtico de valor. (Como ha señalado el maestro Antonio Burgos, eso no es propio del respeto sevillano a los toreros). Recurre a esos alardes cuando el toro le impide mostrar su toreo clásico, que también domina y que debe ir prevaleciendo, en su repertorio. Devuelto el flojo tercero, el sobrero es incierto, se duele en banderillas. (Bien, Domínguez). Decir que el “Morito” no es de fiar no es políticamente correcto pero es verdad. Roca brinda a su hermano y, sin una duda, le consiente, se mete en su terreno, le saca muletazos con mérito, riesgo y emoción. Pierde el trofeo al hacer guardia, antes de una estocada. Cuidan en varas al último. Roca vuelve a echarse el capote a la espalda, en el quite El toro sale renqueante de banderillas. Comienza la faena con cinco derechazos de rodillas: ¡hay que hacer algo, para prender el entusiasmo! Aunque el toro tardea, es dócil, le permite ligar derechazos, dejándole la muleta en la cara y mandar mucho, en los naturales de mano baja. Su facilidad, claridad de ideas y valor son indudables. Al final, enlaza muletazos lentos, de absoluto dominio, y pone al público de pie. Una estocada de efecto fulminante deja en sus manos las dos orejas y la gente pide el rabo. No es cuestión de despojos: ha dado su talla de figura. Y lo ha hecho por la línea del toreo clásico, sin recurrir a tremendismos, que no necesita. 
Actúa esta noche en Sevilla el gran poeta Bob Dylan. Viendo estos flojos toros, recuerdo su famosa canción: «Tiene que llover a cántaros». Una lluvia de casta y fuerza necesitan las ganaderías; sobre todo, las que eligen las figuras. Como canta Dylan, Roca Rey está «llamando a las puertas del cielo». Esta tarde, ya las ha rozado.

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